Hace 15 días dedicaba mis comentarios semanales a las próximas elecciones municipales en Valladolid, ante el confusionismo y la rumorología que se vivía en la ciudad respecto a listas y candidatos, haciendo una referencia a cada uno de los partidos con posibilidades de obtener algún escaño en el pleno de la corporación municipal.

El PSOE, y especialmente su candidato, se reafirma cada día en su arrolladora victoria electoral que cree aumenta una vez conocido el candidato popular. Quizás por eso prefirió estar en Barcelona con su amiga la alcaldesa Colau, que en el Teatro Calderón donde la ciudad de Valladolid rendía un más que merecido homenaje a una de las personas que más ha hecho por el pasado, el presente y el futuro industrial de Valladolid: José Vicente de los Mozos

En Vox aumenta el desconcierto entre afiliados y simpatizantes por ignorar el buen trabajo de su actual único concejal y presidente provincial del partido y sustituirlo por una persona ajena a la política y desconocida en el ambiente social salvo el relacionado con la administración de justicia, dada su condición de jueza sustituta. He de reconocer que las informaciones que me llegan son positivas, y que en Vox está muy claro quién manda: Madrid.

En Cs todo pendiente del congreso nacional de la ruptura, confirmada con un 53/47% de los votos, y la casi segura desaparición del mismo. Sus posibilidades de obtener escaños son prácticamente nulas lo cual beneficiará al PP.

En VTLP, grupo cuyo código ético no permitía permanecer más de ocho años en un mismo cargo político, ya se ocuparon de suprimir esta limitación, y salvo Manuel Saravia que cuando se celebren las elecciones habrá cumplido los 70 años y ha decidido acogerse a la jubilación mientras María Sánchez y Alberto Bustos a buen seguro repetirán en las listas, lo cual es muy bien acogido por el candidato socialista al contar con su respaldo incondicional.

Y llegamos al PP, mi partido, que después de marear la perdiz y jugar al tanteo soltando diversos nombres de dentro y de fuera del partido, el intento de fichar algún candidato externo fue desechada enseguida ante la respuesta negativa de los candidatos buscados y la mala acogida que tenía entre los afiliados. Hasta se llegó a decir que se había hablado con José Vicente de los Mozos lo cual desmintió él mismo, o con Garicano, ex decano del Colegio de Abogados de Valladolid, que también lo ha desmentido.

Si mis lectores recuerdan las condiciones que yo creo debe de reunir un candidato a un cargo político de responsabilidad y especialmente a una alcaldía, muchos de los nombres que se han manejado no las reunían, con lo que al final sólo había dos personas, cada una con sus matices, que las reunían, pero el problema era que los dos ocupaban puestos de importancia en la política regional y nacional.

Dicen los estatutos del PP que los candidatos a las alcaldías de las capitales de provincia serán nombrados por el Comité Electoral Nacional, oídos los comités provincial y regional, y me temo que en Valladolid esto no se ha hecho así. Se habla de una decisión personal del presidente regional que, en una hábil maniobra, veta a quien podía terminar siendo una líder del partido en Valladolid y sacando de su gobierno a su hombre fuerte que podía en su día constituirse en la alternativa al propio presidente.

Alguno pensará que todo esto son especulaciones mías, pero tengo datos que me avalan el desconocimiento del comité provincial, y me aseguran desde Génova que esta no era la solución que más les gustaba allí. No obstante es de justicia reconocer que Jesús Julio Carnero es un buen candidato, que ha sacrificado su privilegiada situación en el gobierno regional para aventurarse en una batalla que no se muestra fácil, por lo que desde aquí hago un llamamiento a afiliados, simpatizantes y votantes a respaldar la candidatura popular.

Pongamos los intereses del partido, y de la ciudad, por encima de los gustos personales. Al menos aquí se han evitado paracaidistas, cosa que no se ha hecho ni en Ávila ni en Burgos.

En la política municipal vallisoletana, en el año 1991 se “obligó” a un consejero a presentarse a la alcaldía (he de reconocer que tenía un colchón yendo de número dos en la candidatura regional). Contra pronóstico aquel candidato ganó las elecciones pero sin mayoría absoluta a un alcalde que llevaba 12 años en el cargo, y estuvo cuatro años siendo el jefe de la oposición en el ayuntamiento y de portavoz de la mayoría en las Cortes , para después ganar cinco elecciones seguidas por mayoría absoluta y una sexta sin esa mayoría. En el 2019 fue una consejera la candidata a la alcaldía y el PP perdió las elecciones que venía ganando desde 1991, después de cometer el error de desembarcar en el Ayuntamiento con lo que yo llamé la lista de los caídos y realizar una triste campaña electoral.

Esperemos que esta vez no se repita el error y se recupere la mayoría municipal. Ello exige un buen conocimiento del día a día de la ciudad y una presencia permanente del candidato y los miembros de la lista en las calles, y por supuesto una lista potente con nombres conocidos y queridos.

La campaña será dura, pero la gente está deseando el cambio para recuperar el Valladolid que fue y corregir los múltiples errores y desafueros cometidos por el actual gobierno municipal.

Y una reflexión final: cuando una persona está segura de sí misma, y tanto vale para la política como para la universidad o la empresa, trata de rodearse de gente mejor que él y estar en disposición permanente de aprender. Eso hice en siete ocasiones y la respuesta fueron siete victorias y eso hice también en mis cuatro años de consejero, fichando a cuatro directores generales de los que aprendí un montón. Cuando quien manda está inseguro, se rodea de mediocres para que no le hagan sombra y si alguno destaca, le enseña la puerta de salida.

En fin, yo también estoy a disposición del partido pero no para aspirar a puesto alguno sino para trasladar mi experiencia por si les resulta válida. Hasta la semana que viene.
PD. El parto de los Montes es el título de una fábula de Esopo, pero hoy se utiliza para calificar aquellos “acontecimientos que se anuncian como algo mucho más grande o importante de lo que realmente terminan siendo”, y esto ha sido el nombramiento del candidato popular. En la fábula de Edipo, los montes se abrieron con un gran estruendo y apareció un ratoncillo. Pues eso.