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    Filipinos recogen botellas de plástico y otros artículos reciclables en una costa en Manila.

    Este viernes 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha establecida por Naciones Unidas en 1972 para fomentar las acciones en todo el mundo para proteger la naturaleza. Este año llega en plena pandemia del coronavirus, cuando la principal preocupación global, como no puede ser de otra forma, es frenar las muertes y los contagios. No obstante, conviene no dejar de lado otra crisis, la climática, que como han señalado los científicos en los últimos meses no para de agudizarse. 

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    Una manifestación contra la crisis climática el pasado septiembre en Madrid.

    El pasado diciembre supimos, que el año 2019 cerró una década de calor excepcional en todo el mundo y que se registró un aumento del nivel del mar récord, consecuencia de los gases de efecto invernadero que provoca la actividad humana, que no dejan de crecer cada año, y que son los principales responsables del cambio climático. Así, al ritmo que crecen las emisiones, sube la temperatura del planeta. De seguir al ritmo actual aumentará más de tres grados a final de siglo, lo que tendrá consecuencias graves para la vida. Mientras, jóvenes de el mundo se han movilizado este año para exigir acciones reales para frenar esta crisis. 

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    Un basurero filipino porta artículos reciclables este jueves antes del Día Mundial del Medio Ambiente.

    Con el confinamiento de la población por la crisis del coronavirus se han visto algunas mejoras. Por ejemplo, la contaminación del aire en las ciudades se ha desplomado, así como las emisiones de gases de efecto invernadero ante el cierre excepcional de industrial y de la actividad comercial. En el caso de China, el mayor emisor de CO2 del mundo, se estima que su emisiones cayeron en febrero en un 25%.

    Pero según los expertos, estos cambios son puntuales, no van a paliar la crisis climática, aunque deberían servir para "iniciar cambios profundos y necesarios para reducir las emisiones a cero", apuntan desde Greenpeace. Es más, después de una recesión, puede producirse un efecto rebote de las emisiones. Así pasó tras la crisis financiera de 2008.

    WWF
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    Foto de una mascarilla quirúrgica en el fondo del mar

    La pandemia también ha desencadenado un rebrote de los plásticos de un solo uso, como las mascarillas, guantes o bolsas de plástico, que ya se están viendo en el mar. Según la organización conservacionista WWF, abandonar estas protecciones en cualquier parte supone que puedan llegar al mar a través del alcantarillado y arroyos, como ya se ha comprobado en el Mediterráneo y en otros mares del mundo.

    Una mascarilla quirúrgica, de cuatro gramos de peso de media, puede tardar hasta 400 años en desintegrarse, por lo que el escenario es "muy preocupante", especialmente ahora que se acerca el verano y la llegada de turismo en plena desescalada, señalan desde WWF.

    La organización apela a la responsabilidad para depositar los guantes y mascarillas en los contenedores de restos para proteger la salud y evitar que se contaminen aún más los ríos y mares del planeta

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    Niños filipinos rescatan artículos para reutilizar en un vertedero.

    Con motivo de la celebración del Día del Medioambiente, Greenpeace ha publicado el informe Darle la vuelta al sistema, que reúne más de 100 medidas concretas para propiciar una transformación del actual sistema bajo los parámetros de respeto al medioambiente y a las personas.

    "Ahora es el momento. Hemos visto cómo el actual sistema no está preparado para una crisis sanitaria y económica como la que estamos afrontando. Tampoco lo está para afrontar la crisis ecológica y la creciente desigualdad. Es hora de darle la vuelta al sistema con propuestas transformadoras. Es fundamental que la comisión parlamentaria de reconstrucción afronte un cambio de modelo mediante una transición ecológica que sea justa y no olvide a los más vulnerables. Les haremos llegar nuestras propuestas con la esperanza de que las tengan en consideración", ha declarado Mario Rodríguez, director de Greenpeace.

    El cambio climático es un problema global y España es uno de los países más vulnerables, donde ya se pueden ver los impactos económicos y sociales asociados con daños en las cosechas y en la producción alimentaria, sequías, riesgos de salud, megaincendios o fenómenos meteorológicos extremos como danas, tormentas y huracanes, apuntan desde la organización ecologista.