La vallisoletana Blanca de Bonrostro Benito junto a su diseño ganador

La vallisoletana Blanca de Bonrostro Benito junto a su diseño ganador Cedidas

Valladolid

Blanca, diseñadora vallisoletana que ha conquistado París con alma y cerámica: “Para triunfar hay que moverse”

A sus 24 años, esta joven de Valladolid ha ganado el premio 'Pierre Cardin Young Designers Europe' y se incorporará al mítico atelier parisino.

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En el mundo de la moda, donde las tendencias son tan efímeras, es la pasión la que consigue marcar la diferencia. Y de eso sabe mucho, Blanca de Bonrostro Benito (Valladolid, 2000), quien comenzó entre cuadernos de dibujo, tejidos y piezas de cerámica que su madre modelaba en casa.

Hoy, esa mezcla de curiosidad y sensibilidad la ha llevado a ganar el prestigioso premio ‘Pierre Cardin Young Designers Europe’, que distingue a los jóvenes diseñadores más prometedores del continente.

El pasado 4 de octubre, en un acto celebrado en Atenas, su nombre resonó junto al de las otras dos ganadoras: Lola Foulier (Francia) e Isabella Matic (Alemania).

Las tres se unirán al equipo creativo de la Maison Pierre Cardin en París con una beca de cuatro meses, estancia y gastos incluidos. Un sueño para cualquier estudiante de moda, y más aún para quien, como Blanca, lleva años soñando con trabajar en la ciudad donde “se respira arte en cada esquina”.

Nací en Valladolid y tengo 24 años”, comienza Blanca la entrevista con EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León. “Fui al colegio en la Compañía de María y estudié en la Enseñanza, también en Valladolid. A los 18 me fui a Madrid a estudiar Diseño Integral y Gestión de la Imagen en la Universidad Rey Juan Carlos, y después decidí volcarme del todo a la moda, que es lo que realmente me ha gustado desde el principio”.

Blanca recibiendo el premio

Blanca recibiendo el premio Cedida

Así llegó a la Universidad del Diseño, la Innovación y la Tecnología (UDIT), donde cursa actualmente Diseño de Moda.

De su paso por ambas universidades habla con gratitud. “Estudiar en UDIT ha influido muchísimo en mi forma de entender la moda. He tenido profesores que aman lo que hacen, y eso se nota. Me han enseñado que no puedes diseñar lo que no sabes patronar y confeccionar. Y en la Rey Juan Carlos aprendí a tener una visión global del diseño: producto, gráfico, espacios, marketing… todo eso me ayuda a fijarme en los detalles que rodean cada prenda”.

"Nunca lo pensé"

El premio Pierre Cardin no se ganó de la noche a la mañana. En un principio, la primera selección se hizo de forma remota, enviando un proyecto digital, desarrollo y tres páginas de bocetos. De ahí escogieron a 64 semifinalistas que fueron a París durante un fin de semana. Luego quedaron 13 finalistas, que viajaron a Atenas para confeccionar uno de los looks.

“La verdad, en ningún momento pensé que llegaría tan lejos. ¡Ya solo el hecho de que me seleccionaran para ir a París fue una sorpresa enorme!”, exclama.

Cuando el jurado pronunció su nombre en la capital griega, sintió algo más que orgullo: “Mucha ilusión y mucha felicidad. Saber que, vengas de donde vengas, puedes alcanzar pequeñas metas y sueños. Todo el trabajo y esfuerzo no caen en saco roto. Estoy súper agradecida de que hayan confiado en mí”.

Su proyecto ganador consistía en la reinterpretación de un vestido de los años setenta. “Más que por la época en sí, me inspiró la silueta y la forma aerodinámica que generaba”, explica.

“Mi proyecto se basaba en los círculos y en la sensación de movimiento. Ese vestido tenía líneas fluidas que transmitían dinamismo y ligereza. Quise reinterpretarlo jugando con el volumen y el equilibrio entre estructura y movimiento, llevándolo a mi propio terreno, con formas y materiales actuales”.

