Este es el mercadillo de Navidad más antiguo del mundo, en Dresde (Alemania)
El blindaje de los mercados navideños
"A Castilla y León no ha llegado todavía – tiempo al tiempo– la tensión de algunos países de Europa que tienen que instalar barreras, controles y protección física para sus mercados navideños. Es innegable que el continente europeo camina hacia un conflicto de civilizaciones".
La Navidad también trae ilusión, fe y magia a este terruño fascinante que es Castilla y León. Sus calles y plazuelas, que en tiempo pasado acogieron a mercaderes o tránsito de acémilas transportando lana, quincallas, agujas, encajes de Brujas, carneros y pellejos de Burgos, acogen en este tiempo mercados populares navideños donde resuenan los villancicos que anuncian la buena nueva de la llegada del Niño Jesús.
A los mercadillos de Navidad también ha llegado la oleada de laicismo a la que nada le importa el tiempo de Adviento, aunque en las casetas se ofrezca toda suerte de coronas para decorar los hogares, que se adquieren porque son muy ‘monas’; y por tal motivo están ‘coronadas’ las puertas del vecino del tercero, de la prima Mariluz y las mesas del salón de los amigos de la parada del bus del cole de los niños.
Vivimos en una nación donde afortunadamente existe libertad de religión y pensamiento–al menos por ahora– y cada cual vive la Navidad como le viene en gana, pues así debe ser. La Constitución de 1978, cuyo aniversario acabamos de celebrar, ampara las libertades de expresión, ideológica y religiosa.
Desgraciadamente, a nuestra Constitución le oprimen las costuras. El Gobierno de España no está muy fascinado por el espíritu de la Transición. La norma constitucional es un corsé para el sanchismo, que con muy poco disimulo ambiciona un cambio de régimen para alcanzar una república federal asimétrica.
No hace falta ser un mago del análisis de la comunicación no verbal para comprobar que Sánchez es capaz incluso de no respetar el protocolo en la obligada precedencia de paso del rey de España. El presidente está acostumbrado al empujón y a dar codazos en el PSOE para que nadie dispute su omnímodo poder.
Felipe González, Susana Díaz y Nicolás Redondo –en compra mancomunada y a escote– van a regalar al secretario general socialista una edición facsímil del ‘Manual de urbanidad y buenas maneras’ de Manuel Carreño, dedicado por los Reyes Magos. Estos días el socialismo español arde por los cuatro costados. Ferraz es ya ‘13, rue del Percebe’ y el presidente Sánchez la encarnación de una tableta de turrón El Almendro, que siempre desea volver a nuestras casas por Navidad.
En Castilla y León se prodigan ahora coloristas mercados navideños. En Burgos, León, Segovia, Valladolid, Salamanca, Ávila, Pedraza, Oncala y en muchas otras localidades castellanas y leonesas, se pueden disfrutar en torno a las casetas de los mercados de Navidad. Allí esperan las figurillas del buey y la mula, de la lavandera, de la huida a Egipto. Aquí perrunillas de Salamanca. Acá está el musgo y el acebo. Por ahora en paz y tranquilidad.
A Castilla y León no ha llegado todavía – tiempo al tiempo- la tensión de algunos países de Europa que tienen que instalar barreras, controles y protección física para sus mercados navideños. Es innegable que el continente europeo camina hacia un conflicto de civilizaciones. Es reprobable la xenofobia y se debe acoger al inmigrante que llega a ganarse honradamente el pan. Pero algunos sectores radicales del islamismo quieren reventar en Europa celebraciones cristianas como la Navidad.
Ciudades europeas -especialmente en Alemania y Francia- instalan contundentes barreras para tratar de evitar atentados terroristas o tumultos descontrolados. Europa admite de manera implícita que su política migratoria ha fallado. Ni siquiera en los que debieran ser plácidos mercadillos navideños está garantizada la seguridad de los ciudadanos. ‘Bunkerizar’ las celebraciones públicas o callejeras de la Navidad es una desgracia para el viejo continente.
Sánchez prevé regularizar a un millón de inmigrantes ilegales antes de 2027, maniobra que atufa a pretensión de ganancia de clientelismo electoral. No escarmienta con lo que sufren ya mismo países de nuestro entorno. Debiera el gobierno revisar sus políticas migratorias. En menos que canta un gallo nos puede ocurrir lo sucedido recientemente en Bruselas. Ni en los mercadillos navideños vamos a poder tomar en paz un chocolatito con porras.