Desde hace años se sabe que el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de determinados tipos de cáncer, motivo por el cual el riesgo entre ambas patologías es significativo y está respaldado con una evidencia más que suficiente. Sin embargo, la causalidad entre ambos factores no estaba completamente clara.

Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Harvard ha arrojado algo más de luz sobre la relación: las células cancerosas pueden "alimentarse" de la grasa dietética, privando de energía a las células inmunes. 

Sería un mecanismo doble, aumenta el potencial del cáncer y debilita al sistema inmune, a la vez. Anteriormente ya se sabía que las dietas ricas en grasa en especial aumentan el riesgo de muchos tipos de cáncer y parecen reducir el éxito de los tratamientos contra los mismos, y las tasas de supervivencia.

En estudios previos ya se habría sugerido que sufrir obesidad aumentaría el riesgo de sufrir metástasis en cánceres que, en otra situación, habrían sido benignos: los tejidos grasos habrían funcionado de "escondites" para las células cancerosas, permitiéndolas volver tras la quimioterapia. Aunque esto no siempre es así, dado que otros tipos de cáncer parecen evolucionar mejor en individuos obesos.

El doble riesgo

En este nuevo trabajo, publicado recientemente en la revista Cell, los investigadores de la Universidad de Harvard detectaron que las dietas ricas en grasa son capaces de reducir la capacidad de actuar de las células T CD8+ y su capacidad de acción contra el cáncer. A más grasa disponible, más se dispersaría el cáncer, dado que los tumores adaptarían su metabolismo a este exceso graso para usarlo de combustible.

Los investigadores, como la coautora del estudio Arlene Sharpe, describen el proceso como un "tira y afloja" metabólico entre las células inmunes T CD8+ y las células tumorales: unas les quitarían el alimento a las otras. Por ello, sugieren, la inmunoterapia y los tratamientos contra el cáncer deberían adaptarse a este conocimiento.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores llevaron a cabo su estudio en ratones con diferentes tipos de cáncer, los cuales fueron alimentados con dietas altas en grasa. Se compararon los microambientes alrededor de los tumores con ratones que llevaban a cabo unas dietas normales. 

Según sus hallazgos, los tumores crecían mucho más rápido en ratones obesos; sin embargo, eso solo sucedería en cánceres inmunogénicos, es decir, aquellos donde el sistema inmunológico responde más fácilmente.

Además, en los ratones obesos, los microambientes alrededor de los tumores contenían mucho menos ácidos grasos libres, a pesar de que su número era muy alto en el resto del organismo: las células cancerosas estaban aumentando su absorción de grasa, dejando a las células T CD8+ sin combustible.

El estudio

Esto fue un gran descubrimiento para los responsables del estudio, dado que el agotamiento paradójico de los ácidos grasos no estaba previsto ni se había tenido en cuenta anteriormente: la obesidad y el metabolismo se "adaptaría" según el tumor en cuestión, y algunas células tumorales serían capaces de usar el exceso graso como combustible. De hecho, cuando se eliminaban las células T CD8+ en los modelos de raton, la dieta ya no afectaba al crecimiento tumoral.

Posteriormente, se detectó que la proteína PHD3 habría disminuido significativamente en las células cancerosas en entorno de obesidad. Dicha proteína es capaz de ralentizar el metabolismo graso en las células normales, y sus niveles bajos explicarían por qué las células cancerosas serían capaces de absorber grasa sin control. De hecho, al aumentar artificialmente los niveles de PHD3 en las células tumorales, los invesigadores lograron ralentizar el crecimiento tumoral, dado que bloqueaban la absorción grasa en este caso.

Así pues, según los investigadores, todos estos hallazgos podrían ayudar a mejorar los tratamientos con inmunoterapia contra determinados tipos de cáncer. Actualmente se usan células T CD8+ en la terapia con células CAR-T, donde esencialmente se extraen muestras de células inmunes de un paciente, se sobrealimentan contra el cáncer y se reintroducen en el organismo. En este caso, la proteína PHD3 podría ser un nuevo objetivo terapéutico dirigido, y podría ayudar a personalizar las terapias contra el cáncer en pacientes obesos.

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