La clave de su propuesta, sin embargo, no solo estaba en el tejido. Los accesorios de cerámica que acompañaban el look llamaron la atención del jurado por su originalidad.

“Me encanta la artesanía, el concepto de hacer algo único con tiempo y paciencia. Algo modelado con manos humanas nunca podrá reproducirse al 100% con máquinas; siempre le falta un poco de alma, y eso es lo que me gusta”.

Esa parte del proyecto tiene, además, un significado personal muy profundo. “Mi madre hace piezas de cerámica increíbles y era la situación perfecta para trabajar juntas. Ver sus fuentes, lámparas y jarrones me inspira muchísimo. Siempre le doy la tabarra con hacer accesorios de cerámica, y al final la he convencido. Ha sido una parte crucial del proyecto”.

Bocetos de la artista

Bocetos de la artista

Ahora Blanca prepara su llegada a la Maison Pierre Cardin. “Trabajar en la Maison es un orgullo enorme”, asegura. “Pierre Cardin es una de esas casas que forman parte de la historia de la moda, y poder aprender desde dentro es una oportunidad increíble. Me hace mucha ilusión poder aportar mi granito de arena en un lugar con tanta trayectoria y ver de cerca cómo se trabaja allí. Creo que va a ser una experiencia que me marcará mucho, tanto a nivel profesional como personal”.

¿Expectativas? “Disfrutar muchísimo, aprender lo máximo posible, conocer a gente nueva y pasármelo bien. Trabajar duro es importante, pero más aún es disfrutar y divertirse”. La vallisoletana tiene claro que “el mejor sitio para aprender de moda es París”.

Eso sí, Blanca no olvida de dónde viene. “¿Que si se puede triunfar desde Valladolid? ¡Perfectamente! Aunque sí creo que hay que salir un poco para abrir horizontes y empaparse de nuevas experiencias. Pero talento hay en todas partes, y de vallisoletanos, muchísimo”.

Referentes

Entre sus referentes menciona a Edith Head, “la primera diseñadora que me interesó de verdad”, y a Balenciaga, Pierre Cardin, John Galliano o Alexander McQueen. “Me fascinan los volúmenes de Balenciaga, el futurismo de Cardin, la teatralidad de Galliano y la técnica de McQueen. Y también el mundo del espectáculo, los vestidos de Grace Kelly, el cine clásico… Todo eso está en mi imaginario”.

Si tuviera que definirse en tres palabras, diría: “Divertida, constante y curiosa”. Tres adjetivos que resumen su forma de enfrentarse a un sector que es muy exigente. “Intento no tomármelo demasiado en serio. Competir conmigo misma, pero de forma sana. En este sector a veces se nos olvida que tratamos con ropa y accesorios, no salvamos vidas. Me repito eso para no perder la perspectiva”.

Tiene también sus pequeños rituales: “Mucha, mucha música, sobre todo clásica, antes de presentar un proyecto importante”. Esa mezcla de disciplina y sensibilidad parece ser su mejor brújula.

El futuro

Tras la beca en París, no descarta seguir explorando nuevos horizontes. “De momento quiero aprender de otros, trabajar en diferentes marcas y ver la moda desde distintos sitios. Crear una marca propia, de momento, no está en mis planes. Tener una marca hoy significa ser más empresario que diseñador, y creo que eso no es del todo para mí. Aunque, en un mundo ideal, claro que me encantaría”.

Aun así, su mirada hacia el futuro está llena de ilusión y humildad. “No hay que desanimarse con la cantidad de ‘noes’ que se reciben. Hay muchas puertas cerradas, pero alguna se acaba abriendo, y cuando lo hace, todo el esfuerzo merece la pena. Lo importante es moverse, colaborar, trabajar en equipo y no perder el sentido del humor, incluso cuando las cosas se complican. Al final, la moda se trata de disfrutar creando”.

Su historia no es solo la de una joven vallisoletana que conquista París, sino la de una generación que busca en la artesanía, la emoción y la autenticidad una nueva forma de entender el diseño.

Porque, como ella misma dice, “cuando algo está hecho con las manos, con tiempo y con alma, eso se nota”.