Ramón Pérez de Castro. Fotografía: Fernando Fradejas

Ramón Pérez de Castro. Fotografía: Fernando Fradejas

Valladolid

Profesor, pregonero y mayordomo: “En Medina de Rioseco se es cofrade desde que se nace”

Ramón Pérez de Castro fue el encargado, el pasado sábado, de oficializar el pregón de una Semana Santa, la de la Ciudad de los Almirantes, declarada de Interés Turístico Internacional

13 abril, 2022 07:00

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De Interés Turístico Internacional y Bien de Interés Cultural de Carácter Inmaterial. La Semana Santa de Medina de Rioseco es única y vivirá, desde mañana, Jueves Santo, sus días grandes con pasos de valor incalculable y un sentimiento único que se vive en pocos municipios a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.

De la semana de pasión riosecana sabe mucho Ramón Pérez de Castro (Medina de Rioseco, 45 años) que ha sido el encargado de recitar el pregón este año 2022, el del reencuentro dicen tras la pandemia del coronavirus, siendo además mayordomo, primera vez en la historia que se produce este hecho en la Ciudad de los Almirantes.

Amante del arte y de la historia es además profesor del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid. Los viajes, la música clásica y el trato con los familiares y amigos, sus hobbies y la Semana Santa de Medina de Rioseco, su pasión, como nos cuenta en esta entrevista en la que atiende a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León.

P.- Es cofrade de la Desnudez y de la Piedad. ¿Desde cuándo?

R.- En Medina de Rioseco se es “cofrade” —así, en general— desde que se nace porque toda la ciudad está implicada de una manera u otra en la celebración de la Semana Santa. No obstante, hasta los años 70 y 80 del siglo pasado, lo más frecuente es que se entrara a formar parte de las cofradías a una edad algo mayor, incluso después de realizar el servicio militar o superada la mayoría de edad. A medida que la Semana Santa tomó un cariz aún más identitario, comenzó a ser frecuente que los niños e incluso recién nacidos entraran cada vez más a formar parte de las listas de cofrades. Así, en mi caso, participé en muchas reuniones de La Desnudez, mi cofradía por línea paterna, y en sus desfiles procesionales mucho antes de ser hermano de ella, cosa que se produjo hace unos 35 años aproximadamente. Al mismo tiempo entré a formar parte de la cofradía de la Piedad, que desfila el Viernes Santo, cumpliendo, con gusto, con la herencia recibida de mi familia materna. Y ahí sigo. Y ahí siguen mis hijas.

P.- ¿Qué recuerda a lo largo de los años de su etapa como cofrade?

R.- Como he dicho antes, todo riosecano abre sus ojos a la Semana Santa al mismo tiempo que comienza a ver el mundo y ésta llega a articular y definir una parte de ese pequeño mundo. Por ello, los primeros recuerdos, los juegos, la infancia y la juventud y todas las etapas de la vida están salpicadas de momentos y vivencias que tienen que ver con la Semana Santa. La cofradía, en concreto, es un lugar común en el que, además de profundizar en la fe, se sociabiliza con intensidad pues ofrece muchas ocasiones (juntas, refrescos, cenas, momentos de alegría y de dolor o esfuerzos comunes) en los que personas muy distintas y de edades muy diversas se reúnen, compartiendo unas vivencias comunes… de generación en generación. Uno no puede olvidarse de la admiración con la que de niño veía a sus mayores llevando el paso o en las juntas (y verla reflejada en los que hoy son niños), las lágrimas de algún familiar al discurrir la procesión, la primera vez que portó el paso o el día en el que sirvió la cofradía como mayordomo. Muchas veces ni siquiera se trata de imágenes: basta un olor o un sonido para evocar todo un mundo pasado que se hace presente esos días.

P.- Es la primera vez que un mayordomo es también pregonero en Medina de Rioseco. ¿Un honor?

R.- Sin duda. Un honor doble y una doble responsabilidad, aunque de carácter muy distinto. Cumplir esa responsabilidad, preocupado y empeñado en que todo salga según se espera, es donde radica el honor y el orgullo. En el caso de la mayordomía, el cargo supone una responsabilidad ansiada tras muchos años de espera, manteniendo una tradición que se pierde en el tiempo y que se ha mantenido ininterrumpidamente, pasase lo que pasase. La designación como pregonero me resulta algo más coyuntural pero también un honor inmerecido.

P.- ¿Cuándo se lo comunican y qué piensa en un primer momento?

R.- La designación como pregonero se debe al anterior presidente de la Junta de Semana Santa, Julio de las Heras, y a su equipo de trabajo. Me gustaría agradecérselo tanto como su infinita paciencia. Antes de aceptar tuve un profundo periodo de reflexión.  En Rioseco el pregón es un acontecimiento verdaderamente solemne e importante, pero, además, al celebrarse la víspera del Domingo de Ramos y tras el traslado de los pasos a las iglesias, es un acto muy popular: es el definitivo aldabonazo que inaugura nuestra Semana Mayor con todo lo que conlleva. He asistido a casi todos los pregones desde el que pronunciara el entonces arzobispo Carlos Amigo en 1987. Por eso mismo soy muy consciente de la altura y el nivel de las personas que han ostentado ese cargo, de sus méritos y de mis capacidades. No obstante, tomada la decisión y aceptada la designación, la pandemia hizo que todo se paralizara. La nueva Junta de Semana Santa que tomó el relevo, con Antonio Herrera a la cabeza, no sólo mantuvo el nombramiento, sino que decidió que el pregón se celebrase cuando se recuperara cierta normalidad. Por ello también he de mostrarles mi agradecimiento.

