Los tres cuadros de Goya en el Museo de San Joaquín y Santa Ana

Los tres cuadros de Goya en el Museo de San Joaquín y Santa Ana

Valladolid

Las tres joyas que Goya pintó tras la muerte de su padre se esconden en un brillante museo de Valladolid

Una delicia, en pleno centro de la ciudad del Pisuerga, que, inexplicablemente, recibe apenas 4.000 visitas anuales

16 octubre, 2023 07:00

En los últimos días hemos conocido que el próximo 27 de octubre Amazon Prime estrenará la serie ‘Memento Mori’. Una producción audiovisual en forma de seis capítulos que está basada en la trilogía ‘Versos, canciones y trocitos de carne’ de la novela del genial autor vallisoletano César Pérez Gellida.

Sin embargo, el escritor pucelano, nacido en la ciudad del Pisuerga en el año 1974, que es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y cuenta con un máster en Dirección Comercial y Márketing por la Cámara de Comercio de Valladolid, también escribió en el año 2019 una novela que lleva por nombre ‘La Suerte del Enano’, que es la que ha inspirado este reportaje.

En la misma, se cuenta la historia de un gran golpe al Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Asesinatos cargados de incógnitas, la protagonista es una inspectora de policía que no se muestra muy social y que está empeñada en librar todo tipo de batallas y también cobra un protagonismo un museo muy especial de la ciudad, como es el de San Joaquín y Santa Ana, y los tres brillantes cuadros de Goya que guarda en su interior. 

“No tenía el honor de conocer a César Pérez Gellida, pero tenemos un amigo común que se llama Javier. Un día quedamos los tres y el escritor se quedó alucinado con todo el valor artístico que tenemos en el interior del Museo y Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana. La Dolorosa, el Cristo Yacente, los tres cuadros de Goya… Todo le encantó”, nos cuenta, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, el director del Museo de San Joaquín y Santa Ana, Jesús Antonio del Río Santana.

Tras esto y después de que Gellida volviera a sorprenderse cuando el director le dijo que por allí solo pasaban 2.700 personas al año, el escritor decidió que en su oba iba a aparecer esta joya vallisoletana que está infravalorada y que pocos turistas, incluso vallisoletanos, conocen. Y eso, al que escribe, le produce una gran tristeza.

Fachada del Museo de San Joaquín y Santa Ana

Fachada del Museo de San Joaquín y Santa Ana

“Me dijo que iba a hacer un libro en el que apareciera el museo. No puedo tener palabras de agradecimiento para lo que hizo. Es una gran persona”, nos confiesa nuestro entrevistado.

Un poco de historia y Francesco Sabatini, protagonista

El Museo de San Joaquín y Santa Ana cuenta con una historia preciosa. Se crea, por Orden Ministerial, el 25 de junio del año 1951. El primer director fue Gratiniano Nieto. Ahí se forma el patronato que estaba configurado por el rector de la Universidad, el Arzobispo de Valladolid y personajes influyentes de la Academia de la Purísima Concepción. Ahí se ponen las cartas sobre la mesa con el fin de que este proyecto llegara a buen puerto.

Sin embargo, la historia del Real Monasterio de San Joaquín y Sana Ana se remonta a muchos años atrás. Fue en 1596 cuando las monjas llegan y compran al regidor Salazar toda la extensión territorial. Le encargan a Francisco de Praves la reconstrucción del lugar. Sin embargo, no fue muy acertada y en pocos años, amenazaba ruina.

La imponente iglesia de San Joaquín y Santa Ana

La imponente iglesia de San Joaquín y Santa Ana

“Las monjas, siendo Fundación Real, acudieron al rey Carlos III. Le solicitan el derribo y posterior construcción de un nuevo monasterio. El monarca mandó a Francesco Sabatini Sabatini en el año 1777. Las monjas acabarán entrando en la nueva construcción el 1 de octubre de 1787”, nos explica el director, desde hace 32 años, del lugar.

Por catastro, el espacio cuenta con 5700 metros cuadrados. Es de estilo Neoclásico y una de las mejores obras, por no decir la mejor, de Sabatini. Con una iglesia espectacular y decenas de joyas de las que merece la pena disfrutar.

