La pesadilla en casa, en la cocina, en el trabajo y en todas partes continua. Mientras nos reímos de todos, todas y todes hasta el mar, por no decirlo de otra manera, los talibanes y los de Hamas nos han felicitado esta semana pasada. Todo va bien y está correcto. La vice parecía un rehén de Hamas repitiendo consignas. Nos recuerdan desde los que nos administras que los, las y les españoles de entre 18 y 25 años serán los primeros en ir a combatir en caso de conflicto bélico, cabe preguntarnos si van a ir también los, las y les menas, los pelobrocolí, los jovelandeses y demás o se van a quedar en casa. De momento toca no olvidarse de entregar la declaración de la renta, no sea que falten recursos. España ha firmado un acuerdo con Marruecos en que todo marroquí que entre en España ilegalmente no podrá ser devuelto. Ante los malos resultados de los alumnos catalanes, no sabemos que pasa en el país vascongado, la solución que proponen es eliminar las lecturas obligatorias para la selectividad de 2025. Nuevamente un nuevo plan sin fisuras.

Actualmente el número de idiotas es tan alto y el apoyo que se dan entre ellos es de tal intensidad que ya se puede hablar de una nueva clase social y política que se autopercibe como perseguida: los idiotas. A nadie le sorprende que el New York Times se haga eco y advierta de que el reconocimiento de Palestina por parte de España podría llevar a la independencia de Cataluña y Vascongadas. Se ha insistido que detrás del procés estaba Putín, a partir de ahora veremos más apoyos reales o no.

De la guerra de Gaza nos llega la noticia que los de Hamas enseñan los cadáveres de los secuestrados en descomposición en las redes sociales, todo ello muy woke, mientras protestan contra Israel. El mundo se está convirtiendo en un avispero y nadie lo quiere calmar. Por su lado a los islamistas les interesa votar progresista ya que son sus tontos útiles, luego ya les aplicarán el reglamento.

Desde que tenemos democracia hasta la primera década de este siglo teníamos libertad ahora está en cuestión. La monumental pitada a Macron en la final de la copa de Francia despierta a Europa. Aquí ya lo tenemos asumido con el no salir a la calle por parte de los que nos administran. En Alemania lo mismo, aunque la población autóctona ha empezado a cantar "Alemania para los alemanes, inmigrantes fuera", canción que lo está petando. Los jóvenes alemanes están propiciando un cambio importante en el país. La OMS por su parte reconoce el fracaso del Tratado de Pandemias, no hay acuerdo, aunque no sabemos como acabará la cosa. Los países en desarrollo son reacios a compartir información sobre sus agentes patógenos sin garantías de tener acceso a vacunas y otros productos sanitarios. El gobierno británico ha instado a sus ciudadanos a tener supervivencia en casa para tres días. En Australia se ha dado el caso de la gripe aviar infectando a humanos, la gripe H5N1 podría ser la nueva enfermedad que nos confine.

El mundo está muy pendiente de los derechos humanos de los ochenta mil delincuentes de las cárceles de Bukele, mientras se mira hacia otro lado con los más de cuarenta mil niños esclavizados en las minas de cobalto de Congo, mineral necesario para fabricar componentes electrónicos, tampoco le interesa a nadie el estado fallido de Haití donde se practica hasta el canibalismo y que acabará muy mal entre el que entre allí a poner orden. Malema líder comunista de Sudáfrica lleva años pidiendo el genocidio de los cuatro millones de blancos de allí, si es elegido primer ministro la matanza de blancos será imparable. China por su parte va estrechando el cerco a Taiwán.

El mundo woke ha impuesto como norma no escrita que puede insultar, calumniar y cancelar a placer e impunemente y que el resto debe callarse. A esto lo llaman respeto y democracia. El mundo woke reniega de que lo que no se puede pagar con dinero como es que la gente se quiera, que haya respeto, sentido común, formar una familia, que vivan tus padres, jugar con los nietos, tomarse una caña y reírse sin más. Los historiadores sabemos que todas las ideas estúpidas de moda hoy ya fueron probadas antes y demostraron ser desastrosas una y otra vez. Como ha dicho el abuelo esta semana "no es lo mismo gobernar que estar en el gobierno".