El uso de mascarillas es obligatorio en espacios públicos abiertos, así como cerrados, desde el pasado 21 de mayo en España si no se puede mantener la distancia de seguridad de dos metros con alguna excepciones (menores de seis años o si se sale a hacer deporte, entre otras). Esta medida junto con la llegada de todo el país a la fase 1 de la desescalada, que permite mayor movilidad a los ciudadanos, ha venido acompañada de la proliferación de guantes y mascarillas abandonados en la calle o en la naturaleza. Una práctica que además de suponer un foco de contagio de la covid-19, también perjudica al medio ambiente. Roma ha aprobado multas de hasta 500 euros contra aquellos que tiren las protecciones al suelo. 

En los últimos días, vecinos y autoridades en España denuncian en las redes sociales esta práctica imprudente y peligrosa. Por ejemplo, la Asociación de Voluntarios de Protección Civil de Valladolid apuntó el pasado 17 de mayo en Twitter que estaba encontrando mascarillas tiradas en las calles en la franja horaria de paseo de la población general. Pero lamentablemente esta imagen que se repite en Madrid,  Casteldefels (Barcelona), Tenerife, Galicia o Albacete, entre otros territorios. 

Así las cosas, ¿cómo deben desecharse correctamente los guantes y mascarillas no reutilizables? Ante esta situación de crisis sanitaria, el Ministerio de Sanidad estableció una serie de instrucciones para su desecho. Estas protecciones usadas en ningún caso se pueden reciclar, por lo que nunca irán al contenedor amarillo.

Así, en el caso de la población general, aquellos que no estén infectados ni en cuarentena, deben depositar guantes y mascarillas en la fracción restos y después lavarse bien las manos. En hogares con algún caso positivo el protocolo es más complejo y está detallado en este artículo.

En caso de que guantes y mascarillas sean incorrectamente arrojados a la naturaleza o sobre las aceras, además de poner en riesgo la salud de los trabajadores de la limpieza y a otros ciudadanos, también se compromete el bienestar de los animales y de la naturaleza, ya que esta protecciones no son biodegradables y tardarán años en desaparecer.

Si se arrojan al suelo hay riesgo de que acaben en el sistema de alcantarillado y que compliquen el trabajo en las depuradoras, así como que finalmente lleguen a los ríos o incluso al mar. El pasado marzo una organización documentó una gran cantidad de mascarillas quirúrgicas que flotaban en las playas de las islas Soko, en Hong Kong.

Multas de hasta 500 euros en Roma

En Roma ya se han establecido multas para quienes arrojen estas protecciones a la vía pública. El Ayuntamiento romano ha aprobado una ordenanza que establece multas de entre 25 y 500 euros a los infractores. 

"En estos meses de emergencia sanitaria del coronavirus nuestros operadores ecologistas han denunciado en numerosas ocasiones la recogida de guantes y mascarillas usadas, arrojadas al suelo por personas maleducadas", lamentó la alcaldesa, Virginia Raggi.

La ordenanza establece hasta el 31 de julio la "prohibición" de abandonar mascarillas o los guantes usados en todo el territorio municipal y las mencionadas multas, salvo que el abandono constituya un delito.

El regreso del plástico

Como no puede ser de otra forma, actualmente la mayor preocupación mundial es vencer la covid-19 para evitar más muertes y contagios. Esta situación deja la crisis climática en un segundo plano, pero conviene no bajar la guardia, según apuntaba en un artículo de The Conversation Ethel Eljarrat, investigadora del departamento de Química Ambiental del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA - CSIC).

En este contexto de crisis, se ha observado un incremento del consumo de material plástico, sobre todo de usar y tirar, tanto en hospitales como en hogares. También ha aumentado el uso de bolsas de usar y tirar, en lugar de las bolsas reutilizables, por miedo a que estas últimas se hayan contaminado. Ahora todo el material plástico se deshecha, sobre todo al saber que el coronavirus puede permanecer de dos a tres días en el plástico.

Así, Eljarrat reflexionaba sobre como hasta la llegada de la pandemia, el 2021 parecía ser un año crucial en la lucha contra el empleo abusivo del plástico. Sobre todo para los de un solo uso, que deberían estar prohibidos en la Unión Europea a partir del año que viene.

"Es cierto que por motivos de higiene y salud no es factible prohibir el uso de plásticos de un solo uso mientras dure la emergencia sanitaria. Pero es muy importante evitar que, una vez resuelta la crisis, se produzca un mayor problema ambiental. No hay que olvidar que la problemática de la contaminación por plásticos seguirá aún presente", señalaba la experta. 

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