Liliia y Oksana, en la plaza de la Catedral de Zamora

Liliia y Oksana, en la plaza de la Catedral de Zamora

Zamora

"Mi madre prefiere morir rápido para no ver el horror de lo que pueda ocurrir": el relato de Liliia y Oksana, dos ucranianas en Zamora

A miles de kilómetros de Ucrania, estas mujeres viven preocupadas por el conflicto con Rusia: "Un país agresor lleva 8 años usurpando nuestras tierras y ahora ha decidido ocuparnos por completo"

1 febrero, 2022 07:00

Liliia y Oksana llevan años residiendo en Zamora. Están completamente integradas en la sociedad zamorana y tienen buenos amigos en la ciudad y la provincia. La quieren, la defienden y presumen de ellas como todos los zamoranos. Pero estos días su corazón, su cabeza y sus pensamientos están especialmente puestos en su tierra natal: Ucrania. La cada día más real amenaza de una invasión rusa a su país les trae los dolorosos recuerdos de la crisis en Crimea y la Guerra del Donbás en 2014. Un conflicto latente que aún se mantiene vivo desde hace ocho años, que se ha cobrado más de 14.000 vidas y que ahora parece que puede estallar por los aires.

Oksana es natural de Lviv, la ciudad más grande, con 800.000 habitantes y, como ella misma relata, y "la más bonita" del oeste de Ucrania. De hecho, su centro histórico está declarado el patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Esta mujer llegó a España a finales de 1994 y pasó sus cinco primeros años en A Coruña porque su marido Víktor fue invitado a trabajar en la Universidad de A Coruña. Y en 1999 su marido se incorporaba a la plantilla de la recién inaugurada Escuela Politécnica de Zamora. Oksana recuerda que el traslado de A Coruña a Zamora "le disgustó mucho", porque su vida en tierras gallegas "estaba llena de actividades". Formaba parte del coro de la Orquesta Sinfónica de Galicia, cantaba en el Coro de Cámara de La Coruña, en el octeto Carpe Diem, y "tenía muchos amigos. Me daba mucha pena dejar esta hermosa ciudad". Pero como bien dice el eslogan de turismo de la provincia: Zamora Enamora, y ahora "no me imagino vivir en otra ciudad que no sea Zamora". Oksana se reconoce como "enamorada" de sus calles, de sus vistas, de los puentes sobre el río Duero, de su naturaleza, pero sobre todo de su gente. "Aquí tengo unos amigos maravillosos", añade. Y es que, la ucraniana dirige desde el 2000 el famoso coro Aures Cantibus, y además, canta en un pequeño coro San Ildefonso. La cantante ha echado raíces en Zamora y esta ha sido la ciudad en la que vio crecer a su hija Kristina. Pero también ha hecho que su Ucrania natal forme parte de Zamora, sobre todo a través de la música. Y es que el coro Aures Cantibus incluye dentro de su repertorio tres canciones en ucraniano. Entre ellas, el tema Shchedryk, un villancico de origen ucraniano, que se popularizó en inglés bajo el nombre de Carol of the Bells. Oksana está muy agradecida con su gente de Zamora "por el apoyo que me brinda en relación con esta situación tan grave".

Liliia es natural de Mykolaiv, una ciudad de 486.000 habitantes al sur de Ucrania, entre dos ríos, y donde aún residen sus padres. Esta mujer vive en Zamora desde hace nueve años, tras encontrar el amor con un zamorano. Desde entonces es profesora de yoga y se reconoce feliz de vivir en la provincia porque el carácter amable de los zamoranos le llevó a tener "buenos amigos y conocidos", y aunque extraña "a mi gente y mi familia" de Ucrania, se encuentra "muy bien". La comunidad ucraniana en Zamora que ella conoce no es demasiado numerosa. "Yo conozco a otras tres y tenemos una relación bastante cálida", indica. Y como no, es inevitable comentar entre ellas la complicadísima situación que atraviesa su país. "Discrepamos en algunas cosas, porque algunos piensan que este asunto es más un juego político para tener ventaja económica".

Una preocupación constante porque ambas mantienen mucha familia en la zona. Liliia y Oksana se informan en todo momento a través de la televisión (tanto española como ucraniana), o a través de canales de YouTube que también siguen de cerca el conflicto. Y por supuesto, sus familias les cuentan cómo están viviendo esta incertidumbre en un país amenazado por la invasión de Rusia. Uno de los relatos más duros lo comparte Liliia en palabras de su propia madre: "Dice que prefiere morir rápido para no tener que ver el horror de lo que pueda ocurrir". Una frase que hiela la sangre y que a Liliia le genera gran miedo cuando se encuentra tan lejos de ella. "No puedes creer del todo la realidad de lo que está pasando", indica. A esta profesora de yoga le cuesta asimilar que "en el corazón de Europa esto sea posible, después de todo lo que ha traído la Segunda Guerra Mundial", y le duele mucho darse cuenta de que "la humanidad está repitiendo los mismos errores".

