Rosi, en la puerta del quiosco Felipe

Rosi, en la puerta del quiosco Felipe

Zamora

Búsqueda contrarreloj para evitar el cierre del mítico quiosco Felipe: "No nos queda más remedio"

Felipe y Rosi llevan medio siglo de vida en el Casco Antiguo de Zamora y ahora necesitan alguien que tome el testigo de uno de los negocios más queridos de la ciudad.

Más información: La salvación de la Ferretería Mardem: estos emprendedores continuarán con el legado de este querido negocio

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El quiosco es un trajín constante desde el momento de su apertura. Rosi no para ni un minuto. Pan por aquí, quinielas por allá... Dulces, empanadas, queso o vino. El quiosco Felipe hace medio siglo que los vecinos (cada vez menos) del Casco Antiguo tienen su tienda de confianza. Al menos, hasta ahora.

Y es que la salud de sus dueños, Felipe Gutiérrez y Rosa Gutiérrez se resiente y les ha obligado a tener que tomar la difícil decisión de echar la persiana en la Rúa de los Francos, número 8. Así lo explica Rosi a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León, a quien detalla que tiene que someterse a una operación muy necesaria y esto la mantendrá alejada del negocio, al menos, dos meses.

Así que el quiosco Felipe se ve abocado a un cierre temporal y que podría convertirse en definitivo dependiendo de su evolución. Por eso, desde el pasado Jueves Santo, Felipe y Rosi buscan a alguien que pueda continuar el legado de este histórico negocio que abrió sus puertas en su ubicación actual en 1999.

Rosi atendiendo a uno de sus muchos clientes

Rosi atendiendo a uno de sus muchos clientes

Antes, en 1974, sus padres iniciaron el negocio en el número 6 de la misma vía bajo el nombre de Frutos Secos Mari. Más tarde pasaron al 10, para terminar en el 8, donde permanecen desde hace veintiséis años.

Pero los años han pasado y estos hermanos necesitan y merecen un descanso. Rosi explica que ambos se jubilarán en dos años "como mucho", por eso, desde hace un año, el negocio está en venta en un portal inmobiliario.

Pero a sabiendas de que "entendemos que la gente puede no tener dinero para comprar en un primer momento", han añadido la opción del alquiler para dar la posibilidad "de que se empiecen a ganar la vida con opción a compra más adelante".

Sin relevo familiar, ya que "solo tenemos una sobrina y tiene su vida hecha", el futuro del quiosco está en manos de quien se anime a continuar su legado. "Este negocio funciona, y quien lo coja tiene clientela desde el primer día. Pero necesita a alguien que lo pueda atender con continuidad", asegura. 

De momento, el anuncio ha sido respondido por unos cuatro posibles interesados, pero "nada fijo". Por tanto, el próximo miércoles, 30 de abril, el quiosco cerrará sus puertas y solamente abrirá "tres días a la semana por la mañana un rato", gracias a su sobrina, para cubrir la venta de loterías "y poco más". Ya no podrá ofrecer pan ni productos frescos con este escaso horario.

Pasada la baja de Rosi y solo si no encuentran un nuevo emprendedor, ella seguirá al frente pero con otro horario mucho más reducido, "porque no sé cómo voy a quedar y no estoy para estar aquí 16 horas diarias". 

"No nos queda más remedio"

"Lo hacemos porque no nos queda más remedio", confiesa Rosi, quien se niega a "abrir dos meses, cerrar, volver a abrir, eso no es serio. El negocio funciona, no quiero engañar a nadie, pero así no se puede seguir".

Algo que entristece a los vecinos del barrio ya que Felipe y Rosi no solo han sido comerciantes, han sido parte del alma del casco viejo zamorano. "Yo siempre he dicho que aquí no tengo clientes, tengo amigos", afirma Rosi. Algunos llevan más de cuarenta años cruzando la puerta del quiosco, primero comprando chucherías, luego trayendo a sus hijos y ahora a sus nietos.

Rosi vendiendo lotería

Rosi vendiendo lotería

Por eso, el cierre ha generado una oleada de cariño entre sus habituales. "Nos da mucha pena, pero la salud es lo primero", le dicen quienes se acercan todavía a diario para comprar. "La gente nos dice que ya hemos trabajado bastante y que nuestra salud es lo más importante", añade Rosi.

Y no solo hay zamoranos, ya que como asegura, "viene mucha gente de fuera, turistas que pasan por aquí, y también quienes viven fuera pero vuelven por Semana Santa y no faltan nunca a la cita con nosotros. Eso es muy bonito".