España tiene dos bases en la Antártida destinadas a la investigación científica. Una está situada en la isla Livingston y se llama Juan Carlos I. La otra, en la isla Decepción, se conoce como Gabriel de Castilla. Este segundo nombre pretende recordar a un explorador que pudo ser el primero en llegar al continente helado. La historia, de momento, no ha podido confirmar los indicios.

Nacido en Palencia en 1577, pertenecía a un noble señorío emparentado con la realeza y aún siendo muy joven inició su carrera militar embarcándose hacia América. Su primo era el virrey de Perú, Luis de Velasco y Castilla, lo que le facilitó mucho las cosas para hacer carrera, porque antes de cumplir 20 años fue nombrado general de El Callao.

A aquellas alturas del siglo XVI la expansión española se dirigía ya hacia el sur del continente y el principal problema estaba en Chile, con la guerra de Arauco, contra los mapuches. Gabriel de Castilla fue enviado para ayudar en esta lucha, que se haría casi interminable.

Aunque estaban asentados desde hace décadas en el centro del país, el extremo sur del continente era mucho menos conocido por los españoles, a pesar de que Magallanes ya había pasado por allí en su vuelta al mundo y de que Pedro Sarmiento de Gamboa llegó hasta Punta Arenas y Francisco de Hoces fue el primero en cruzar por el mar de Hoces –más conocido como paso Drake- , que separa el cabo de Hornos, en Chile, y las islas Shetland del Sur, en el norte de la península antártica.

Por aquellos años las costas chilenas sufrían el ataque de piratas holandeses, así que en 1603 a Gabriel de Castilla se le encomendó la misión de protegerlas al mando de una expedición compuesta por tres naves: Jesús María, Nuestra Señora de las Mercedes y Nuestra Señora de la Visitación, que partieron de Valparaíso en marzo de 1603.

Entre los marinos iba un holandés que había pertenecido a una expedición que se dirigía a las islas Molucas, pero que fue destrozada por el mal tiempo y tuvo que arribar en Valparaíso, siendo apresados sus componentes. Se llamaba Laurenz Claesz y a él le debemos el principal relato de lo que pudo ser la llegada fortuita a la Antártida, ya que no se han encontrado archivos españoles de la época que cuenten el episodio.

Al parecer, las tres naves partieron de Valparaíso pero una fuerte tormenta les obligó a desviarse de la ruta prevista. De acuerdo con el diario de Claesz, alcanzaron los 64º sur. Un texto que apareció en 1622 en Ámsterdam y que podría pertenecer a esa misma fuente aclara que a esa latitud existe una "tierra muy alta y montañosa, cubierta de nieve, como el país de Noruega, toda blanca". Con esos datos, algunos expertos especulan con que la expedición podría haber alcanzado el archipiélago Melchior, que está situado en la bahía Dallmann.

Sin embargo, existe otra versión de la expedición según la cual Gabriel de Castilla viajaba en un navío llamado Buena Nueva y en el verano austral de 1603 llegó a los 60º sur. Con esas coordenadas, lo que habrían visto en realidad serían las islas Shetland del Sur –entre las que se encuentra la isla Decepción, donde hoy en día se encuentra la base con el nombre del palentino-, a las que habría llamado islas de la Buena Nueva, como su barco.

Nos quedemos con una versión o con la otra, parece que hay bastantes indicios de que Gabriel de Castilla y sus hombres fueron los primeros en llegar a la Antártida, aunque no todo el mundo está de acuerdo. Quizá pudo adelantárseles el holandés Dirck Gerritsz en 1599 pero existen muchas dudas acerca de la veracidad de la historia que relata su posible llegada a las Shetland del Sur tras una tormenta.

Y, por supuesto, si ustedes le preguntan a un inglés, el héroe fue James Cook a finales del siglo XVIII. ¿Casi dos siglos después? Ya se sabe cómo son los ingleses, venden muy bien su historia pero no siempre han tenido buena fortuna –Amundsen llegó al polo Sur antes que Scott- en territorio antártico.

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