El presidente de la Junta y del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, la presidenta de Extremadura, María Guardiola y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo

El presidente de la Junta y del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, la presidenta de Extremadura, María Guardiola y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo ICAL

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Mañueco se mira en el espejo de Extremadura: de una mayoría de Guardiola al pacto con Vox para romper tabúes

El presidente de la Junta se vería reforzado de cara a marzo por un amplio triunfo del PP este domingo pero si la presidenta extremeña se ve abocada a pactar con los de Abascal le serviría para no tener que ser el primero.

Más información: Mañueco activa la maquinaria electoral para conseguir una "gran mayoría": Isabel Blanco dirigirá la campaña del PP

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Este domingo, 21 de diciembre, las miradas del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y de los responsables del PP autonómico estarán fijadas en Extremadura. Las elecciones autonómicas de la región extremeña anticipadas por su presidenta, María Guardiola, tras el bloqueo de PSOE y Vox a los presupuestos abrirán el nuevo ciclo electoral y el resultado de los populares podría tener una influencia determinante en los comicios autonómicos previstos para el mes de marzo en la Comunidad.

Guardiola adelantó las elecciones con el objetivo de lograr una mayoría absoluta que le permita zafarse de la dependencia de Vox, que le ha complicado sobremanera su gestión durante los dos últimos años, especialmente desde que los de Santiago Abascal salieron de los gobiernos autonómicos en julio de 2024, y Mañueco confía en que una amplia victoria de su homóloga extremeña este domingo genere un efecto contagio que le permita lograr el mismo objetivo en Castilla y León.

En la Comunidad, las relaciones entre PP y Vox se encuentran seriamente deterioradas desde la ruptura del Gobierno de coalición hace ya un año y medio, como se demuestra con los duros enfrentamientos en cada pleno de las Cortes y el escaso diálogo entre ambas formaciones, y el presidente de la Junta aspira a no volver a depender de su principal competidor a la derecha tras las elecciones de marzo. Una mayoría absoluta de Guardiola, pues, podría impulsar a los populares de Castilla y León a obtener, o acercarse, al mismo resultado en marzo.

Pero Mañueco podría sacar provecho incluso de un relativo fracaso de su homóloga extremeña. Si Guardiola no alcanza la mayoría absoluta, como pronostican la mayor parte de encuestas, y se vuelve a ver abocada a pactar con Vox para formar Gobierno, el presidente se quitaría presión. Y es que si tras los comicios de marzo Mañueco requiere de los de Santiago Abascal no sería el primer barón popular en afrontar esas negociaciones y se libraría del papel de pionero que se vio obligado a ejercer, muy a su pesar, tras las elecciones de febrero de 2022.

El objetivo de Guardiola

La presidenta de Extremadura, María Guardiola, tiene un objetivo claro en las elecciones autonómicas de este domingo: lograr la mayoría absoluta de 34 diputados en la Asamblea regional que le permitan gobernar en solitario. La candidata popular es consciente de que las condiciones de Vox para facilitar su investidura serán mucho más duras que en 2023, más aún tras las tensiones vividas estas semanas entre la presidenta extremeña y Santiago Abascal, que llegó a dejar entrever que si su formación tiene la llave exigirá al PP que presente a otro candidato.

Guardiola calificó de "machistas" las insinuaciones del líder de Vox y le tildó de "turista", algo que respondió Abascal acusando a la candidata popular de estar promoviendo un "nacionalismo extremeño". En esa situación, la presidenta de Extremadura es consciente de que si le toca pagar el peaje de Vox, que se encuentra en un momento de auge a nivel nacional, las condiciones serán extremas y seguirán la tónica de las exigidas al presidente de la Comunidad Valenciana, Juanfran Pérez Llorca.

La candidata popular, con un perfil centrista y feminista, ha apelado durante toda la campaña al apoyo de los votantes defraudados con el PSOE la formación históricamente hegemónica en Extremadura y que se encuentra en horas bajas para tratar de lograr una amplia mayoría transversal que le facilite gobernar con las manos libres y no verse obligada a ceder a las duras condiciones de un Vox que podría llegar a exigir que diese un paso al lado.

Además, Guardiola cuenta con la ventaja de que su rival, el candidato socialista, Miguel Ángel Gallardo, se encuentra procesado por la Justicia. Gallardo ha sido investigado por supuestamente crear una plaza ex profeso para el hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez Pérez-Castejón, en el organismo provincial en julio de 2017, apenas dos meses después de que Pedro Sánchez volviese a la Secretaría General del PSOE tras vencer en las primarias a Susana Díaz.

La situación de los socialistas extremeños, sumada a los escándalos que rodean al PSOE y al Gobierno a nivel nacional, ha hecho que los populares alberguen esperanzas de alcanzar la ansiada mayoría absoluta, pero el auge de Vox podría truncar sus planes. El partido de Santiago Abascal lleva meses creciendo de manera imparable en las encuestas y su líder ha estado muy presente en Extremadura durante la campaña, opacando a su desconocido candidato, Óscar Fernández.

Si Guardiola finalmente no llega a 34 diputados se verá obligada a aceptar las condiciones de un exigente Vox para gobernar y su propio futuro como candidata quedaría en el aire. Mientras tanto, Mañueco observa atentamente desde Castilla y León, confiado en que un buen resultado de su homóloga extremeña le impulse en las elecciones de marzo pero a sabiendas, también, de que si Guardiola se ve abocada a pactar con los de Santiago Abascal se libraría de ser el primero de tener que hacerlo si la aritmética le obliga dentro de cuatro meses.

