
Catedral de Zamora y el río Duero.
Esta es la ciudad más bonita a la que viajar este verano: sin masificaciones y con un clima ideal
Un pequeño paraíso con playa a orillas de su valiosísimo patrimonio románico, que invita a descubrirlo.
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El verano se acerca y, con él, millones de personas comienzan a planificar sus vacaciones. Las costas rebosan de turistas, los aeropuertos se saturan y las altas temperaturas convierten a muchas ciudades en lugares poco amigables para el visitante.
Pero este año, si de verdad buscas una experiencia diferente, enriquecedora, tranquila y refrescante, la respuesta está lejos de la playa y más cerca de lo inesperado.
Zamora, a orillas del río Duero, es una joya aún por descubrir, se erige como la ciudad perfecta para viajar este verano.

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Y es que cada vez más viajeros apuestan por escapadas urbanas que combinan cultura, historia, gastronomía y naturaleza, incluso durante la temporada estival. Y es que no todos buscan toalla, chiringuito y sol abrasador.
Hay quien prefiere pasear por calles con siglos de historia, comer bien, encontrar sombra natural sin dificultad y, sobre todo, evitar las aglomeraciones que convierten las vacaciones en una carrera de obstáculos.
Ahí es donde Zamora destaca como uno de los grandes destinos turísticos a tener muy en cuenta. No suele superar los 32 grados incluso en los días más calurosos, lo cual representa un alivio respecto a otras zonas del sur o del levante peninsular, donde las temperaturas sobrepasan habitualmente los 40 grados en pleno julio o agosto.
Este clima privilegiado hace que puedas recorrer la ciudad cuando el sol no aprieta en demasía sin que el calor condicione tus planes. Algo impensable en muchas capitales españolas durante el verano.
Además, la ausencia de masificaciones permite disfrutar con calma de sus monumentos, sentarse en una terraza sin largas esperas y pasear sin estrés por rincones que parecen sacados de una postal. En lugar de bullicio y prisas, aquí encontrarás tranquilidad, belleza y autenticidad.
Zamora, la ciudad del Románico
Zamora no es solo un destino cómodo y accesible, sino también uno de los más ricos en patrimonio de toda Europa. Su apodo no es casual: se la conoce como la ciudad del Románico, y no es casualidad.
Es la ciudad con mayor número y calidad de templos románicos de Europa. En total, 23 iglesias en su término municipal, 14 de ellos en su casco histórico, a los que hay que sumar su magnífica Catedral del Salvador.

Plaza de la Catedral de Zamora.
Este templo, símbolo indiscutible de la ciudad, se alza majestuoso con su cúpula gallonada y sus torres que dominan el horizonte.
Entre sus joyas arquitectónicas también destaca la iglesia de San Juan de Puerta Nueva, con su espectacular rosetón, símbolo de la propia ciudad y que alberga a la señora de Zamora, la Virgen de la Soledad. También destacan los templos de San Pedro y San Ildefonso, con una fachada románica repleta de relieves; o la majestuosa iglesia de Santa María Magdalena.

Rosetón de la igleisa de San Juan.jpg
Pero no son las únicas: otras 24 iglesias,15 de ellas declaradas Bien de Interés Cultural, así como un castillo, un puente medieval, tramos de muralla y hasta nueve casas palaciegas completan un conjunto patrimonial de primer orden.
Así que pasear por Zamora es, en realidad, caminar por un museo al aire libre. Ya que, además, la ciudad cuenta con un interesante proyecto de muralismo, 'Zamora Variopinta', donde el Ayuntamiento se ha afanado en decorar grandes espacios como fachadas y muros con creaciones de gran o pequeño formato, de la mano de artistas locales.

Mural al rey Alfonso IX de León
Un trabajo de arte urbano que puede recorrerse con un mapa interactivo, o en papel, que puede obtenerse en las oficinas municipales de turismo.
Naturaleza sin salir de la ciudad (y sin renunciar a un baño)
Aunque esté alejada del mar, elegir Zamora para pasar las vacaciones no implica renunciar al agua. Su entorno fluvial, protagonizado por el majestuoso río Duero, y su proximidad a zonas naturales, la convierten también en un destino refrescante y muy vinculado a la naturaleza.
Y es que Zamora cuenta con la playa de Los Pelambres, ubicada en la margen izquierda del río Duero y que permite el lujo de bañarse con vistas a este maravilloso románico. Una vista inigualable de este histórico skyline zamorano.

Playa de los Pelambres, en Zamora.
Todo esto convierte a Zamora y su entorno en una alternativa real a los destinos de playa tradicionales, pero con la gran ventaja de estar exenta de la saturación que sufren muchas zonas costeras en verano.
Una ciudad donde siempre comer bien
Otro de los pilares del atractivo de Zamora es su gastronomía. Esta tierra es conocida por su cocina contundente y tradicional, que bebe de la historia y de los productos de la tierra. En verano, los sabores auténticos no desaparecen: se reinventan.
Los platos más emblemáticos son el arroz a la zamorana, el cordero asado, las sopas de ajo, el bacalao a la tranca y, por supuesto, el famoso queso zamorano, elaborado con leche de oveja de razas autóctonas y con Denominación de Origen.

Arroz a la zamorana
A ello se suma una oferta de tabernas tradicionales y restaurantes de cocina de autor que sorprenden al visitante por su calidad y precio.
En el casco histórico, disfrutar de un menú a la sombra de una iglesia románica o al borde del Duero no es un lujo prohibitivo, sino una experiencia asequible para quienes deciden perderse por la Perla del Duero.
Tres horas desde Madrid
Zamora está bien comunicada y es fácilmente accesible. Desde Madrid se llega en menos de tres horas por carretera o en poco más de una hora y media en AVE.
Eso permite incluso escapadas de fin de semana, de un día o planificarla como parte de una ruta más amplia por el noroeste peninsular.
Salir del asfalto abrasador de la capital y aterrizar en un lugar donde el aire es limpio, las calles están llenas de historia y el estrés simplemente no existe, es una tentación difícil de ignorar.