La dieta es una herramienta fundamental para prevenir enfermedades de distinta índole, entre ellas las relacionadas con el corazón. En España, concretamente, más de 37.000 personas fallecen cada año por insuficiencia cardiaca. Ahora, un equipo de científicos de la Escuela Perelman de Medicina de la Universidad de Pennsylvania (EEUU) ha logrado describir de forma detallada la manera en la que el corazón humano emplea los nutrientes como fuente de energía.

El estudio, publicado en la revista Science, incluyó la toma de muestras de sangre de distintas partes del sistema circulatorio extraídas de un centenar de participantes, para poder registrar los niveles de moléculas relacionadas mientras transitaban hacia adentro y hacia afuera del corazón.

Los datos recogidos revelan claves del uso energético en un corazón tanto sano como enfermo, lo que ofrece nuevas perspectivas para la prevención cardiovascular. "Entender a este nivel de detalle cómo el corazón maneja los nutrientes y obtiene energía debería servir de información para desarrollar futuros tratamientos para la insuficiencia cardíaca y los trastornos relacionados", valora el Dr. Zoltan Arany, director del Programa de Metabolismo Cardiovascular del centro académico. "Ahora que tenemos una imagen clara del proceso, podemos centrarnos en buscar maneras de mejorar el metabolismo del corazón". 

Esta afección cardíaca se produce generalmente a consecuencia de la enfermedad de las arterias coronarias (EAC) o de un ataque al corazón, y provoca que el bombeo de sangre rica en oxígeno no sea lo bastante fuerte como para suplir adecuadamente al resto de órganos vitales. Los tratamientos actuales para la insuficiencia se dirigen principalmente a sus síntomas, como la acumulación de fluido en los pulmones y las extremidades inferiores, mediante el uso de instrumental médico que ayude al drenaje y, según el caso, con un trasplante de corazón. Sin embargo, todavía no se ha logrado restablecer la capacidad de bombeo.

Para el estudio, el equipo de Arany tomó muestras simultáneas de la sangre antes y después de pasar por el corazón de 87 pacientes de ambos sexos que ya estaban siendo tratados de una afección común, la fibrilación atrial, pero que no sufrían insuficiencia cardíaca. A continuación, realizaron el mismo muestreo en otros 23 pacientes con el mismo problema que sí habían desarrollado insuficiencia. Finalmente, para cada voluntario, se les extrajo sangre del sistema circulatorio de la pierna para servir como comparación.  

A continuación, los investigadores usaron herramientas de última tecnología para cuantificar los centenares de diferentes "metabolitos", las moléculas involucradas en la obtención de energía y el crecimiento celular, en las muestras de sangre. El objetivo era determinar cuáles son consumidos por el corazón en funcionamiento y cuáles son un subproducto del proceso. Así, para 65 de los 277 metabolitos detectados, sus niveles eran significativamente diferentes al entrar en el órgano de lo que lo eran al salir

También pudieron determinar que, a nivel metabólico, el corazón necesitaba como fuente de energía de forma mucho más intensa que la pierna de unas pequeñas moléculas orgánicas ya relacionadas con la salud cardiovascular cuando las adquirimos a través de la dieta, los ácidos grasos como los famosos omega-3. Del mismo modo, el sistema cardiovascular libera en sangre cantidades relativamente altas de aminoácidos , los 'bloques de construcción' proteínicos, lo que apunta a que la descomposición de las proteínas es una de las maneras en la que los músculos cardíacos obtienen combustible para su actividad. 

Una diferencia importante entre los corazones saludables y los dañados estaba en que estos últimos consumían más cetonas, moléculas usadas por el organismo como intermediarias para convertir la grasa acumulada en energía, y puntal de las 'dietas keto'. Esto, que puede parecer beneficioso, es en realidad resultado de una circulación más lenta debido a la insuficiencia, que facilita la concentración de cetonas pero causa problemas generales. Por otra parte, los corazones debilitados producían más aminoácidos, sugiriendo una necesidad mayor de proteína para funcionar. 

"Si esta función aumentada de la metabolización de las proteínas es una adaptación positiva o negativa a la insuficiencia cardíaca, eso es algo que tendremos que seguir estudiando", apunta Arany. "Los siguientes pasos serán las pruebas rigurosas en modelos animales, y tras ello, volveremos a los estudios humanos con mayores conocimientos y un mejor entendimiento de cómo mejorar la función cardiovascular".  

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