Como todo el mundo sabe, nunca debes hacer la compra teniendo hambre, porque eso te llevará a adquirir productos más calóricos en lugar de nutritivos. ¿Quieres adelgazar? Ahí va un consejo clásico: deshazte de los platos hondos, que te hacen comer de más. ¿Cenas frente a la televisión? Cambia de canal, porque al distraerte, engulles. Son sentencias universales sobre nutrición que vuelan de boca a oreja, pero no son ciertas. Y cada uno de estos embustes viene firmado con nombre y apellidos: Brian Wansink, profesor de la Universidad de Cornell (EEUU).

La especialidad de Wansink es la investigación del comportamiento del consumidor y el marketing de los alimentos. Su carrera no es parca en éxitos: director del Laboratorio de Alimentación y Marcas (Food and Brand Lab) de Cornell, asesor del Gobierno de EEUU en materia de nutrición y consumo, autor citado en más de 20.000 trabajos y, sobre todo, niño bonito de los medios. Llegó a ser considerado como una 'celebridad' de la ciencia de los alimentos y recibió en 2007 un premio Ig Nobel- un galardón mucho mejor considerado de lo que parece.

Wansink nunca ocultó que disfrutaba con la atención de la prensa, fabricándose un personaje de sabio divertido que producía periódicamente titulares fáciles de compartir. Ha sido precisamente este afán de protagonismo lo que ha precipitado su caída. Desde el año pasado, el investigador ha estado bajo sospecha de manipular los resultados de su trabajo para publicar a toda costa. Ha sufrido varias retractaciones de sus artículos, pero el golpe definitivo se lo acaba de dar JAMA, el canal de Journal of the American Medical Association, desautorizando de golpe seis de sus trabajos.

Brian Wansink, de risas en los Ig Nobel.

Además, la viralidad es un arma de doble filo, como pudo comprobar el profesor cuando Buzzfeed publicó el pasado febrero correos electrónicos filtrados por su equipo. Wansink, quedaba revelado, mandaba a sus estudiantes a recoger datos aleatoriamente y les conminaba a "sacar algo" que "pegase un petardazo viral" ("Go viral big time"). Para ello, se retorcían las métricas y se inventaban hipótesis sobre la marcha para acoplarlas a los resultados fabricados.

Para esquivar los controles más rigurosos de las revistas científicas de primera fila, el equipo acudía a publicaciones menos prestigiosas pero más laxas cuando intuía que su trabajo no iba a colar. En el caso de los seis artículos retractados en JAMA, se solicitaron los datos a la Universidad de Cornell para realizar una auditoría independiente, pero la institución respondió que ni los tenía ni podía garantizar su veracidad. Inmediatamente después, anunciaban que Brian Wansink se retiraría a final del curso tras haber cometido faltas de profesionalidad académica

Seis verdades que no son tal

El primero de los papers afectado por la retractación es de 2012. El equipo de Wansink abordaba qué alimentos prefieren los sujetos sometidos a un ayuno de 18 horas, algo que puede venir impuesto en nuestra vida diaria, decían, por "las intensas jornadas laborales". Determinaban que los participantes preferían comidas ricas en almidón -por ejemplo, un plato de patatas fritas- a los vegetales ricos en nutrientes como las zanahorias y las judías verdes, más favorables en esas circunstancias, por lo concluían con una recomendación para menús hospitalarios y para la dieta.

El siguiente, publicado un año después, tuvo mucho más éxito entre el público: es el que asegura que un comprador hambriento elegirá productos con más calorías en lugar de comprar más comida. Como en el caso anterior -lo que puede explicar la rapidez en la publicación- se realizó con personas que habían ayunado durante horas y simularon después una compra en un supermercado online. "Esto tiene importantes consecuencias sanitarias"- afirmaba el trabajo, que llegaba a aconsejar "tomar un aperitivo" antes de ir al súper como mal menor.

No hay que esperar más de un año para encontrar al próximo trabajo retirado, el que relaciona qué clase de programas de televisión se ven durante la cena con la cantidad de comida consumida. Para ello, comparaban a sujetos que comían viendo la película La Isla con otros puesto frente a un programa de entrevistas. "El contenido televisivo que más distrae es que mayor ingesta de comida provoca; la variedad en la acción y el sonido son malas para la dieta"- se podía leer en aquella ocasión.

Hay que retrotraerse a 2005 para encontrar la siguiente retractación, que no es otra que la que abrió a Wansink las puertas de la fama: el que determinaba que comemos más, y con más calorías, cuanto más profundos y espaciosos sean los platos. Las consecuencias de este estudio fueron clamorosas, y no solo para los buffets libres. Las empresas respondieron limitando las porciones a envases de 100 calorías en base a los "hallazgos" del profesor y se lanzó la campaña para rebajar el tamaño de los menús de comida rápida, especialmente los 'king size'.

Brian Wansink (a la izquierda) entrega alimentos a unos niños U.S. Department of Agriculture | Flickr

Los dos últimos estudios cuestionados tienen que ver con la infancia. El primero, de 2008, ponía el acento en el "club del plato limpio", es decir, los niños a los que sus padres obligan a acabárselo todo. Se realizó con niños en edad preescolar: primero se preguntó a sus progenitores sobre cómo eran de estrictos en la mesa, y después se dejó que los niños se sirvieran boles de cereales. La conclusión fue que los niños forzados a comer tomaban porciones más grandes fuera de casa, lo que alertaba a los padres de un posible trastorno alimentario en ciernes.

El segundo aseguraba haber encontrado un método para mejorar la nutrición de los niños en edad escolar. Si los menores elegían ellos mismos su menú en la cola del comedor, "donde su criterio se ve influenciado por aromas y visiones de comidas menos sanas", los estudiantes tenía cerca de un 50% menos de probabilidades de escoger los platos saludables. Sin embargo, si encargaban por adelantado sus almuerzos, sus elecciones eran considerablemente más positivas.

Hasta trece retractaciones

La tanda de artículos retractados de JAMA ha sido la definitiva, pero lo cierto es que Wansink acumula ya trece publicaciones invalidadas y otras quince corregidas según la base de datos de Retractation Watch. Una de ellas se refiere a otro de sus estudios más famosos: publicado en 2012, aseguraba que al colocar una pegatina de Elmo (el personaje de Barrio Sésamo) a una manzana, el niño preferiría la fruta a unas galletas, ilustrando el poder del branding en la salud.

En realidad, como destaparon las filtraciones a Buzzfeed, Wansink había hecho lo que más tarde ha demostrado ser su modus operandi: instar a sus estudiantes a retorcer los datos hasta tener algo que publicar, aún a costa de arrollar el rigor científico. "No desesperéis"- respondía ante la falta de correlaciones, actuando más como el editor de un periódico online que como un investigador. "Parece que las pegatinas en la fruta podrían funcionar (con un poco más de magia)".