El trasplante fecal es una terapia relativamente novedosa que ya habría demostrado eficacia en diversas patologías, desde enfermedades hepáticas hasta infecciones, incluyendo la pérdida de peso. Aunque a priori puede sonar desagradable, la realidad es que se trata de migrar las bacterias intestinales (microbioma) de otro individuo que son realmente la clave de la efectividad de este método.

Ahora, un nuevo trabajo habría probado esta nueva "medicina" en otros ámbitos, como son los trastornos del espectro autista (TEA). Y, según los resultados publicados recientemente en Scientific Reports, es un tratamiento prometedor: el trasplante fecal reduciría no solo los problemas intestinales asociados a estos trastornos, sino que mejoraría hasta un 47% la intensidad de los síntomas del autismo.

En estudios anteriores, los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona ya habrían descubierto que una dosis de microflora intestinal saludable conseguiría reducir los síntomas asociados al TEA, al menos tras los dos primeros meses del trasplante. Sin embargo, se desconocía qué efectividad tendría este método a largo plazo.

Desmontando mitos sobre el autismo Carmen Suárez

Ahora, el mismo grupo de investigadores ha querido comprobar si esta potencial terapia continuaría siendo efectiva tras el paso del tiempo. Y parece ser que así ha sido, dado que durante los dos primeros meses se pudo comprobar un aumento de la diversidad intestinal en los niños tratados con la terapia de transferencia de microbiota o MTT en sus siglas inglesas. Actualmente, dos años después, dicha diversidad es mayor, manteniendo la presencia del microbioma saludable detectado al inicio.

A pesar de que puede sonar ilógico dado que los trastornos del espectro autista son afecciones neurológicas, la realidad es que también suelen asociar multitud de problemas orgánicos, sobre todo a nivel gastrointestinal. De hecho, los niños que desarrollan dichos problemas a nivel intestina, también son los que sufren con mayor intensidad los síntomas neurológicos del autismo.

Si bien en estudios anteriores se habrían destacado los beneficios de cambiar el microbioma "malo" por uno mejor, ya fuese con el uso de probióticos o de antibióticos, aún no existía una terapia estándar basada en el tratamiento gastrointestinal.

En este caso, mediante un trasplante de microbioma intestinal personalizado o MTT, los investigadores modificaron el microbioma de 18 niños de entre 7 y 16 años diagnosticados con autismo y que, a su vez, sufrían problemas gastrointestinales moderados o severos secundarios. El grupo control, por su parte, se componía de 20 niños sanos sin diagnóstico de autismo ni problemas intestinales.

Ambos grupos fueron tratados durante 10 semanas, y seguidos durante otras 8 semanas. No hubo doble ciego, por lo que es posible que hubiese sesgos a la hora de realizar el trabajo. Aún así, en el grupo de niños diagnosticados de autismo se evidenció una reducción del 80% de los síntomas gastrointestinales, y mejoras significativas en los síntomas neurológicos y de comportamiento.

Mejora lenta pero progresiva

Tras dos años de haber realizado este trabajo inicial, se pasaron los mismos test a los mismos niños tratados, y los resultados continuaban siendo mejores respecto al estado basal: existía una reducción mantenida de los síntomas gastrointestinales de hasta un 58%, y la mayoría de los padres admitió una mejora lenta pero progresiva de los síntomas centrales del autismo en general.

Una evaluación externa, usando la herramienta de diagnóstico estándar de los trastornos del espectro autista, se había concluido inicialmente que el 83% del grupo inicial podía considerarse como "grave". Dos años después, dicha tasa se redujo al 17%. En general, la gravedad de los rasgos del TEA se redujo hasta un 47% respecto al estado basal de los niños estudiados.

A pesar de todas estas mejoras, sería aventurado afirmar que el microbioma intestinal pueda ser la causa del autismo, dado que se trata de una condición compleja con una amplia base genética y una gran influencia ambiental. Sin embargo, poder mejorar sus síntomas, aunque sea con terapias novedosas y poco entendidas como es el trasplante fecal, del cual queda mucho por investigar, puede ser algo prometedor.

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