Sí, sí, has leído bien, y espero que el corrector respete este barbarismo, pues la última edición del festival televisivo europeo ha sido una auténtica barbaridad, por calificarlo de forma leve. Podríamos hablar del festival de la vergüenza… o de la desvergüenza. He de reconocer que nunca me ha sido interesante seguir este concurso, que poco tiene que ver con aquel festival televisivo que veía en mi infancia en blanco y negro, en el que los países integrados en la UER, (Unión Europea de Radiodifusión), competían presentando las canciones compuestas ex profeso para participar en esta competición, y las televisiones nacionales elegían al intérprete más adecuado para con su intervención cosechar más votos que el resto de competidores.

Eran los tiempos de “L’Espagne, huit points”, a lo que el jurado de la Televisión Española correspondía con un “La France, dix points”. Frecuentemente España y Portugal intercambiaban sus votos, y los países nórdicos hacían lo propio entre ellos, y las afinidades políticas se dejaban notar, como ocurrió con la guerra de los Balcanes. En la pasada edición el triunfo de Ucrania fue más que favorecido por la situación de aquel país invadido por Rusia.

No diré que la política no interfiriera en las decisiones de los jurados nacionales, pero desde luego, lo ocurrido en la última edición ha estado politizado de forma escandalosa, y mucho me temo que con un resultado muy distinto al que buscaban los instigadores, y es que desde hace años, a los votos de los jurados hay que sumar los televotos, y el resultado final puede ser muy distinto al que la votación de los jurados había decidido, máxime cuando el precio de cada televoto es diferente en los distintos países, siendo en España uno de los países en los que votar es más caro, y es que como dice el Presimiente a economía española va como un cohete…

Pero este año, los problemas surgieron antes del comienzo del festival, al decidir la organización eliminar al representante de los Países Bajos, por el comportamiento inadecuado del cantante con una cámara que le estaba grabando en las segundas semifinales al bajar del escenario. Es la primera vez, en los 68 años del Festival, que un participante, en este caso un joven de 26 años, es descalificado y no se le deja pasar a la final. El asegura que advirtió que no quería que le grabaran, a pesar de lo que la mujer que manejaba la cámara no le hizo caso, y le denunció por amenazas.

Pero lo más grave fue el intento de boicotear la presencia de Israel en el certamen por la situación que se está viviendo en el Oriente Próximo.

De entrada, hay quien cuestiona la presencia de Israel que obviamente no es un país europeo en un Festival como este, aunque para sus detractores seguro que Australia está en el centro de Europa, y por cierto, Israel participa en este certamen hace un montón de años.

Y es que una vez más, la guerra de Oriente Próximo se intenta vender como un genocidio israelí contra la población palestina, olvidando quien la inició y las barbaridades que los terroristas de Hamás cometieron contra los jóvenes asistentes a un concierto por La Paz celebrado a escasos kilómetros de la frontera donde secuestraron y asesinaron a varios centenares de judíos, previa violación y tortura de familias enteras en sus viviendas en los kibutz próximos.

Después de intentar sin éxito impedir la intervención israelí en el certamen, pidieron a quienes los veían desde sus casas que apagaran el televisor durante la Intervención israelí, y por supuesto que en ningún caso les apoyaran con el televoto, y a los presentes en Malmo que abuchearan la intervención de la representante israelí, que fue respaldado por buena parte de los espectadores.

Tengo que confesar que la canción española no he sido capaz de escucharla en su integridad. La letra en la que la intérprete presume de ser una zorra, que dicho sea dicho de paso, si se lo llama cualquier paisano por la calle tiene asegurado en el mejor de los casos una noche de calabozo, y la coreografía con un par de tíos enseñando el culo es absolutamente lamentable.

Así, no es de extrañar que ocupáramos el puesto 22 de 25 después de sumar el voto de los jurados con el televoto, y es que ni con el lamentable Chiquilicuatre quedamos tan mal, a pesar de lo cual, la presentadora de la Televisión Española felicitó a Nebulosa por su éxito. Por cierto ya no es un festival de la canción, pues cuenta más la performance que la música.

Y respecto a la canción ganadora lo tengo todavía más difícil, pues Nemo, el intérprete suizo, todo lo que quiso trasmitir es que era no binario, vamos, que ni carne ni pescado que diría un castizo. A mí me tiene sin cuidado la condición sexual de cada quien, y no creo que les importe a mucha gente que ni siquiera sabe qué es ser “no binario,” pero seguro que cuando vieron la indumentaria del personaje salieron de duda.

Y respecto del intento fallido de boicotear la canción israelí fue otro fracaso, salvo en el abucheo para hacer inaudible la canción. Y por si a alguien le queda alguna duda, ahí están los resultados del televoto. Y aquí tengo que hacer una nueva confusión: seguí con interés las dos votaciones, la de los jurados y las emitidas por televoto, y no tengo por qué ocultar que me llevé un alegrón cuando el televoto español fue mayoritariamente para Israel.

En fin, que si la organización de este festival y los participantes siguen por este camino, no sé qué hacemos acudiendo año tras año. En mi opinión, es perder el tiempo y el dinero, pero dentro de un año, tendremos más de lo mismo.

Ah! se me olvidaba. Esta semana pensaba hablar de las elecciones catalanas, pero el resultado hace difícil predecir cómo terminará todo, y seguro que el Presimiente Sánchez seguirá mareando la perdiz hasta después de las europeas, como ocultó sus pactos con EH Bildu hasta después de conocer el resultado, para acto seguido regalarles la alcaldía de Pamplona a los bilduetarras.

Sólo después del 9 de junio, SuperSanchez entregará al prófugo Puigdemont la cabeza del candidato socialista para garantizarse continuar en la Moncloa, que es lo que de verdad le importa. Y si no tiempo al tiempo.

Hasta el viernes que viene.