Traslado del cuerpo de Santa Teresa de Jesús a su sepulcro en Alba de Tormes Luis Cotobal

Salamanca

Santa Teresa regresa a su sepulcro en Alba de Tormes tras ser venerada por más de 90.000 peregrinos

Ocho frailes carmelitas descalzos trasladan la urna de plata en un cortejo solemne que pone fin a quince días de devoción histórica.

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El cuerpo de Santa Teresa de Jesús ha regresado este lunes a su lugar. La urna de plata con los restos mortales de la santa ha sido devuelta al camarín de la Basílica de Nuestra Señora de la Anunciación tras más de dos semanas de exposición pública.

Ha sido una despedida sobria, pero con todo el peso de una historia que no se repite fácilmente. Según los datos facilitados por la Orden del Carmelo, más de 90.000 personas han pasado por Alba durante estos quince días.

El traslado comenzó a primera hora de la mañana. Ocho carmelitas descalzos, cada uno procedente de un convento distinto, portaron en andas la urna desde la plaza de Santa Teresa, atravesando Sánchez Rojas y la plaza Mayor, hasta la puerta del Museo Carmus.

Al frente de la comitiva, una bandeja con las llaves que abren el sepulcro y la música a cargo de la Banda Municipal.

Una vez en el camarín alto de la basílica, los medios fueron invitados a abandonar el templo para preservar un momento de recogimiento entre la comunidad religiosa. El acto comenzó con la firma del acta notarial que quedó introducida en la urna.

También se realizó el cambio de hábito de la Santa, que ahora luce uno más sencillo. El anterior será conservado en la sala de reliquias.

El cierre se llevó a cabo utilizando las cuatro llaves tradicionales: la del padre general de la Orden del Carmelo, la de la madre priora de las carmelitas descalzas, la de la alcaldesa de Alba de Tormes, en representación de la Casa Ducal, y la del prior de los carmelitas de Ávila, en nombre de la Casa Real.

El prior del convento carmelita de Alba, Miguel Ángel González, agradeció públicamente el trabajo de los más de setenta voluntarios y el comportamiento de los peregrinos. Habló de “una experiencia intensa” que ha dejado momentos “de fe, silencio, gratitud y emoción”.

Según explicó, esta ha sido la tercera vez desde la muerte de la santa en 1582 que su cuerpo ha sido expuesto al público: la primera en 1760, la segunda en 1914 y esta última, la más extensa y multitudinaria

Quince días de historia y devoción

La clausura de la urna marca el final de una veneración que ha traspasado el ámbito espiritual para convertirse en un acontecimiento cultural, institucional y social. Durante estos días, Alba de Tormes ha acogido a peregrinos llegados de toda España y también del extranjero, en un ambiente marcado por la la fe y la solemnidad.

El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, volvió este domingo a la villa albense, igual que hizo el pasado 11 de mayo en el acto de apertura. “Han sido días inolvidables”, escribió en redes. “Una devoción que nos une y que honra como merece a la gran Santa de Castilla y León”.

Una veneración también marcada por la polémica

La intensidad de la devoción no ha evitado que la exposición haya estado acompañada por momentos de controversia.

Durante una homilía en la basílica, el obispo emérito de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, vinculó la discapacidad con el pecado. “También para los niños que nacen con discapacidad, esto ya es herencia del pecado y del desorden de la naturaleza”, dijo. Aunque pidió disculpas días después tras conocer el alcance de la polémica, sus palabras generaron malestar.

La entidad Asprodes, referente en el trabajo con personas con discapacidad intelectual en Castilla y León, fue tajante en su respuesta. A través de un comunicado, expresó su “profundo rechazo” y pidió a la Iglesia actualizar su lenguaje y su mirada. “La discapacidad no es un error de la naturaleza ni un castigo”, sentenciaron.

Ese mismo día, el obispo de Salamanca, José Luis Retana, se desmarcó de las declaraciones. “No se puede hablar así de nadie”, dijo. También mostró su apoyo a Asprodes y recordó que la Iglesia debe “defender la dignidad de cada persona”.

Retana también se pronunció sobre la exposición pública del cuerpo de la Santa. Aseguró que no comparte del todo la fórmula utilizada, y advirtió de que este tipo de iniciativas pueden “alentar el morbo”.

Unas palabras que contrastan con la opinión del presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, quien consideró que la exposición “es discutible, pero positiva”, y defendió que “cada uno lo vive según lo que lleva en el corazón”.

La urna ya está cerrada y Alba de Tormes regresa a su vida habitual. Pero lo vivido durante estas semanas no se olvidará fácilmente. Quedará la huella de una santa que volvió a su pueblo, y de un pueblo que supo abrirle las puertas a miles de personas que vinieron a verla.