Las grandes revistas científicas también se han pasado a la publicación en abierto.

Las grandes revistas científicas también se han pasado a la publicación en abierto.

Ciencia

Pagar 64.000 € por publicar ciencia: cuando un artículo cuesta como la entrada de un piso en Benidorm

El auge de las publicaciones open access ha conllevado que sean los investigadores los que paguen por aparecer en revistas científicas.

22 febrero, 2023 02:06

El grupo de investigación del que forma parte Alberto García-Salido ha publicado más de un centenar de artículos en un buen número de revistas médicas. A pesar de esa experiencia, no estaba preparado para la sorpresa que se iba a llevar esta semana: para publicar su última investigación y pudiera leerla cualquiera, una de las revistas le pedía 64.050 euros.

"La entrada para un piso en Benidorm", reflexiona García-Salido, que además trabaja como intensivista pediátrico del Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid. Eso es lo que le pedía la revista –prefiere no decir cuál es– para publicar en acceso abierto, una modalidad que prometía revolucionar la ciencia pero que, en la práctica, guarda muchas sombras.

"Se trataba de un original que llevamos tiempo intentando publicar", cuenta a EL ESPAÑOL. "En la travesía por diferentes publicaciones, uno se encuentra de todo. En el momento actual, tras un rechazo previo, son las propias editoriales la que te sugieren otras revistas". Es así como encontró la publicación a la que enviar el artículo. El precio para publicar en abierto "me produjo perplejidad".

Al lector ajeno a los entornos científicos le puede resultar extraño eso de pagar por publicar. Antes de la llegada de internet, las editoriales científicas se encargaban de llevar el conocimiento allá donde pudieran pagar una suscripción: no son precisamente baratas y una universidad, por ejemplo, puede acabar pagando decenas o cientos de miles de euros al año para acceder a un número suficiente de revistas y estar al día de la actividad investigadora en numerosos campos.

La llegada de internet prometía una revolución en el conocimiento, pues ya no hacía falta un sistema de impresión y distribución para que un estudio llegara a cualquier parte del mundo. Pero había un problema: el sistema científico se había adaptado tan bien al modelo editorial que ahora era rehén del mismo.

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La gran mayoría de la financiación de la ciencia (sobre todo, de la relevante) es competitiva. Para optar a becas o subvenciones a proyectos, para obtener una plaza en una universidad o en una institución, para justificar un presupuesto, etc. el sistema se guía por el impacto de la investigación. Y esta se mide principalmente en donde publicas. Por eso el sueño de todo científico es que su artículo aparezca en Nature o Science: no se trata solo de ego sino de que son las revistas de mayor impacto, es decir, que más citas reciben por artículo en otros estudios.

Frente a este modelo surgió el acceso abierto. "Otorga visibilidad, incrementa el impacto de lo que publicas porque lo hace accesible", explica García-Salido. "Solo se necesita un 'click' para obtener el artículo". Este acceso libre ha revertido la carga económica: ahora no se paga por leer sino por publicar.

Los malos de la película

"Cuando preguntas a los editores, dicen que es lo que falta para cubrir los costes de edición", apunta Joaquín Sevilla, profesor de física en la Universidad Pública de Navarra y autor (junto a Juan Ignacio López Iglesias) de Los males de la ciencia (NextDoor Publishers, 2022), un libro que pone el dedo en la llaga de todas las perversiones del sistema científico de la actualidad.

"Yo lo tengo muy claro: los malos de la película son las editoriales", sentencia. Todas las casas tradicionales, como Springer, editora de Nature, o Elsevier, que se encarga de la famosa The Lancet (gracias a la Covid, la revista científica con mayor impacto en la actualidad) han combinado su negocio tradicional con el open access, creando revistas de acceso abierto –que, además, no tienen límite de artículos a publicar– u ofertando la posibilidad de levantar el muro de pago en un artículo concreto. Es una estrategia 'win win': siguen cobrando por las suscripciones y, ahora, también por el acceso abierto.

