Hay que ser muy inconsciente y soberbio para creerse con la potestad de escribir sobre Sabina. Así que no lo haré directamente. Tiene frases que han hecho virar discursos, destinos e incluso vidas. También textos y canciones que te hacen viajar, odiar, sonreír, pero, sobre todo, reflexionar. Como decía, “no canta, cuenta historias rimadas”

Para mí Sabina siempre ha sido algo irracional, me ha acompañado en los peores fracasos pero también en momentos muy dulces. Se podría decir que he llorado bastante a Joaquín, tanto para bien como para mal. No es como otros a los que acudir únicamente en fase de autodestrucción. Porque llega el punto en que no sabes si es él, eres tú o es que realmente os ha pasado lo mismo. Qué manera de acertar con las metáforas y qué forma tan elegante de ser un crápula.

Se dice que las drogas y el alcohol lo ayudaban a inspirarse. Nunca hemos compartido camerino, pero supongo que es verdad. Y lo entiendo. Creo que la mezcla de ambas o te proyecta hacia la genialidad o te devasta. Normalmente es lo segundo. No hay muchos grises entre medias. Tampoco es algo aleatorio, son cosas que las tienes o no, no puedes elegirlo. Esto no es apología de las drogas. Lo más probable es que no seas la excepción, así que no lo hagas.

El otro día escuchaba que Sabina ya no es lo que era, claro, a sus 76 años ¿quién lo es? Sería impropio o de mal gusto que fuera el mismo veinteañero inconsciente. Sería un milagro que tuviese la misma voz. Después de todo lo que ha vivido este hombre, algún daño colateral – pero seguro que sin arrepentimiento – tiene que padecer.

Me sentó mal ese comentario, podría haber llegado a admitir que la evolución del artista no terminaba de encajar con lo que esa persona esperaba. Pero no más. Supongo que las expectativas a veces juegan malas pasadas.

Hay una pregunta que me gusta hacer de manera aleatoria: Si mañana murieses, ¿estarías contento con la vida que has vivido? Tengo clara la respuesta de Sabina, es de lo míos. Seguro que ha vivido tanto como para no poder escribir ni la mitad de historias que ha disfrutado. Hay que darse el gusto y experimentar en exceso para saber cómo malgastar el dinero. En definitiva, me da pena este “adiós” que ya no será nunca más un “hasta luego”.