P.- Es un auténtico experto de la Semana Santa de Medina de Rioseco. ¿De dónde viene el interés?

R.- Desde siempre. Haber nacido en esta localidad y en una zona como Tierra de Campos, rodeado de tan variado e importante patrimonio artístico y cultural fue una verdadera suerte y sentó, sin saberlo, las bases de mi vocación como historiador del arte. Vivir aquí me permitió (y me permite) tener un contacto directo —incluso físico— con las obras… y eso no se puede olvidar. Pronto descubrí que además de paladear la belleza del arte y su trascendencia había muchas preguntas que hacerse y que necesitaban respuesta. Y en ello ando, preguntando y aprendiendo… y no sólo en los archivos y en los libros porque también sigo aprendiendo de muchas otras personas y cofrades. La necesidad de saber más de lo que realmente me importaba hizo que pronto comenzara a ocuparme del patrimonio religioso y del penitencial en concreto. Casi diría que no tenía escapatoria. Y bien que lo agradezco. Poco a poco fueron creciendo los intereses y los enfoques, pero el germen estuvo aquí.

P.- Además, es profesor del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid. ¿Desde cuándo?

R.- Estudié Historia del Arte en la Universidad de Valladolid y tuve la suerte de acceder al Departamento primero como becario de investigación al concluir la carrera y en el 2004 como profesor.

P.- ¿Cómo combina ambas cosas?

R.- Perfectamente. Tengo la sensación de que ha existido cierta atomización y falta de visión multidisciplinar en el estudio de la Semana Santa. También que muchos de sus aspectos nucleares han sido desatendidos por el ámbito académico y científico por considerarlos irrelevantes, fuera de su ámbito de análisis. Muchas veces el menosprecio de lo que se considera de insuficiente calidad, popular, eminentemente devocional… o simplemente alejado del paradigma vallisoletano ha impedido valorar en su justa medida elementos referenciales que sirven para entender el desarrollo estético de otras épocas y poder trazar nuevas historias. En este sentido, aún falta mucho trabajo por hacer y por revisar. El patrimonio ligado a la Semana Santa en nuestra comunidad es ingente y no se limita a los pasos procesionales

P.- ¿Qué significado tiene para usted la Semana Santa de Medina de Rioseco?

R.- Son mis raíces y una parte esencial de mi forma de ser, un lugar común que comparto con varios miles de personas. Ver a niños de pocos meses vestidos con túnica y a una persona fallecida con el mismo hábito que llevó en su vida, rodeado y siendo alumbrado por los que fueron y seguirán siendo sus hermanos me sigue pareciendo algo de una profundidad que estremece. Y, por supuesto, si el hecho semanasantero está presente a lo largo del año, es en estas fechas cuando reverdece de forma especial.

P.- ¿Qué día destacaría?

R.- A diferencia de otras Semanas santas, y con el permiso del Domingo de Resurrección, todo se concentra esencialmente en el Jueves y el Viernes Santo. Invitaría a venir ambos días pues son procesiones muy distintas entre sí. Incluso dentro de ellas hay una gran diversidad de formas y matices: la espectacularidad y tensión a duras penas contenida de la salida de los pasos grandes y del Cristo de la Paz el Viernes se conjuga con la elocuente sobriedad de cofradías como la Piedad o el Sepulcro. Hay momentos para el recogimiento y para la algarabía, para la contemplación y para la acción…  diría que hasta para lo divino y para lo humano… porque es una Semana Santa no diseñada, siempre viva. El espectador debe buscar esos momentos, recorrer las calles: ver salir los pasos de Santiago o Santa María, ir al baile o a la rodillada, contemplar el desfile de los gremios antes de los oficios, oir al pardal o a los tapetanes o los oídos…  Bajo una puesta en escena aparentemente sencilla podrán encontrar una verdad contagiosa que los riosecanos transmiten, se sea de donde se sea. El marco urbano —especialmente los soportales de la calle mayor—y las imágenes procesionales lo hacen aún más atractivo.

P.- ¿Qué pasos?

R.-Todos, sin duda. Uno de los elementos más interesantes de la Semana Santa riosecana son sus pasos procesionales y estos conforman un conjunto prácticamente cerrado desde hace siglos, que mantienen el uso para el que fueron concebidos y que siguen desfilando de una forma parecida a antaño. En cada uno de ellos se reconocen historias muy diversas: desde la expresividad gótica de la Piedad al modernismo de la Soledad; desde la huella de Gregorio Fernández en el Descendimiento a la importancia de los talleres autóctonos de familias como los Sierra o los Bolduque (Cristos de la Clemencia, de la Paz o de la Pasión, Nazareno de Santa Cruz, etc.). Somos muy afortunados de contar con este patrimonio artístico conformado esencialmente en los siglos XVI-XVII y que sigue reuniéndonos, saliendo a la calle y emocionando. Tengo razones sentimentales o artísticas para filiarme más a unos que a otros, pero la Semana Santa de Rioseco no sería la misma sin alguno de ellos.

P.- Objetivo y deseo para los días grandes de la Semana Santa de Medina de Rioseco.

R.- Salud, emoción y reencuentro… que por fin sea una Semana Santa plena.