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Nueva vida para la osezna 'Saba' en la provincia de León

18 septiembre, 2019 11:26

La osezna 'Saba' ha sido trasladada a un espacio en semilibertad en el monte leonés de Valsemana para avanzar hacia su reintroducción en el medio natural, según ha informado este martes la Consejería de Fomento y Medio Ambiente.

Esta cría de oso pardo cantábrico, que fue recogida a finales de mayo en las inmediaciones del cercado de Proaza, pesa ya 23 kilos y se encuentra desde la mañana del lunes en este recinto de la provincia de León dependiente de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta, aislado y alejado de actividades humanas.

Saba se encontraba desde junio en el Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre del municipio de Villaescusa, dependiente de la Consejería de Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria.

Los equipos técnicos y veterinarios de la Junta de Castilla y León, del Principado de Asturias y del Gobierno de Cantabria, junto con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, han consensuado su traslado al recinto leonés, una vez superado el cuadro neurológico que padecía la osa y tras someterla a un "chequeo exhaustivo".

Desde la Consejería de Fomento y Medio Ambiente se han mostrado convencidos de que las instalaciones de Valsemana facilitarán la aclimatación del animal al medio natural de forma previa a su reintroducción, "dado que están aisladas, son amplias y cuentan con un adecuado enriquecimiento ambiental".

Según han recordado las mismas fuentes, cuando se recogió a la cría en mayo padecía desnutrición, deshidratación y alteraciones neurológicas, por lo que fue enviada a un centro veterinario para estabilizarla. Tras experimentar una leve mejoría se acordó su traslado al Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre, en Cantabria, unas instalaciones específicas para el tratamiento de osos pardos donde a su vez ha contado en todo momento con el asesoramiento y colaboración del personal técnico y veterinario del parque de la naturaleza de Cabárceno.

Durante los tres meses que ha permanecido allí ha estado de forma continuada bajo control veterinario, aunque sin contacto visual con sus cuidadores, y ha alcanzado un "desarrollo óptimo", hasta llegar a los 23 kilogramos de peso.