El psicólogo sanitario y escritor vallisoletano David Gómez

El psicólogo sanitario y escritor vallisoletano David Gómez

Valladolid

David Gómez, psicólogo vallisoletano, advierte: "Mucha gente se da cuenta en septiembre de que no está bien"

El experto sanitario da las claves para afrontar esta época del año sin caer en el estrés, la tristeza y la irascibilidad, y lo confirma: "El síndrome posvacacional no existe, no podemos patologizar la vida cotidiana".

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El verano ha terminado y, además, de manera oficial. El pasado lunes, 22 de septiembre, dimos la bienvenida al otoño, una estación que, además, ha venido acompañada del fin de la temporada vacacional para una buena parte de la sociedad y de un notable descenso de temperaturas que ha obligado a los castellanos y leoneses a sacar los abrigos e incluso el paraguas.

La época estival es una de las preferidas por la población española, además de por el buen tiempo que predomina en el país durante los meses de verano, porque también es sinónimo de vacaciones para muchos.

Unos días de asueto que mientras unos aprovechan para viajar, otros para quedarse en sus casas tranquilos. Pero todos para desconectar de la rutina y recargar pilas para un nuevo curso marcado, por lo general, por el ritmo frenético.

Muchos desean que llegue ese momento, pero lo cierto es que luego este pasa muy rápido, quizá demasiado. Es entonces cuando toca volver a la carga con lo que esto supone.

Un sentimiento de tristeza generalizado y que, en algunos casos, que no en pocos, viene acompañado de problemas de estrés, ansiedad e incluso de algunos síntomas ligados a la depresión.

Así lo ha confirmado el psicólogo sanitario, David Gómez, un experto vallisoletano al frente de la clínica privada David Gómez Psicología, autor del libro 'Un viaje hacia el amor (propio)' y con una gran repercusión en redes sociales, donde acumula casi 300.000 seguidores.

Y es que, según ha revelado el psicólogo sanitario, "en septiembre hay una demanda mucho más notoria respecto al resto del año de pacientes que piden terapia a todos los niveles".

Un hecho que el experto achaca a la vuelta a la rutina y también al cambio de temporada, con la correspondiente llegada del frío.

"Por lo general, es en este mes cuando volvemos a tomar contacto con el día a día, y esto, sumado, a que el verano suele ser una especie de paréntesis, hace que muchas personas se den cuenta en septiembre de que no están bien psicológicamente".

En este sentido, Gómez explica que más allá de las vacaciones, un periodo en el que "cambiamos mucho los hábitos y las rutinas", en verano los días son más largos, lo que, a su vez, hace que, por lo general, "seamos más sociales y tengamos más planes".

David Gómez, el psicólogo e influencer vallisoletano, echa un vistazo a un libro en su clínica

David Gómez, el psicólogo e influencer vallisoletano, echa un vistazo a un libro en su clínica Foto cedida

De este modo, sostiene que el regreso al trabajo y el cambio de estación "implica una importante pérdida de reforzadores" para todos aquellos que viven el verano y las vacaciones de esta manera, lo que puede traducirse en "un sentimiento de tristeza, una sensación de estrés y incluso un notable aumento de la irascibilidad".

Síntomas que el psicólogo también relaciona con la vuelta, "casi sin adaptación, a un día a día normalmente muy atropellado", que protagoniza una buena parte de la sociedad, y que "al final, tienen impacto en la salud mental". "Si volvemos de golpe es normal que el cuerpo proteste y se resienta", apunta.

Con ello, el experto afirma que "el síndrome posvacacional es algo que no existe porque no podemos patologizar la vida cotidiana", pero, consciente de los problemas que puede generar el fin de los días libres y la llegada de unos meses marcados por el descenso de las temperaturas y de días más cortos por el cambio de hora que tiene lugar cada último fin de semana de octubre, establece una serie de consejos para evitar caer en ellos.

"El estrés es una respuesta del organismo cuando las demandas del medio superan los recursos que una persona tiene. Entonces, si volvemos a tope al trabajo después de un periodo estival y de vacaciones, es normal reaccionar con una respuesta de estrés, tener insomnio, estar más irascible y que nos cueste recuperar rutinas y reservar tiempo para el autocuidado", revela.

Por ello, el profesional aconseja, "ir poco a poco sin presionarse y no perder esa parte de autocuidado y de ratitos para uno mismo o para cosas que produzcan tranquilidad y bienestar".

"Porque no hay que olvidarse de que hay una parte de estrés que no depende de nosotros, pero tampoco de que hay otra que podemos amortiguar si no nos descuidamos y no nos dejamos atrapar por esa vorágine", añade.

Además, confirma que "hay personas que el hecho de que cada vez anochezca más pronto las sitúa en una profunda tristeza". A estas las recomienda "adaptarse poco a poco a las horas de luz, intentar readaptar la vida de cada uno a lo que el clima ofrece" y, a los que les gusta mucho socializar, "que no dejen de hacerlo".

"Al final se trata de adaptar nuestras rutinas y lo que para nosotros es importante a un contexto que no podemos modificar. Entonces, a las personas que son tremendamente sociables y necesitan estar continuamente en contacto, les diría que cambien los planes de terraceo por quedadas en casas, en cafeterías o en restaurantes, por ejemplo. Cosas concretas que las pongan en contacto, pero sin sufrir a lo tonto".

Con todo ello el experto propone a la sociedad en su conjunto realizar "una especie de diario de gratitud al finalizar el día" en el que destacar tres cosas "positivas del día, que hayan ido bien y que hayan sido coherentes con uno mismo".

"¿Que las has encontrado? Genial, lo estás haciendo bien. ¿Que no has podido? Pues ya analizamos qué está pasando para ver hay algo que podemos modificar", señala.

En definitiva, una actividad que ayuda a valorar las pequeñas cosas de la vida, pese a los problemas y preocupaciones del día a día, a ver lo positivo, y a "no dejarnos llevar por el estado de ánimo sino a aceptarlo y hacer esas cosas que sí que son importantes y que forman parte de nuestros valores".

"Es una manera de evitar caer en el dejar de hacer cosas por estar mal. Porque la trampa de la felicidad es tener que estar bien y a veces hay que hacer las cosas, no para estar bien o por el resultado emocional que den, sino porque simplemente son importantes para uno", concluye.