Somos presos de nuestra época y rehenes de nuestro tiempo, presos de un momento en el que se respira de un modo concreto y rehenes de las circunstancias que nos rodean.
 
Que la segunda república, que hoy se quiere ensalzar, loar y contemplar como un tiempo de libertad, se desarrolló en un tiempo y momento concreto, en el que el Comunismo soviético se quería expandir por el mundo y desarrolló un modo de hacerlo, en el que nuestro país fue un simple laboratorio, también utilizado por el Nacional Socialismo de la época. En ese laboratorio, se probaron los métodos de eliminación y asesinato de los cristianos, no como religiosos, que también, sino como antagónicos al sometimiento del hombre por la violencia sostenida por la imagen del hombre-Dios que anula la propia existencia de último. El denominado Frente Popular utilizó la república como un modelo político de transición a una dictadura socialista soviética al servicio de la internacional socialista, sólo baste observar cómo miembros del PSOE asesinaban al jefe de la oposición, previamente señalado en el congreso como eliminable.
 
La República no se podía abstraer al momento en que se desarrolla, como el totalitarismo franquista no podía dejar de desplegarse en el mundo del momento y, en esa medida, temporal y finito, pese a que formalmente quiso quedar al margen, no podía más que vivir el tiempo que le correspondió.
 
Así, la República no fue un bálsamo de libertad, ni mucho menos la democracia moderna, que hoy, los perdedores de la guerra que ellos mismos alentaron, pretenden presentar; ni tampoco el Franquismo fue otra cosa que las fuerzas del momento, con un sentimiento religioso que, por una parte, sirvió de contención a las barbaries cometidas en Alemania e Italia, y por otra, fue el caldo de cultivo del fin del régimen.
 
No se pude defender la dictadura del General sin defender la República; pero, tampoco se puede criminalizar a Franco sin reconocer el crimen del Frente Popular y sus consecuencias, pues en una guerra, victoriosos y derrotados, todos, fueron, son, y serán, crueles, ambos asesinos que eliminaron a sus semejantes por una idea, por una posición política, pero ambos tuvieron la culpa de la barbarie y ninguno fue santo, como ninguno fue único culpable.
 
Hoy se llevan a cabo una elecciones en Vascongadas, en las que se ha perdido el norte de la brújula, pues con las manos aún manchadas de sangre, con las pistolas aún en el bolsillo, un pueblo dará fuerza, reconocimeinto y blanqueará a los asesinos reconocidos de aquellos que, compitiendo en las elecciones, vieron morir a los suyos en las manos del vencedor.
 
Se nos ha llenado la boca con la falsa idea de que ETA fue derrotada por Zapatero que la reconoció, potenció y limpió, sin que entregaran las armas, sin que se sometieran al vencedor, sin que asumieran las culpas, sin que dejaran de ensalzar al cobarde asesino que denominan gudari y sin más que dejar de matar para, ahora, alcanzar el poder con el apoyo del que los blanqueó y la dirección de un pueblo enfermo, olvidadizo y que asume el asesinato mientras "sean de los míos, sean mis asesinos" en una construcción intelectual tan repugnante como el racismo fascista de la raza superior o las instrucciones para violar a las derrotadas de los libertadores comunistas.
 
Recordemos que Unamuno, vasco, español, libre pensador, promovió el advenimiento de la República y, cuando vió lo que realmente era, apoyó el movimiento de Franco para, cuando comprobó lo que era, posicionarse en contra. Pues bien, esas supuestas y mal entendidas contradicciones, no son más que el fruto de una coherencia personal, un reconocimiento del momento en que se vive y un sentimiento de dolor por una España que vive en la contradicción y la mentira.
 
Por eso, en estos días, en las elecciones vascas, sentiremos el vómito de vivir de rodillas ante los asesinos para aceptar su paz, para aceptar su victoria real, para vivir en la mentira de un interés concreto que nos lleva de nuevo al bloque Ruso, Venezolano... Es nuestro momento, nuestro tiempo, nuestro dolor.
 
Luego, si quieres, hablamos de los nobles castellanos que murieron a manos del monarca por defender sus privilegios... todo un momento histórico.