Ocho años de conflicto

Si bien, para los ucranianos esta sensación de vivir en lucha constante se prolonga ya durante ocho años. Y es que lo ocurrido con la anexión de Crimea en 2014 nunca se cerró del todo y, como relata Oksana "lo que ocurre va de lejos, pero hasta ahora, cuando la amenaza se ve real, no se hablaba de eso en telediarios ni en otros medios". Más de 14.000 personas han muerto víctimas de esta guerra, con aproximadamente 25.000 heridos y 1,6 millones desplazados internos, desde la Guerra de Donbás.

La directora del coro Aureas Cantibus recuerda que en 2014, la violencia que estalló entre las tropas ucranianas y los separatistas prorrusos "fue particularmente grave" en la etapa inicial de esta guerra y, recuerda que, "se comentaba mucho en los noticiarios de todo el mundo". Pero con el paso de los años, las cámaras de todo el mundo giraron a otro lado, "mientras que el conflicto tomó la forma latente. Todo esto continuaba allí como una enfermedad crónica, como la que tienes, pero sin dolores agudos", recuerda Oksana. Y ante esto mismo, Liliia resume la situación que su país vive desde ese 2014 como "un país agresor que lleva ocho años usurpando nuestras tierras y ahora ha decidido ocuparnos por completo". La profesora de yoga explica que su familia vive en el sur del país y aunque "tienen miedo" de una ofensiva a gran escala en toda Ucrania, la sensación de vivir en un conflicto constante desde hace ocho años "estando bajo mucha presión" hace que ese miedo "esté mezclado con un sentido de la inevitabilidad del sufrimiento".

Igual que el resto del mundo, Ucrania se ha enfrentado a la crisis del coronavirus y a una gran subida de la inflación. A esto hay que sumarle esta forma de vida que se hace dura, muy dura y que moldea la forma de desarrollar el día a día en el país, y que "hacen que la gente está más preocupada por sobrevivir", indica Oksana. Y pese a eso, sus familiares y amigos les hacen llegar que, en el caso de un ataque, "están dispuestos defender su país como sea". Por lo que, aparte de los devenires diarios y la escasez económica, los ucranianos se están encargando de restaurar búnkeres, los cuales se han deteriorado al pasar medio siglo sin ningún uso, o estaban ya transformados en bodegas o clubes nocturnos, para que vuelvan a servir de refugio contra las bombas. También se llevan a cabo reuniones informativas e instructivas para la población sobre los temas de cómo protegerse en la casa o en la calle en el caso de un ataque, o se forman grupos territoriales de defensa civil

Y pese a esta situación de prepararse para lo peor, estas mujeres indican que sus seres queridos les cuentan que aún "no hay signos de pánico", como por ejemplo arrasar los supermercados. Si bien los "indicios de preocupación" están ahí, como, por ejemplo, la subida de demanda o los precios. Oksana señala que, en su ciudad natal los precios de los alquileres han subido mucho en las últimas semanas "por ser la zona más lejana de posibles enfrentamientos militares".

El miedo a una nueva guerra

Entre la situación de conflicto constante que ya vive de por sí Ucrania y las informaciones que les llegan a diario a estas dos vecinas adoptivas de Zamora, su preocupación porque finalmente estalle una nueva guerra con Rusia va en aumento.

"Hace dos semanas, por ejemplo, estaba segura de que Rusia no se atrevería invadir а mi país", indica Oksana. Pero entre la ayuda que Europa y Estados Unidos están ya enviando a Ucrania, "incluso suministros de armamento", los gobiernos de Canadá y Estados Unidos que "están retirando sus diplomáticos" de las embajadas en Ucrania, y sabiendo que las compañías aéreas de Alemania "ya están suspendiendo los vuelos nocturnos a Kyiv, para no pernoctar allí por si acaso", su percepción está cambiando y "mi inquietud crece cada vez más". 

Y los pensamientos de Liliia son muy similares. La profesora de yoga no quiere hacerse ilusiones sobre que "esta situación tan grave mejore mucho". Esta mujer se muestra muy decepcionada con sus propios dirigentes y el resto de políticos por "no haber reaccionado como deberían". Si bien, reconoce que, "probablemente tampoco nadie creyó en que este escenario podría darse hasta el final". Y es que Liliia recuerda que Ucrania y Rusia "tenemos una historia de muchos siglos en común, pueblos hermanos, etc".