Fernando Hernández, compositor salmantino
Fernando Hernández, el fenómeno de la música cofrade que ya compone marchas con apenas 19 años
El joven ya emociona con sus composiciones en procesiones y conciertos. Trabaja para enriquecer el patrimonio musical de la Semana Santa.
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Basta con pasear una noche por la calle Compañía para entender por qué la Semana Santa de Salamanca tiene algo especial. Las piedras hablan, los pasos suenan, y entre los ecos de cornetas y tambores también se cuela algo nuevo.
No lo firma ningún veterano, sino un joven salmantino de 19 años que ya ha puesto su nombre en el pentagrama cofrade. Se llama Fernando Hernández Castilla, y sí, está empezando a dejar huella.
Desde muy pequeño supo que quería una trompeta entre las manos. “La Semana Santa fue el motivo. Es un instrumento muy presente en casi cualquier formación. Yo tenía claro que, si quería estar ahí, tenía que ser con la trompeta”, cuenta. Empezó su formación musical a los cinco años en la escuela Santa Cecilia de Salamanca y no ha parado desde entonces.
Ahora estudia en el conservatorio profesional, mientras compagina un doble grado de Comunicación Audiovisual y Periodismo. “Hay días que no piso casa, pero como dice mi padre, hay tiempo para todo. Saber organizarse es clave”, reconoce.
Devoción que se convierte en música
En 2023, Fernando dio un paso que cambiaría su relación con la Semana Santa: compuso su primera marcha procesional, “Salve, mi esperanza”, dedicada a la Virgen de la Esperanza de Peñaranda.
Y no fue una decisión casual. “Es una devoción que tengo desde niño. Esa imagen ha sido el motor. Si no fuera por ella, quizá no estaría componiendo”, confiesa.
La pieza además de emocionar en su localidad natal, también ha sonado en Salamanca, Toledo y Alicante, y ha sido bien recibida por bandas y cofradías. “Lo que más ilusión me hace es cuando una banda que no conozco me la pide para interpretarla. Es una satisfacción inmensa”, afirma.
Poco después llegó “Dulcis Porta Caeli”, su segunda marcha, esta vez dedicada a la Virgen del Dulce Nombre de la Archicofradía del Rosario de Salamanca. En esta ocasión, el estreno corrió a cargo de la Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca.
“Escribir una marcha para que la interprete una orquesta no es lo habitual, pero fue una oportunidad increíble. Escucharla con cuerda por primera vez fue una experiencia que no olvidaré nunca. Me temblaron hasta las pestañas”, recuerda entre risas.
Clásico, pero con oído moderno
Fernando tiene claro el tipo de música que quiere hacer. Aunque valora las nuevas corrientes, su estilo se apoya en lo clásico. “Me gustan las marchas con estructura tradicional. Me inspiro en muchos compositores, pero también en la devoción a la que se dedica la marcha. Sin eso, no sabría por dónde empezar”.
Componer no es algo que se tome a la ligera. Se encierra con el piano, improvisa, prueba, borra, vuelve a empezar. “Yo sin un piano no compongo. Necesito oír lo que quiero contar. Luego ya lo paso al score general y pienso en cómo encajan las voces, los contracantos, las armonías… es todo un trabajo técnico, pero también emocional.”
Y, por supuesto, no siempre aparece la inspiración. “Eso me preocupa. Hay veces que te sientas y no sale nada. Pero si tienes un encargo con fecha, no puedes esperar a que llegue la inspiración como si fuera magia. Tienes que provocarla, aunque sea a base de horas y frustración.”
Una marcha para la Veracruz y otra para su Esperanza
Ahora mismo trabaja en dos nuevas marchas procesionales. Una de ellas será para la Cofradía de la Veracruz de Salamanca, la más antigua de la ciudad. “Me impone mucho respeto. Es una cofradía con siglos de historia. Quiero estar a la altura, y al ser un encargo, todavía te exiges más”, admite.
La otra, más personal, será para su Esperanza de Peñaranda, con motivo del Año Jubilar y del 80 aniversario de la imagen. “Es una forma de devolverle lo que me ha dado. Si la primera marcha funcionó y gustó, esta tiene que ser aún más especial.”
También está escribiendo un pasodoble dedicado a su abuelo recientemente fallecido. Se titulará "Fidel Castilla". “Es una manera de recordarle con algo que me sale de dentro. Creo que va a ser lo más emocional que haya hecho nunca.”
Pregunta: ¿Qué se siente al escuchar tu música mientras pasa una imagen?
Respuesta: Este año espero poder vivir esa experiencia en Peñaranda. Nunca he estado como espectador mientras suena mi marcha, y tengo muchas ganas de encontrarme con ese sentimiento como espectador en procesiones.
¿Lágrimas? “Aún no he llorado, pero sí se me encoge el estómago. Es muy fuerte pensar que algo que tú has compuesto esté sonando justo cuando pasa una imagen. Es una mezcla de orgullo, emoción y vértigo.”
Joven, pero con los pies en la tierra
En los últimos años ha tocado en bandas como Felipe Espino, Tomás Bretón, Villamayor y ahora en Alba de Tormes. Allí ha aprendido música, pero también valores y amistades. “Las bandas son familia. Muchos de mis amigos han salido de ahí. Y también aprendes mucho de repertorios distintos: pasodobles, música clásica, marchas, sinfonías…”
A pesar de su juventud, Fernando ya tiene claro que quiere seguir sumando al patrimonio musical de Salamanca. “Aquí hay compositores increíbles. Gente como Matías Cañizal Tello, Jaime Jiménez Pérez o José Ignacio Cotobal Robles. Yo sólo espero aportar mi granito de arena.”
P: ¿Dónde te ves dentro de unos años?
R: Seguir componiendo, tocando y creciendo. Si mi música puede seguir acompañando a titulares de las Hermandades, entonces ya estaré cumpliendo mi sueño.
Fernando Hernández Castilla es de esos jóvenes que sorprenden por su madurez y su claridad de ideas. Compone desde la emoción, toca desde el respeto y habla desde el compromiso con una tradición que siente como suya.
Aún tiene mucho por hacer, es cierto; pero lo que es innegable, es que ya ha empezado a escribir su nombre en la historia sonora de la Semana Santa salmantina.