Tras el primer año de vida, los niños comienzan a adquirir las destrezas de su vida diaria. Andar, correr, jugar o comenzar su aprendizaje serán actividades básicas durante este período. Es un momento clave para su desarrollo cognitivo y físico, lo que exige una nutrición completa y específica para este periodo.

Los padres siempre querrán lo mejor para sus pequeños pero la realidad es que durante esta fase hay que hilar muy fino para que sus hijos adquieran todos los nutrientes que necesitan. Pero por desconocimiento o por falta de tiempo, la dieta no siempre es la más adecuada para atender las necesidades nutricionales específicas de esa edad, muy diferentes a las de los adultos.

Leche adaptada sin azúcar añadido, mejor elección

Al margen de otros alimentos, el foco se centra en la leche. En estos primeros años de vida los lácteos tienen un peso muy importante en la dieta: hasta el 40% de las necesidades diarias están cubiertas por esta bebida. Sin embargo, como el sistema digestivo y renal de los niños no está del todo preparado aún para procesar las proteínas y las grasas saturadas de la leche de vaca, disponer de una leche adaptada (o de crecimiento) con una fórmula adecuada es vital para ayudar a cubrir mejor las necesidades nutricionales.

Pero no todas las leches de crecimiento son iguales. Comprobar los etiquetados no debe convertirse en una obsesión pero sí es aconsejable saber leerlos y ser conscientes de qué conviene más en cada momento. Así podremos comparar entre opciones y acceder a la que más interese. Por ejemplo, para controlar el consumo de azúcar. Todas las leches y productos lácteos tiene lactosa, un azúcar naturalmente presente, pero además hay que poner atención al azúcar añadido.

Tabla comparativa.

Complemento útil para la dieta

Otra ventaja indudable de estas leches adaptadas -puede que la mayor-, es su capacidad para complementar la dieta de los pequeños aportando algunas sustancias que las estadísticas señalan como deficitarias en la población de esta edad, especialmente el hierro, el omega-3 DHA o la vitamina D. Estos son elementos imprescindibles en el desarrollo y cuya carencia puede motivar problemas a medio y largo plazo, según recuerda la Asociación Española de Pediatría en su documento 'Leches de crecimiento'.



A grandes rasgos, y para comprender la importancia de estas sustancias, el omega 3 DHA es fundamental para el desarrollo del cerebro y las estadísticas de este consumo son muy pobres: se estima que los españoles toman menos del 50% de la cantidad diaria recomendada. Algo parecido pasa con el calcio y la vitamina D, ambos con un papel esencial en el crecimiento óseo de los niños que, no obstante, presentan déficits de consumo del 75 y 100% respectivamente. Sobre el hierro, más de lo mismo: el 21% de pequeños no alcanza la ingesta diaria recomendada.

Una dieta equilibrada en estas edades implica un gasto diario de entre 1.000 y 1.300 kcal diarias. El menú debería incluir 3 o 4 raciones de pescado a la semana, cinco raciones de frutas y verduras diarias y tres raciones de lácteos al día. Por eso la leche de crecimiento es una buena aliada de los padres. Juega a su favor que la leche está ya presente en la dieta, la facilidad de uso y el que su composición aporte un 43% de la cantidad diaria recomendada de hierro, un 65% de la de omega 3 DHA y un 25% de vitamina D. Eso son los datos objetivos pero el verdadero valor, intangible, es estar tranquilo sabiendo que los niños tendrán la mejor nutrición posible.