Publicada
Actualizada

Cada persona elige su hora ideal para hacer ejercicio a lo largo del día, pero la ciencia dibuja un mapa bastante claro sobre cuál es el mejor momento para realizar la actividad física.

Algunos te dirán que prefieren entrenar a primera hora del día, aprovechando los rayos solares. Otros, en cambio, apuestan por hacer ejercicio durante la tarde, el momento justo tras salir de clases o del trabajo.

El catedrático de ejercicio físico y divulgador Felipe Isidro lo resume con pragmatismo: "El momento ideal para hacerlo sería por la mañana". Además, añade que el ejercicio matutino "se muestra más efectivo sobre el control del apetito y la ingesta de calorías".

Son dos razones de peso para quienes buscan regular mejor lo que comen y llegar con menos ansiedad al resto del día.

Si tu objetivo es adherirte al hábito, controlar el apetito y dormir mejor, madrugar juega a favor: entrenar temprano, a ser posible al aire libre, sincroniza tus ritmos circadianos y favorece un sueño nocturno más reparador.

Ahora bien, si persigues rendimiento puro -fuerza y potencia- la ventana vespertina tiene ventajas fisiológicas: a última hora de la tarde la temperatura corporal y la activación neuromuscular están más altas y eso se traduce en mejores marcas. Expertos del sector, como Isidro, sitúan ese pico entre las 16:00 y las 18:00.

Con todo, el propio Isidro, de 59 años, advierte que la pregunta clave no es solo "cuándo", sino "qué vas a sostener". Suele recordar que “el mejor ejercicio es el que se hace (bien)”, y que la actividad física “ayuda a mantener un peso saludable y mejora nuestra calidad de vida”.

Su recomendación operativa: prioriza las mañanas si puedes -mejor fuera, con luz natural- y reserva algunas tardes para sesiones de fuerza, donde probablemente rindas más.

Felipe Isidro también aboga por ese enfoque con luz natural y constancia: "La mañana y, preferiblemente, en exteriores" son el mejor escenario para la mayoría, porque activas el cuerpo y capitalizas los beneficios de la exposición solar. Esa luz temprana actúa como un "ancla" circadiana que ayuda a dormir antes y mejor por la noche.

Entre otros asuntos, el catedrático diferencia con claridad "actividad física", "deporte" y "ejercicio", y subraya que el "ejercicio físico es algo pautado, programado y planificado" para mejorar la condición y la salud.

Por eso insiste en que no es lo mismo dar pasos que entrenar: caminar suma, pero no sustituye un trabajo con objetivos, dosis y progresión.

La fórmula de Felipe Isidro

Sin duda, su gran caballo de batalla es la fuerza. Lo resume con una frase que repite a menudo: "En la vida podemos hacer dos cosas, pensar y hacer fuerza".

A partir de cierta edad perdemos velocidad y fibras rápidas; por eso prioriza ejercicios de fuerza bien prescritos -con técnica, series breves y buena velocidad- y advierte que recetas genéricas del tipo "salga a pasear" no resuelven el problema de fondo si faltan músculo y potencia.

En prescripción, Isidro apuesta por la simplicidad eficaz: habla de una "dosis mínima eficaz" y propone como base "tres días de fuerza y dos de cardio", introduciendo pronto el trabajo por intervalos según el nivel de cada persona.