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Y eso ha llevado a estas casas a tener unos beneficios estratosféricos. "Hay pocos negocios cuyo margen de beneficio llegue a los dos dígitos pero en algunas de las editoriales son del 40%". Es el caso de Elsevier, que en 2019 reportó 982 millones de libras (1.116 millones de euros al cambio actual) de beneficio operativo para unos ingresos de 2.491 millones (2.832 millones de euros).

No es la única. El margen de Springer Nature en 2021 fue del 26% para 1.700 millones de euros en ingresos. En Wiley, otra de las grandes, el beneficio operativo fue de 219 millones de dólares (205 millones de euros) para unos ingresos de 2.083 millones (1.954 millones de euros).

Y eso, a pesar de que "para ahorrarse costes, siguen publicando en pdf que se maquetan exactamente igual que en papel y siguen teniendo limitación de extensión", explica Sevilla. Hay otro aspecto fundamental que les sale gratis: la revisión de los artículos por parte de expertos independientes. Cada artículo publicado en una revista científica ha sido analizado en detalle por al menos dos especialistas en el campo de investigación que no cobran por su trabajo.

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Los precios por publicar son muy variados, aunque ninguno se acerca a los 64.050 euros que le han pedido a García-Salido. "En mi experiencia, la tarifa habitual se encuentra cerca de los 2.000-2.500 euros".

Dependiendo del factor de impacto de la revista, la tarifa aumentará. La editorial Wiley tiene unas 500 publicaciones y los rangos de precios van desde los 660 del Journal of Applied Medical Physics hasta los 5.200 de EMBO Molecular Medicine. La tarifa más alta, sin embargo, es para Nature: 9.500 euros por la posibilidad de lo lea cualquiera.

De esa cifra hasta la que le han pedido a García-Salido hay un trecho, por lo que el médico cree que "probablemente, se deba a un error en la web", si bien todavía no le han dado explicaciones.

Por supuesto, el pediatra no paga de su bolsillo esa cifra, suele estar incluida en el presupuesto de un proyecto de investigación. Sin embargo, si el open access quería contribuir a extender el acceso a la ciencia en lugares que no podían invertir el dinero suficiente en revistas, ahora sí podrán acceder pero tienen más difícil publicar: un reciente estudio señalaba que las tarifas para publicar están dejando fuera a los países de ingresos medios y bajos.

Un sistema que hace aguas

Joaquín Sevilla es más beligerante. "Este sistema está haciendo agua por muchos sitios y a medio plazo es insostenible". Las instituciones todavía siguen basándose en los medidores de factores de impacto tradicionales, que benefician a las publicaciones de las editoriales frente a los repositorios institucionales de univesidades y otros organismos, pero es cuestión de tiempo que planteen otras soluciones.

La Unión Europea, que obliga a que toda la investigación financiada por ella se publique en abierto, lanzó hace casi dos años Open Research Europe, para facilitar la publicación de proyectos financiados por los programas Horizonte 2020 y Horizonte Europa, los más importantes del continente, sin coste adicional.

Por otro lado, la burbuja de los revisores no remunerados es solo cuestión de tiempo que estalle. Sevilla incide en que "cada vez cuesta más encontrar revisores y, los que hay, cada vez dicen más 'no me da la gana revisar'. Si estás empezando, puedes hacerlo con ilusión pero los que llevamos ya unos años nos preguntamos que para qué nos sirve".

Sea un error de la web o no, García-Salido quiere avivar el debate de pagar por publicar. "Para enviar un original dedicas mucho tiempo, conocimiento, experiencia y requieres de un trabajo que en la inmensa mayoría de casos no es remunerado. La evidencia y la ciencia en nuestro país se realiza, en una gran mayoría de casos, en el tiempo libre de cada investigador, sin esperar más retorno que el de compartir lo aprendido o ver el trabajo publicado".

Y advierte: "En muchos casos no puedes investigar porque no tienes fondos, para lograr fondos hay que publicar y, para publicar, necesitas fondos que no tienes porque no publicas. Esto que parece un trabalenguas aniquila ideas y vocaciones científicas. ¿No sepuede hacer de otra forma?"