Si bien las dietas bajas en grasa siguen siendo una de las recomendaciones estrella en multitud de consultas médicas en España, con el objetivo de mejorar los niveles de colesterol y triglicéridos a nivel sanguíneo, la realidad es que cada vez son más los estudios que desdeñan estas pautas dietéticas.

Las grasas son necesarias para la vida, cumpliendo un papel esencial en la formación de las paredes celulares, ayudando a la absorción de determinados micronutrientes y colaborando en las acciones de diversas hormonas. Si se consumen niveles deficitarios de grasa, a largo plazo, puede ser un problema.

Y así lo vuelve a recordar un nuevo trabajo llevado a cabo por la Universidad de Worcester y publicado en el Journal of Steroid Biochemistry and Molecular Biology: las dietas bajas en grasa reducen la testosterona en los hombres.

Grasa y testosterona, una relación necesaria

Poseer unos niveles óptimos de testosterona es esencial para la salud de los hombres. Unos niveles excesivamente reducidos de esta hormona se han relacionado con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes tipo 2 y demencia como la enfermedad de Alzheimer. Así mismo, mantener unos niveles óptimos de testosterona también es clave a nivel de rendimiento deportivo, salud mental y salud sexual.

Se sabe que desde la década de 1970, los niveles medios de testosterona en los hombres han ido disminuyendo, y las tasas de hipogonadismo (testosterona patológicamente reducida) han ido aumentando. Pero, en este aspecto, determinadas pautas dietéticas podrían ayudar a mejorar la situación.

Al menos así lo sugieren los autores del nuevo trabajo, el cual fue una revisión sistémica de hasta seis estudios controlados con un total de 206 participantes. En estos estudios los hombres tomaron inicialmente una dieta alta en grasas (40% grasa), y posteriormente pasaron a tomar una dieta baja en grasas (20% grasa).

Según los resutados, al pasar de una dieta alta en grasa a una baja en grasa, se detectó una reducción de entre un 10% y un 15% de los niveles medios de testosterona. Y, en el caso de las dietas vegetarianas bajas en grasas, los niveles llegaron a disminuir hasta un 26%.

En anteriores estudios realizados tanto en humanos como en ratones también se detectaron resultados similares. En dichos estudios se sugirió que una alta ingesta de grasas monoinsaturadas, como el aceite de oliva, los aguacates o los frutos secos, podría aumentar la producción de testosterona. Sin embargo, las grasas poliinsaturadas omega-6, que se encuentran en determinados aceites vegetales, producirían un efecto contrario: serían capaces de dañar la capacidad de las células para producir testosterona.

La explicación de estos potenciales daños por parte de las grasas omega-6 sería que, al ser altamente insaturadas, serían más propensas a la oxidación, y por tanto al daño celular, según los autores.

Actualmente la grasa dietética sigue siendo un tema polémico en el ámbito nutricional, persistiendo hoy en día el "enfrentamiento" entre los defensores de las dietas bajas en carbohidratos y los de las dietas bajas en grasas; si bien es cierto que estas últimas sí parecen reducir los niveles de colesterol, también deberían tenerse en cuenta los inconvenientes.

Por el momento, la limitación del consumo de grasa al típico 30-35% de las calorías totales está en entredicho desde hace años a raíz de los estudios que han ido desterrando dicha creencia, llegando algunos de ellos a sugerir que aumentar la grasa dietética reduciría los niveles de grasas sanguíneas y tensión arterial. Y, por su parte, también aumentarían los niveles de testosterona.

Aún así, los autores del estudio, dirigidos por Joseph Whittaker, sostienen que sería necesario realizar más investigaciones respecto a la relación entre grasa y testosterona. Aún así, dada la complejidad de comprobar esta relación en siguientes trabajos, aconsejan a los hombres con niveles bajos de testosterona que eviten llevar a cabo dietas bajas en grasas.