Mónica Domínguez posa en la finca junto a una de sus vacas Cedida
Mónica, joven ganadera (29) que lamenta tanta burocracia: “Hoy el 50% del trabajo es campo y el otro 50% en oficina”
La salmantina es el Premio Joven Agricultora del Año 2025 por su modelo sostenible de ganadería, agricultura y apicultura en Valdefuentes de Sangusín (Salamanca) y todo un ejemplo de mujer trabajadora: "En mi pueblo, las mujeres siempre han sido ganaderas".
Más información: Rosa y Luisma, pareja joven de apicultores, sobre las ayudas al campo: "Empezar de cero en la ganadería es imposible ahora"
Valdefuentes de Sangusín es un pequeño municipio salmantino donde casi todas las familias han tenido vacas alguna vez. No llega a los 200 habitantes.
Allí, Mónica Domínguez García, de 29 años, ha demostrado que el relevo generacional en el campo no solo es posible, sino que puede ser un ejemplo de innovación y compromiso.
Su proyecto ‘Agricultura y apicultura sostenibles en Peromingo y Los Santos’ ha sido reconocido con el Premio Joven Agricultora del Año 2025, que concede ASAJA en el marco del XI Congreso Joven Agricultor celebrado en IFEMA Madrid.
Además, ha recibido el Premio Compromiso Social, y será la representante de España en el Congreso Europeo de Jóvenes Agricultores, que se celebrará el 19 de noviembre en Bruselas. EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León habla con ella para conocer más sobre una mujer que asegura que nunca ha vivido momentos de machismo ya que “siempre ha sido una más”.
“Yo me he criado entre vacas”, cuenta Mónica con una sonrisa. Hija y nieta de ganaderos, pertenece a la cuarta generación de una familia dedicada al vacuno de carne.
Desde niña, tuvo claro que su futuro estaría ligado al campo. “Siempre he tenido un vínculo especial con los animales. Quería formarme en algo relacionado con ellos”, explica.
Roberto y Mónica con colmenas de abejas Cedida
Eligió estudiar Ingeniería Agrícola, una decisión que amplió su visión sobre la gestión del territorio. “Ser ingeniera me permite controlar todos los palos del campo, desde la ganadería hasta la agricultura”, dice. Tras finalizar el máster en agronomía y la jubilación de su padre, tomó las riendas de la explotación familiar.
Su filosofía se basa en mantener la tradición sin renunciar a la tecnología: “Llevamos siempre de la mano la tradición y la innovación. Queremos que la ganadería sea sostenible con el medio y más cómoda para quienes trabajamos en ella”.
El proyecto Sorillo: vacas, abejas y territorio
Junto a su pareja, Roberto, Mónica lidera el proyecto Sorillo, una iniciativa que combina ganadería extensiva, agricultura sostenible y apicultura. Lo que empezó como un hobby, unas pocas colmenas, se ha convertido en una actividad profesional y rentable. “Cuidamos las colmenas, hacemos la trashumancia, extraemos la miel y la envasamos nosotros mismos”, explica.
Comercializan su producción bajo una filosofía de circuito corto y calidad artesanal, vendiendo directamente en su web, en tiendas gourmet y en su entorno más cercano.
“No buscamos tener mucho volumen, sino una producción cuidada y de calidad. Queremos que quien pruebe nuestra miel sepa que detrás hay una historia y un paisaje”, asegura.
Pero Sorillo no se queda en la producción: también abre las puertas del campo al público. Con la ‘Experiencia Sorillo’, los visitantes pueden ser “ganaderos o apicultores por un día”, aprender sobre el manejo de las colmenas y finalizar con una cata de miel, polen y productos locales.
Mónica posa junto a su pareja y socio Roberto Cedida
“Nos gusta que la gente vea lo que hacemos y confíe en nuestro producto. Es otra forma de acercar el campo a la sociedad”, dice Mónica.
A pesar de las dificultades del sector, Mónica nunca ha sentido barreras por ser mujer. “En mi pueblo las mujeres siempre han sido ganaderas. Somos un pueblo pequeño, de 190 habitantes, pero casi todas las familias tienen vacas, y en muchas, la ganadera es la mujer”, cuenta con orgullo.
Su experiencia rompe clichés sobre el papel femenino en el mundo rural. “Nunca me ha supuesto un problema. Al contrario, lo que he visto siempre es que las mujeres del campo son fuertes, resolutivas y trabajadoras”, afirma.
El peso de la innovación
Mónica habla con entusiasmo de la tecnología aplicada a la ganadería. En su explotación utilizan collares inteligentes para monitorizar la actividad de las vacas en tiempo real, controlar partos o localizar animales.
“Gracias a esos datos, sabemos qué animales son rentables, detectamos problemas y mejoramos la productividad. El futuro del campo pasa por la innovación”, sostiene.
También han incorporado el vallado virtual, una herramienta que les permite delimitar parcelas de manera digital, sin necesidad de alambradas físicas.
“Si le contara esto a mi abuelo, no se lo creería”, dice asombrada.
Para Mónica, el secreto del relevo generacional pasa por la formación y la pasión. “El campo tiene muchas dificultades, pero también muchas cosas buenas. Si no tienes pasión, no vas a durar. No es un negocio para enriquecerte, sino una forma de vida”, reflexiona.
Y añade: “Hoy el 50% del trabajo de un ganadero está en el campo y el otro 50% en la oficina. La burocracia es enorme, y si no estás formado, te come el papeleo”.
Mónica, Roberto y Estefanía
El proyecto Sorillo también se ha convertido en un espacio educativo. La explotación forma parte del programa Cultiva del Ministerio, recibiendo alumnos que realizan prácticas y talleres formativos. “Nos gusta involucrar a los jóvenes para que vean que el campo puede ser atractivo y moderno”, explica.
En esta visión comunitaria destaca Estefanía, la tercera integrante del proyecto. Diseñadora del etiquetado y la imagen de la marca, ella, también del entorno rural, fundó su propia empresa de diseño inspirada por Sorillo.
“Su evolución es otro ejemplo de cómo desde los pueblos se pueden crear proyectos con alma y futuro”, subraya Mónica.
Todo este día a día queda reflejado en sus redes sociales, @sorillomielartesanal, tanto en Instagram como Facebook.
De Salamanca a Bruselas
Mónica representará a España en el Congreso Europeo de Jóvenes Agricultores. “Nos hace mucha ilusión poder llevar nuestra visión del campo español, compartir experiencias y aprender de otros países”, cuenta.
Su mensaje para Bruselas es claro: “Menos trabas y más apoyo real. Las normativas son necesarias, pero deberían ser más simples. La burocracia nos asfixia”.
Cuando se le pregunta por el futuro, Mónica no duda: “El futuro del campo pasa por la sostenibilidad y la innovación. Tenemos que ser productivos, respetar el medio y hacer que el trabajo sea más atractivo para los jóvenes”.
Y concluye con una convicción que resume toda su filosofía: “El campo no es cosa del pasado. Es el presente y el futuro, y quienes lo trabajamos somos los que realmente damos de comer al mundo”.