Enclavado en la pintoresca provincia de Zamora, el embalse de Ricobayo se erige como un tesoro natural que cautiva a los visitantes con su belleza serena y sus aguas cristalinas. Rodeado de un entorno típicamente zamorano de Tierra de Alba y cargado de historia, este embalse es un destino turístico ideal para aquellos que buscan una escapada tranquila y en plena naturaleza.

El embalse de Ricobayo es una de las joyas escondidas de la provincia de Zamora. Construido sobre el río Esla, el embalse es parte integral del sistema hidroeléctrico del Duero, que tiene un papel vital en la generación de energía en nuestro país. Pero, además de su función práctica, el embalse se ha convertido en un refugio para los amantes de la naturaleza y los entusiastas de los deportes acuáticos.

La belleza natural que rodea el embalse de Ricobayo es simplemente deslumbrante. Las aguas azules del embalse se mezclan armoniosamente con los colores cambiantes del cielo y los montes que lo rodean, y que dejan paso al fondo a las tierras alistanas. 

Como decíamos, los amantes de los deportes acuáticos encuentran en el embalse de Ricobayo un paraíso para sus pasiones. La tranquilidad de sus aguas lo convierte en un lugar idílico para la navegación, el piragüismo y la pesca, con especies como el lucio y la carpa atrayendo a pescadores de todas partes. Además, los visitantes pueden alquilar embarcaciones en los muelles cercanos y explorar las distintas calas y bahías que bordean el embalse.

De hecho, al principio de este mismo verano los concursantes de Supervivientes Adara Molinero, Bosco Martínez-Bordiú y Jonan Wiergo dieron buena cuenta de lo bien que se está en Ricobayo, con una escapada que, además, confirmó la relación entre el ganador del concurso y la exparticipante de Gran Hermano. 

Adara Molinero, Bosco Martínez-Bordiú y Jonan Wiergo en Ricobayo @jonanwiergo Instagram

Un banco con vistas impresionantes

Los senderistas también encontrarán razones para enamorarse del embalse de Ricobayo. Hay varias rutas de senderismo que serpentean a lo largo de la costa y suben por las colinas circundantes, ofreciendo vistas panorámicas que quitan el sentido. Una caminata popular es la que lleva a la ermita del Cristo de San Esteban, que recompensa a los caminantes con vistas panorámicas del embalse y los alrededores.

Y precisamente a escasos metros de esa ermita se ubica un banco, que ofrece unas impresionantes vistas de las calmadas aguas de Ricobayo. Un elemento colocado hace más de una década y que ofrece una imagen que no te puedes perder. Así que si quieres llevarte la mejor instantánea para tu recuerdo, puedes acceder a la zona desde la N-122, en el kilómetro 480, que sale desde el mismo pueblo.

Embalse de Ricobayo @ZamoraSpain Twitter

Por este mismo sendero también podemos encontrar una estupenda vista del puente que une Muelas del Pan con Ricobayo. Se trata de una de las construcciones en un solo arco más largas del país. Tiene nada menos que 154 metros entre zapatas y 24 metros de altura sobre el nivel de las aguas.

Y si continuamos el sendero llegaremos a la Cueva de la Mora y el Castro de san Esteban, como fieles representaciones de la arquitectura de la zona. Ya en la parte final del recorrido, nos econtraremos con la Laguna Nueva y la Laguna de las Barreras, que con su fuente adyacente, son hábitat de anátidas y otras especies acuáticas de la zona.

Una historia fascinante

El embalse de Ricobayo también tiene un trasfondo histórico fascinante que emerge literalmente de las aguas en épocas de fuerte sequía. La construcción del embalse a principios del siglo XX implicó la reubicación de varias aldeas y comunidades, lo que agregó una capa adicional de significado a este lugar. Las ruinas de las antiguas aldeas, ocasionalmente emergiendo de las aguas durante sequías, son un recordatorio silencioso de la vida que una vez existió aquí. 

Así, durante el primer tercio del siglo XX, los pueblos de San Pedro de la Nave y La Pueblica pagaron muy caro la construcción del embalse de Ricobayo. Estas localidades, víctimas de la vorágine de la historia, quedaron sumergidas bajo las aguas como sacrificio a la monumental obra que se gestaba y con importancia para toda España. Ambos fueron sacrificados por el proyecto faraónico que tomó forma en 1929 gracias a la visión ingeniosa de José Orbegozo y la labor de miles de obreros.

[Odisea en los años 30: el traslado piedra a piedra de la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave]

Aldeas enteras como San Pedro de la Nave y La Pueblica se vieron condenadas a un exilio, desplazando a sus habitantes en un sacrificio necesario para la causa del progreso. A estas se sumaron Palacios y Losacino, totalmente anegadas, junto con otras localidades que sufrieron daños parciales, obligando a sus vecinos a rehacer sus vidas en nuevos lugares como el caso de Vide Alba, Muga de Alba, Vegalatrave, Andavías, Montamarta y San Vicente del Barco. Este monumental proceso de expropiación afectó a treinta pueblos, sumiendo bajo el agua más de cinco mil hectáreas de tierra fértil y paisajes que quedaron sumergidos para siempre.

Entre las estructuras que emergen sobre las aguas menguantes del río Esla, destaca el esqueleto de La Pueblica, con sus características construcciones de piedra que ahora se revelan al desnudo. Calles, paredes y lindes reaparecen ante nuestros ojos, y es posible entrever las siluetas de casas y compartimentos que resisten el paso del tiempo. Fue en 2021 la última ocasión en la que estas estructuras emergieron de las aguas, tras el vaciado del embalse. Antes de eso, no se habían vuelto a ver desde el año 2017.