El contagio de una mayoría

Castilla y León estaba llamada a inaugurar el nuevo ciclo electoral en marzo de 2026 pero el adelanto de las elecciones en Extremadura para este domingo, unido al de Aragón para el 8 de febrero, permitirá a Mañueco afrontar con mayor tranquilidad los comicios de dentro de cuatro meses. El presidente de la Junta no se verá obligado a repetir el papel que jugó en 2022, cuando fue el primer barón popular en introducir a Vox en un Gobierno autonómico, y podrá tomar nota de los movimientos de Guardiola y de su homólogo aragonés, Jorge Azcón.

La Comunidad, por tanto, no volverá a ser el laboratorio de experimentación nacional y, suceda lo que suceda, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, no pondrá todas sus expectativas en el resultado de los populares de Castilla y León, que afrontarán las elecciones con la inercia del veredicto de las urnas en Extremadura y Aragón.

Si Guardiola y Azcón logran una amplia mayoría, el PP de Castilla y León podrá aprovecharse de ese efecto contagio que, sumado a la delicada situación del PSOE y del Gobierno de España, acorralado por los escándalos, incrementaría las posibilidades de los populares de gobernar en solitario tras las elecciones de marzo, ya fuese con mayoría absoluta o con pactos con los partidos provinciales.

Mañueco, pues, se mirará en el espejo de Extremadura este domingo, consciente de que un hipotético triunfo de la presidenta extremeña podría inaugurar un ciclo de éxitos para el PP que seguiría en Aragón en febrero, en Castilla y León en marzo y culminaría en Andalucía en junio. Territorios, todos ellos, favorables a los intereses del partido de Feijóo a tenor de la mayoría de encuestas, y que podrían servir como trampolín al líder del PP para desbancar a Pedro Sánchez de la Moncloa en las próximas elecciones generales.

El presidente de la Junta y líder del PPCyL se marcó un objetivo claro el pasado miércoles en la reunión del Comité Autonómico del partido, sumar "una gran mayoría" en marzo que pasaría, inevitablemente, por un retroceso electoral del PSOECyL de un desdibujado Carlos Martínez. Mañueco tratará de aprovechar la situación de debilidad que, al igual que en el caso del PSOE extremeño, sufren los socialistas de la Comunidad, fruto de cuitas internas, escándalos propios y la obligación de dar la cara ante los nacionales.

Pero, al igual que en el caso de Extremadura, la satisfacción del PP por el previsible declive de los socialistas podría verse empañada por el auge de Vox, que vive un momento dulce a nivel nacional y que lo fía todo en los comicios autonómicos a la omnipresencia de Abascal. El partido, que en Extremadura ha presentado a un desconocido Óscar Fernández, aún no tiene candidato en Castilla y León aunque todas las quinielas apuntan al presidente de las Cortes, Carlos Pollán pero la fuerza de su marca podría empañar la noche electoral a Mañueco.

Evitar ser el primero

Con todo, el presidente de la Junta juega con una clara ventaja con respecto a su homóloga extremeña. Si Guardiola se queda en un resultado similar a los 28 escaños que obtuvo en 2023, como vaticinan algunas encuestas, y depende de un Vox reforzado −que actualmente cuenta con 5 representantes en la Asamblea de Extremadura pero al que los sondeos dan el doble en esta ocasión− sería la primera dirigente popular en verse obligada a gestionar su investidura, y un posible acuerdo de Gobierno, con los de Abascal.

Vox, a buen seguro, exigiría condiciones similares a las aceptadas por el presidente de la Comunidad Valenciana, Juanfran Pérez Llorca, centradas en la denuncia del Pacto Verde Europeo, la lucha contra la inmigración ilegal y masiva o el rechazo a la Agenda 2030, entre otras cuestiones, y la presidenta extremeña tendría que pagar el peaje o repetir elecciones. Unas condiciones que, a tenor de las palabras de Abascal, podrían incluir incluso la propuesta de un nuevo candidato ante la pésima relación de Guardiola con Vox.

Esa situación podría emularse en Aragón, y también en Castilla y León, y Mañueco quiere evitarla por todos los medios, pero es consciente de que si se repite también en la Comunidad su papel será muy diferente al de 2022, cuando todos los focos nacionales se centraron en su figura al ser el primero en introducir a Vox en un Gobierno autonómico.

En esta ocasión, si la aritmética parlamentaria le obligase a pactar con los de Abascal de nuevo, lo haría con el precedente de hipotéticos pactos similares en la Comunidad Valenciana y Extremadura, acuerdos que tendrían el beneplácito de Feijóo y de los que Mañueco solo sería un continuador. Pero a pesar de esa ventaja, tanto el PP como Mañueco confían en lograr mayorías suficientes que les permitan no depender de pactos que, a largo plazo, podrían tornarse complejos, como ya se demostró con la abrupta ruptura de julio de 2024.

Los populares de Castilla y León estarán atentos este domingo al resultado de las urnas en Extremadura, que darán inicio a un intenso ciclo político, con la esperanza de que el veredicto de las urnas sean favorable a sus intereses y de que suponga el inicio de una carrera de fondo que, tras recorrer, posteriormente, Aragón, Castilla y León y Andalucía, finalice su trayecto con la llegada de Feijóo a la Moncloa tras las próximas elecciones generales.