Imagen de la zona de tapas de la Catedral de Valladolid
Adiós a dos bares históricos en el centro de Valladolid: el gran cambio de la zona de tapas que ha marcado varias épocas
Vecinos, clientes y hosteleros muestran su preocupación por la pérdida de "identidad" de este enclave "de moda" en la ciudad, pero el presidente de la Asociación de Hostelería advierte de que "siempre quedará algo".
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Cada vez son menos los bares y restaurantes históricos, comúnmente conocidos como "los de toda la vida", que sobreviven a los nuevos tiempos. Un hecho que se hace palpable en ciudades como Valladolid, donde muchos vecinos ya muestran su preocupación por la pérdida de "tradición e identidad" de algunas de sus zonas de ocio y restauración más emblemáticas de la capital.
La falta de relevo generacional, el aumento de precios, las nuevas tendencias hosteleras, la imposibilidad o incluso negación a adaptarse a los cambios por el intento y el propósito de mantener en el tiempo algo tan icónico y representativo como lo tradicional... Son muchas las razones que podrían haber motivado esta situación.
Una realidad que, aunque hay quien ha sabido amoldarse, otros tantos, sobre todo los grandes apasionados del concepto más informal de los bares y restaurantes de toda la vida, lamentan.
Imagen de la bocatería El Álamo tras su cierre
Sea como fuere, lo cierto es que cada vez son más los negocios históricos que van bajando la persiana en la ciudad del Pisuerga. Ejemplo de ellos es que en los últimos meses, los vallisoletanos se han despedido de dos bares de toda la vida de la zona de la Catedral, una de las más famosas de Valladolid en cuanto a hostelería, y que, además, han formado parte de varias generaciones a lo largo de su historia.
Uno de ellos es la mítica bocatería El Álamo. Situado en el número 7 de la calle Catedral, este establecimiento se dio a conocer hace décadas entre vecinos y turistas, además de por su hospitalidad, buen trato y cercanía, por su localización y sus deliciosos bocadillos, hamburguesas y tapas con productos de temporada, de proximidad y de primera calidad.
Diferentes platos que le convirtieron en uno de los bares más frecuentados de la ciudad. Era todo un reclamo. Sin embargo, hace unos días este ha anunciado su cierre definitivo tras años de actividad por motivos que, por el momento, no han trascendido.
El local, concebido como un punto de reunión entre familias y amigos, ya ha cerrado sus puertas dejando a la ciudad sin uno de sus rincones más emblemáticos y queridos y tristes y desolados a sus cientos de clientes, quienes han recurrido a las redes sociales para expresar su sorpresa ante esta decisión tan repentina, manifestando su pesar por no volver a poder disfrutar más de aquellas mañanas, tardes y noches de bar que ya forman parte del recuerdo.
Todos ellos lo seguirán recordando como lo que es, "un clásico de la zona centro" que hacía "los mejores bocadillos de la ciudad".
A este cierre se suma también el de el bar La Piedra, otro de los grandes iconos de la hostelería local y el ocio nocturno, que se despidió de la sociedad pucelana hace unos meses, también por causas desconocidas y tras varios años de actividad en la misma calle Catedral.
Al igual que el anterior, pero a través de un modelo de negocio muy diferente, este establecimiento también ha formado parte de varias generaciones tras haberse convertido en el escenario de tardes y noches inolvidables de música, cócteles y mucha diversión.
El que los propios clientes definen como "el mejor bar de Valladolid", "mi refugio para cuando las cosas van mal" y "un negocio histórico con una música excelente y unos cócteles excepcionales".
En este caso, también son muchos los que ya lo echan en falta, pese a que tampoco conocen lo que ocurrirá con el local a partir de ahora.
Una zona "indistinguible y sin carácter"
Ahora bien, la cosa va todavía más allá, dado que ambas noticias han acentuado todavía más la preocupación entre vecinos, clientes habituales e incluso los pocos propietarios de negocios históricos que quedan y que tanto lucharon por construir "un lugar de ocio agradable", por la hostelería de la zona, teniendo en cuenta que esta ya suma varios cierres de locales de siempre en un corto periodo de tiempo.
Una realidad que, aseguran, está motivando un importante cambio hacia un ocio más "indistinguible y sin carácter" en las inmediaciones de la Catedral, con la instalación de nuevos negocios que, tal y como reconocen algunos, hacen que los propietarios de los locales vean una fantástica oportunidad "de aumentar sus ganancias".
Por su parte, el presidente de la Asociación de Hostelería de Valladolid, Jaime Fernández, ha manifestado que sí es cierto que desde la entidad están apreciando una notable pérdida de negocios de toda la vida.
Si bien, asegura que la principal razón por la que estos están echando el cierre es por la falta de una generación que continúe con la actividad de los establecimientos ante la jubilación de sus propietarios.
Imagen la zona de tapas de la Catedral
Del mismo modo, confirma que identidad de la zona sigue conservando la esencia de los restaurantes clásicos "que se van manteniendo". "El problema es que cuando los clásicos van cerrando, no hay una continuación sobre ese tipo de cocina, sino otra más actual que el empresario considera que va a ser más beneficiosa", explica.
Fernández también afirma que esta situación también ha venido propiciada por el hecho de que "todo ha cambiado desde la pandemia". Tanto "hábitos de consumo, como formas de salir y consumir" y, en lo que se refiere a esta zona, también "el tipo de clientes".
Por ello, su consejo es "adaptarse a lo que realmente hay" bajo la convicción de que, pese a todo ello, "nunca se va a perder la cocina de siempre porque es la base de todo". "Sí que se va perdiendo, pero siempre quedará algo", apunta.
Con todo ello, el hostelero defiende que la zona de la Catedral no solo sigue siendo "la zona de tapas más importante y una de las más de moda de Valladolid, con previsiones de que así siga siendo," sino también "una de las que más ha crecido".