En un magnífico libro de Miguel Alonso Ibarra, titulado “Cruzados sin gloria. El ejército de Franco en la Guerra Civil”, se realiza un exhaustivo análisis, demostrando que el ejército franquista sentó las bases del futuro régimen dictatorial, como así fue. Y como una de las numerosas muestras recoge lo publicado en un semanario satírico en el bando nacional o rebelde, llamada “La Ametralladora”, que publicaba en su número 8 “una encuesta en el otro mundo”, en la que se interrogaba a personajes históricos ya fallecidos por su opinión sobre “los rojos”. Entre los preguntados figuraba Isabel la Católica, que los definía como “descendientes legítimos de aquellos judíos que Fernando y yo expulsamos de España”. Manifestando su alegría por ver como el espíritu de su obra imperial “renace con pujanza esperanzadora”. Todo ello, en un lenguaje falangista “demostrando la conexión de la obra de Franco con los Reyes Católicos”.
Ahora, los “progres” quieren hacer verdad lo de que “los extremos se tocan” y volver con ardor al antisemitismo, llegando a proponer Sumar la ruptura de relaciones con el estado de Israel.
Todo ello no quiere decir que la respuesta del ejército judío no sea desproporcionada y excesiva al primer ataque terrorista de Hamás en octubre de 2023, que desencadenó este terrible conflicto bélico. Pero a este exceso no puede responderse con otro que nos retrotraiga a finales del siglo XV.
Precisamente, recuerdo cómo en los años ochenta, celebramos en Ciudad Rodrigo una jornada de amistad con Israel a la que asistió el entonces embajador israelí Shlomo Ben Ami, luego ministro de Exteriores y destacado político de su país. La idea partió de la profesora de hebreo de la Universidad Pontificia de Salamanca, Fuencisla García Casar, que hizo de intermediaria entre nuestro Ayuntamiento, que yo presidía, y la delegación judía. Allí, además del solemne acto entre nuestro Ayuntamiento y la delegación israelita, siguiendo la tradición israelita dedicamos una calle a Israel, la avenida de Sefarad, España en hebreo, y plantamos un árbol e, incluso, como no podía faltar, tuvimos una fiesta campera en la finca de los Santos Alcalde. Todo salió muy bien y los israelitas hasta cantaron, lo que solo hacen si están felices.
En estas mismas páginas escribí sobre el Derecho a la Represalia, basándome en la tesis del profesor salmantino Jesús Ruiperez, y señalé, coincidiendo con el profesor, que este derecho sólo puede ejercitarse si se dan varias condiciones, las más importantes: que exista provocación previa, que sea injustificada y que la respuesta sea proporcional al daño previamente producido. Si no se cumplen estos requisitos la represalia no respetará el derecho internacional y el tribunal competente, en este caso el de La Haya, castigará al culpable.
Estamos pues ante un conflicto del que se derivarán las consiguientes consecuencias jurídicas y que, por ello, no deben anticiparse los resultados de estas, y mucho menos realizar precipitados juicios de valor, aunque nos parezca a la gran mayoría que Netanyahu se está pasando de la raya.