Agente de la Policía Nacional de Salamanca
“Dos camisetas de Messi del Mundial”: así hablaban los condenados por traficar droga desde pisos en Salamanca
Vendían hachís, cocaína y cannabis desde domicilios de la capital, Santa Marta y Villoruela. También se les requisaron armas y más de 40.000 euros.
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No usaban jerga como en las películas. Hablaban de “camisetas de Messi” o “chocolate”.
A simple vista, nadie habría sospechado que se referían a hachís. Pero detrás de esas palabras, lo que había era un flujo constante de droga por varios barrios de Salamanca y municipios cercanos.
Ahora, la Audiencia Provincial ha cerrado el caso: seis condenas, 13 años de prisión y más de 160.000 euros en multas.
El grupo se repartía funciones. Unos viajaban al sur del país para traer la mercancía; otros se ocupaban de esconderla, cortarla y venderla desde pisos y garajes.
Entre todos sumaban kilos de hachís, algunas dosis de cocaína de alta pureza, cannabis e incluso MDMA. En los registros también se encontraron cuchillos, básculas, una mini katana y más de 42.000 euros en efectivo.
Las penas varían según el rol de cada uno. Las más altas superan los tres años de cárcel, con multas de hasta 60.000 euros. Otros, que actuaban en los escalones más bajos de la red, han sido condenados a poco más de un año y sanciones económicas menores, aunque igualmente relevantes.
Varios reconocieron su adicción a las sustancias que distribuían, y eso ha suavizado las condenas en algunos casos.
Los investigadores llegaron hasta ellos tras meses de escuchas telefónicas y vigilancias en la calle.
Los movimientos eran repetitivos. Personas entrando en un portal y saliendo con rapidez. Coches que paraban frente a una vivienda y se iban al momento. Todo eso, sumado a los pinchazos telefónicos, permitió ir atando cabos.
Durante los registros se intervinieron placas de hachís, bolsas con cannabis, sobres con cocaína, instrumentos de pesaje y dinero escondido entre ropa o bajo mesas. En uno de los domicilios incluso se encontró una pistola táser.
Ahora la droga será destruida. El dinero queda requisado. Y algunos de los condenados podrían evitar entrar en prisión si cumplen con programas de desintoxicación y ciertas condiciones fijadas por el tribunal.