Abisinios de la confitería El Bombón de Valladolid

Abisinios de la confitería El Bombón de Valladolid El Bombón Valladolid Facebook

Valladolid

Los 'donuts' que se inventaron en Valladolid en 1935 y que están más ricos que los americanos

Dulces muy característicos de la ciudad del Pisuerga que también se pueden encontrar en diferentes municipios de Castilla y León

26 febrero, 2024 07:00

Uno de los dulces más consumidos por la población mundial es, sin duda, el donut, una especie de rosquilla de pan dulce, que, en su versión original, está frita en grasa de cerdo. Se vende en diferentes formatos y es muy común en países como Estados Unidos. 

Es cierto que el donut propiamente dicho no es originario de España. Si bien, nuestro país puede presumir con mucho orgullo de haber creado el suyo propio, un bollo que se aleja un poco del más común y tradicional, sobre todo en aspecto y forma, pero que no tiene nada que envidiar a los americanos. 

Y es que, lo más curioso de todo es que este se inventó en Castilla y León, concretamente en Valladolid. De hecho, es uno de los dulces más típicos e históricos de la ciudad del Pisuerga, aunque no se conoce como donut sino como abisinio. 

Se trata de un bollo tradicional esponjoso y dorado, elaborado a partir de una masa de harina, azúcar, sal, huevos, leche, levadura y mantequilla, que posteriormente se fríe, se rellena de crema pastelera y se espolvorea con azúcar. Este se puede encontrar en cualquier pastelería de la ciudad de Valladolid, pero también en municipios castellanos y leoneses como el vallisoletano de Medina de Rioseco o el segoviano de Cuéllar. Además, en otros puntos de España, se comercializa un dulce similar, que no igual, bajo el nombre de berlina, suizo o pepito. 

Abisinios

Abisinios

Son varias las teorías que circulan sobre el origen del abisinio. Sin embargo, una gran parte de las informaciones publicadas evidencian que este fue creado en 1935 por el pastelero Felipe Hernández, de la Confitería El Bombón de Valladolid, hoy regentada por su nieto Paco y también liderada por su bisnieta Inés. 

Fue él quien, basándose en creaciones que estaban triunfando fuera de nuestras fronteras, como las berlinas en el norte de Europa o los donuts en Estados Unidos, ideó una elaboración propia que integró de inmediato en su tienda. 

Por aquel entonces, Felipe rondaba los 30 años y ya había abierto su primer negocio, inicialmente llamado con su nombre. Allí era donde vendía productos que él mismo preparaba a partir de recetas propias y de otras que triunfaban en el extranjero y que sacaba de libros y revistas relacionadas con el sector. 

Imagen de Felipe Hernández junto a su familia a las puertas de su primera confitería

Imagen de Felipe Hernández junto a su familia a las puertas de su primera confitería El Bombón Valladolid Facebook

Revisando estos documentos, Felipe descubrió que, desde hacía ya varios años, en Europa las masas de levadura azucaradas se freían, dando como resultado unas bolas que posteriormente se rellenaban con diferentes mermeladas.

Estas triunfaron hasta en Estados Unidos, donde también se dieron cuenta de que, quitándoles la parte central y dándoles forma de rosquilla, podrían evitarse el relleno, así como que la masa quedase cruda en las zonas más internas. Crearon entonces los famosos donuts. 

Fue entonces cuando Felipe, acostumbrado a que en España ese tipo de masas se cocinasen mediante horneado, dando lugar a dulces como bollos suizos o medianoches, se animó a probar esta técnica con la que finalmente terminó creando el delicioso abisinio. Un dulce relleno, en sus primeros años de avellana y posteriormente y hasta la fecha de crema pastelera, que es capaz de conquistar hasta los paladares más golosos. Su creador lo bautizó con este nombre por la guerra de Abisinia que tuvo lugar ese mismo año en Etiopía y que tanto salió en las noticias españolas. 

Poco a poco este fue adquiriendo cada vez más popularidad, hasta que hace años logró convertirse en uno de los dulces por excelencia de la ciudad de Valladolid, ante el gran asombro de su creador. Y es que, irte de Pucela sin degustar un delicioso abisinio es ya algo así como una especie de pecado. ¡No te quedes sin probarlo!