Los tres únicos cuadros de Goya al alcance del público en Castilla y León

La historia cuenta que Francesco Sabatini, tras finalizar la iglesia del lugar, solicita a las monjas la instalación de cuadros en los retablos menores. Éstas los colocan, pero el resultado no le gustó mucho al arquitecto. Sobresalían, estaban a diferentes alturas… total, que como no existía la armonización que él deseaba acudió a hablar con su Majestad.

“Sabatini pide al rey que sus pintores de cámara realicen seis lienzos para el Museo de San Joaquín y Santa Ana. Pide que sea Goya. En ese momento, el pintor sufre uno de los momentos más trágicos de su vida como fue la muerte de su padre, por lo que dice que él sólo va a poder hacer tres de ellos, como finalmente fue”, añade Jesús Antonio del Río Santana.

Las obras de Goya llegaron al lugar en el año 1787. Representan la obra más íntima y sentimental de las que tiene el famoso pintor zaragozano. Y tenemos la suerte de disfrutarlos en Valladolid. Los únicos que están al alcance del público en Castilla y León.

“El primero de los cuadros se llama ‘San Bernardo curando a un tullido’. El del centro es ‘La Muerte de San José’ y el último ‘Santa Ludgarda’. Es muy importante el segundo citado porque el artista se inspira en la muerte de su propio padre para representa el fallecimiento de su padre. Expresa todo el dolor en esa obra”, añade nuestro entrevistado.

La Muerte de San José, de Goya

La Muerte de San José, de Goya

El dolor de la muerte de su padre reflejado en tres cuadros y muchas joyas más

Goya pintó estos tres cuadros en un mes. Lo hace en el máximo de su apogeo artístico. En su obra, en general, destacan, desde el punto de vista cromático, los colores rojos, azules, verdes o amarillos. Tonos muy vivos que contrastan hasta límites insospechados con los usados en estos tres cuadros tras ese trágico momento de la muerte de su padre.

“Goya era un genio, un mago del Impresionismo. Sin embargo, era persona. Su dolor se refleja en estos tres lienzos, no hay duda. Con ellos necesitaba desahogarse, mostrar sus sentimientos de pena. Merece la pena observar con atención estas tres joyas. Los turistas que vienen se quedan boquiabiertos con ellos”, añade el director.

El museo organiza visitas guiadas que merecen mucho la pena. Todo para contemplar, además de los cuadros citados anteriormente, elementos patrimoniales que van desde lo artesanal a lo artístico. Una alfombra de nudo turco de estilo oriental del siglo XVII, que pasa por ser de las más grandes de Europa. La colección más grande de Niños Jesús de España. La Dolorosa, de Pedro Mena, o el Cristo Yacente, de Gregorio Fernández, ni más ni menos.

El Cristo Yacente de Gregorio Fernández

El Cristo Yacente de Gregorio Fernández

Un museo que busca revivir

Estamos en los 4.293 visitantes al año. Son cifras irrisorias, sumamente bajas. Somos de los museos menos visitados de Castilla y León. Algo falla. Hemos realizado campañas de marketing, de difusión y demás pero no conseguimos llegar a esa potencial persona que puede llegar hasta aquí”, afirma Jesús Antonio del Río Santana.

El director del Museo de San Joaquín y Santa Ana entona el mea culpa, pero también pide “más apoyo”. Algo positivo, como ha ocurrido con unos turistas que llegaba desde Valencia y que no tenían programada la visita en su itinerario, es que, seguro que repiten, porque también quedaron fascinados.

“Soy consciente de que somos una institución privada. Pero, si la Fundación Municipal de Cultura nos reduce las horas de apertura, como ha hecho, creo que se nos perjudica notablemente. Nosotros dependemos de los turistas para sobrevivir. Si llegan 4.000, por tres euros, tenemos que tirar todo el año con 12.000 euros. Es duro”, finaliza nuestro entrevistado.

Una joya que guarda en su interior tres obras maestras de Goya y que merece ser más visitado tanto por los turistas, como por los propios vallisoletanos.

El director del Museo de San Joaquín y Santa Ana, Jesús Antonio del Río Santana

El director del Museo de San Joaquín y Santa Ana, Jesús Antonio del Río Santana