Almudena García López, copropietaria de Maderas García Varona y presidenta de la Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera (AEIM)
Del roble de Burgos a los rascacielos de Asia: la madera española gana terreno en el mundo
La sociedad de garantía Iberaval, clave en el avance y consolidación internacional de Maderas García Varona, líder nacional en aserrado de frondosas.
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La madera es mucho más que un recurso natural. Para empresas como Maderas García Varona, es también identidad, arraigo, tecnología y visión internacional.
Esta compañía burgalesa, con casi seis décadas de historia, se ha convertido en el mayor aserradero de frondosas de España y en un referente europeo, gracias a una fórmula que conjuga tradición familiar, innovación industrial y un enfoque global.
Todo ello desde localidades como Santelices y Villarcayo, en Burgos; Ancín, en Navarra; Parbayón, en Cantabria; o Lacq, en Francia, lejos de los polos industriales clásicos.
Su actividad parte de un producto natural: el roble, tanto español como francés. Pero detrás hay una estructura sólida, diversificada y en expansión, con centros de transformación en varias comunidades autónomas y presencia directa en Francia, donde han creado una empresa y un centro logístico para garantizar el suministro de materia prima.
La decisión de implantarse allí no se explica por la escasez de bosques en España, sino por la falta de oferta pública, según matiza Almudena García López, copropietaria de la empresa junto a su hermano Roberto y presidenta de la Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera (AEIM).
"Nuestro ciclo productivo puede llegar a los dos años, desde la compra en monte hasta que el producto llega al mercado. Necesitamos liquidez para crecer, pero también tiempo. Y ahí el apoyo de Iberaval fue esencial: sin ellos no habríamos podido avanzar al ritmo que requerían nuestros pedidos internacionales", destaca García López.
Aserradero de la compañía en Santelices, en la Merindad de Valdeporres, en la provincia de Burgos
Más del 60 por ciento de su producción se exporta de forma directa o indirecta a mercados como China, Emiratos Árabes, Estados Unidos, Japón o Indonesia.
En todos ellos, el roble europeo goza de gran prestigio, aunque la marca España todavía tiene camino por recorrer frente a competidores como Francia o Alemania. A pesar de ello, Maderas García Varona se ha consolidado como el mayor comprador de roble en el sur francés, superando incluso a operadores locales.
Sostenibilidad
La compañía no sólo exporta: también innova en sostenibilidad, con una filosofía de aprovechamiento integral del recurso forestal. "De cada árbol usamos el 100 por ciento. Para nosotros, el serrín o las astillas no son desechos, son materia prima para otros procesos", explica García López.
De ahí su apuesta por construir una planta de pellets ajustada a su producción en Villarcayo, lo que ha facilitado acuerdos con grandes cadenas como Leroy Merlin o Bricodepot, donde comercializan con marca propia.
Este aprovechamiento integral responde a una visión clara del concepto empresarial: eficiencia, calidad y precio justo para el consumidor. "El consumidor final es quien paga todo".
"Si la regulación se vuelve excesiva, encareceremos el producto sin que haya mejoras reales para el planeta", advierte la empresaria burgalesa, crítica con algunas políticas europeas que considera desconectadas del terreno.
"Nos están obligando a competir con reglas que no se aplican en otras regiones del mundo. Europa se está quedando sola con la Agenda 2030, y eso está empobreciendo a sus empresas y a sus ciudadanos".
Desde su papel como presidenta de AEIM, García López reclama mayor reconocimiento para la industria de la madera y una narrativa que ponga en valor su papel en la sostenibilidad.
"Nadie duda del rol del agricultor o del ganadero. Pero a nosotros no se nos reconoce como gestores del bosque".
"El verdadero problema del sector forestal en España no es la deforestación, sino el exceso de madera que no se corta, que está fuera de ciclo y ha dejado de cumplir su función de absorber CO₂. Necesitamos más consumo de madera para poder renovar los bosques", sentencia.
En ese contexto, Iberaval se ha consolidado como un socio estratégico. La SGR aportó el respaldo necesario en momentos críticos de expansión, cuando la empresa necesitaba anticipar la compra de madera para atender un aumento de la demanda sin ver aún el retorno de sus ventas. "Fue el socio perfecto», resume Almudena García.
El empleo rural es otro de los pilares del proyecto. Las condiciones no son sencillas: falta de transporte público, servicios limitados… pero, una vez que los trabajadores se instalan, se quedan.
"Tenemos personal que ha venido del País Vasco y que ya no quiere irse de Las Merindades. Una vez que descubren el proyecto y la calidad de vida, se arraigan".
A todo ello se suma ahora la transformación digital. La empresa ya utiliza inteligencia artificial en sus procesos administrativos y de gestión. "La IA ha venido para quedarse, y no hay opción: hay que buscarle aplicaciones útiles. Nos ayuda a ser más competitivos en un mercado global en el que competimos con aserraderos de todo el mundo", señala García López.
Maderas García Varona también cuenta con instalaciones en el norte de España y Francia, como ésta, en Parbayón, en territorio cántabro
Además, lanza una reflexión sobre el contexto regulatorio europeo. "España es uno de los países con más superficie forestal de Europa y, sin embargo, muchas zonas están infrautilizadas por exceso de protección. Hemos confundido conservación con inacción. Hay que gestionar activamente los recursos, cortar cuando toca y plantar nuevos árboles. La naturaleza no es Disney".
Hoy, Maderas García Varona representa un modelo de empresa familiar resiliente, pero también una visión moderna del aprovechamiento forestal, basada en el respeto al entorno, la eficiencia productiva y la apertura al mercado global.
Y lo hace con el respaldo de entidades que entienden que sin financiación adaptada, no hay futuro industrial posible.
El roble, que durante siglos ha sido símbolo de fortaleza, encuentra en esta empresa burgalesa su mejor metáfora. Raíces profundas, crecimiento sostenido y una madera noble que, desde los bosques del norte, viaja a los cinco continentes. Con Iberaval como socio silencioso, pero decisivo, en ese trayecto.