Aunque en un inicio pueda sonar poco ético, o incluso asqueroso, desde hace unos años los trasplantes de heces han revolucionado determinados tratamientos médicos, solucionando problemas que parecían intratables. Entre ellos se encuentra la infección por una bacteria llamada Clostridium difficile, un patógeno que posee el 10% de la población, pero que en ocasiones puede provocar infecciones resistentes al tratamiento médico. No es la única utilidad de este procedimiento; recientemente se ha descubierto que puede ayudar también a solucionar incluso problemas de hígado.

Esencialmente, un trasplante de heces consiste en traspasar microbiota fecal -bacterias fecales, originarias del colon- de un individuo a otro. Para ello se mezclan las heces de un donante sano con agua y se transfieren al colon de otro mediante un tubo, lo cual ha dado bastantes buenos resultados en la cura de infecciones bacterianas severas, e incluso en enfermedades inflamatorias intestinales resistentes. Ahora, un nuevo trabajo afirma que todo este proceso podría sustituirse por la toma de una píldora.

Durante este procedimiento se busca que los donantes sanos ayuden a restaurar la población de bacterias buenas del colon del individuo enfermo, algunas de las cuales son eliminadas en infecciones graves como la mencionada anteriormente, a causa del C. difficile.

Sin embargo, según un reciente trabajo canadiense publicado en la revista JAMA, usar píldoras con heces congeladas sería igual de eficaz que el uso de los trasplantes estándar, en los cuales es necesario realizar una colonoscopia.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores llevaron a cabo un ensayo clínico aleatorizado con 116 pacientes entre octubre de 2014 y septiembre de 2016 que sufrían infecciones recurrentes por Clostridium difficile. Algunos de ellos recibieron un trasplante de heces en forma de píldora, mientras que otros lo recibieron mediante el procedimiento típico con colonoscopia. Posteriormente, se realizó un seguimiento para corroborar la mejoría de todos ellos.

Según los investigadores, en general, la píldora de heces no sólo ahorraba tiempo y costes sanitarios, sino que era percibida como un método "más agradable" que el uso de la colonoscopia, siendo igual de eficaz que el trasplante de heces típico. De hecho, después de un solo tratamiento, el 96% de todos los pacientes de ambos grupos aseguró haber mejorado tras 12 semanas de tratamiento. La diferencia entre ambos grupos fue la comodidad, pues los que tomaron la píldora calificaron su experiencia como "menos desagradable".

Cabe destacar, por otro lado, que actualmente no existe un tratamiento universalmente aceptado contra la infección recurrente por C. difficile según afirma un editorial publicado simultáneamente a este estudio. Entre las opciones actuales para reducir el riesgo en este tipo de infección esta la toma de antibióticos como la vancomidina de forma prolongada, el uso de probióticos o comer alimentos fermentados como el kéfir. Por ello, el uso del trasplante de heces podría servir de ayuda, aunque su adopción generalizada está limitada por la falta de donantes, entre otros factores logísticos.

En Boston existe un banco de bacterias fecales que, además de recoger muestras de los voluntarios que quieran donar parte de sus heces a la ciencia, coordina la investigación sobre este escatológico asunto, que sin duda dará más que hablar en el futuro. 

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