Hasta la segunda guerra mundial se desarrollaron dos modelos antagónicos ideológicos que partían de una misma base común: el socialismo.

Por una parte, el comunismo soviético promotor de la dictadura del proletariado y, por otra, el nacional socialismo (nazismo) inspirador de la dictadura de la raza superior a la que debía someterse el mundo.

Ambas ideologías exterminan al disidente, imponen el terror, e intentan globalizarse imponiéndose en el mundo entero, generando la segunda guerra mundial que finalizó con la coexistencia de dos mundos, el comunista soviético y el democrático capitalista. Ambos se han ido deprimiendo hasta la caída del muro de Berlín, en el que se considera muerto el comunismo soviético y se sustituye por un simpar de dictaduras que finalizan en el totalitarismo comunista de Putin, menos ideológico pero no menos cruel.

Por su parte, en el democrático se produce un claro hundimiento de los principios inspiradores que se han ido perdiendo en pos de una democracia partitocrática, corrupta y burocrática que impone unas determinadas políticas que hacen perder el poder al pueblo en favor de unas élites que se empoderan sin criterio, sentido y valor alguno, más allá del interés egoísta de sus miembros, alcanzando el paroxismo con un Trumpismo esquizofrénico e histriónico y una Europa vendida a las élites comunistas económicamente poderosas y estólidas.

Como marco común, una sociedad hedonista, onanista, básicamente inculta, tremendamente titulada pero profundamente inconsistente, que ha perdido los valores básicos que estructuran una sociedad: honradez, prudencia, preparación, educación, respeto, empatía, sinceridad y valor de la palabra.

De una parte, a la que aspiran los líderes de las supuestas democracias, el terror, la dictadura, la imposición, la insignificancia de la vida humana, la supremacía del partido y de sus intereses, que someten en todos los aspectos de la vida a sus ciudadanos.

De otra, la inconsistencia moral, la mentira, el ardid, la postverdad generadora de realidades inexistentes, la manipulación, la corrupción más descarada y rampante que sirve de lanzagranadas entre unos y otros, la falta de valores, la lucha contra los principios judeo cristianos inspiradores de nuestro pasado, sustentadores de nuestro presente y que se quieren eliminar en un futuro más reciente y próximo, la política del mediocre, de una casta de inconsistentes mindundis arribados por partidos políticos carcomidos por las “putillas y chaperines” que luchan por una mirada de un líder que no vale ni para hacer la “o” con un canuto, pero se ha investido de poder y que sólo buscan su lucro, su boato y su egoísmo o preminencia.

Frente a todo esto, los que deseamos no someternos a los principios o pensamientos mayoritarios sienten cómo nos pasa el rodillo por encima y se nos tilda de todo tipo de paramales, por creer en la igualdad y no en el supremacismo de uno u otro sexo, por denunciar que la lucha de clases ha sido sustituida por la de sexos que, para ser destruidos, se denominan géneros, de los que creemos en que el derecho penal debe de intervenir frente a hechos y no frente a sexos, que el delito se consuma con la realización de un hecho que fractura o pone en peligro un bien social protegible, lo haga quien lo haga, para, al no someternos, aplicarnos todo tipo de improperios.

Si no te sometes al cambio climático eres considerado un negacionista peligroso que quiere dañar al mundo, pero nadie te explica cómo se puede predecir ese cambio a cientos de años vista, cuando nuestros científicos son incapaces de pronosticar el tiempo que hará en una semana.

Si no aceptas los mantras generados y admitidos por la supuesta “corrección política” se propone tu “asesinato social” tu eliminación o destierro social y político, eres un machista, facineroso, negacionista y peligroso ultraderechista, pero sólo has mostrado tu oposición, mientras que ellos te imponen, incluso por la fuerza, sin los votos, sin el apoyo social, unos determinados planteamientos y no pasa nada. Los verdaderos totalitarios te exigen pensar como ellos y eres tú, que no te dejas someter, el fascista, facineroso…  

Mienten, engañan, roban, ensucian los signos de todos, destruyen nuestros valores, persiguen nuestro pasado pretendiendo cambiar la historia y la verdad, e hipotecan nuestro futuro, nadie hace nada aceptando la imposición, la pérdida de libertad, el sometimiento mental… nos acercamos al totalitarismo comunista de Putin, China, Venezuela, etc. y no hacemos nada… Un socialista histórico dijo que no debíamos de olvidar el coste de la libertad y la obligada defensa diaria de la misma, por ello lloraremos, por no defender la democracia y lo que es nuestro y llorarán nuestros hijos y nietos que vivirán la tortura socialista-comunista que ahora algunos alaban.