En la fría noche de diciembre, cuando el viento susurra melodías gélidas, y las estrellas titilan como destellos de esperanza, las calles de la ciudad de Salamanca se visten con destellos luminosos, y los corazones laten a la vez en la magia de la Navidad. Don Rodrigo, un anciano de alma sabía y sonrisa tímida, se refugia en sus recuerdos mientras observa por la puerta acristalada la helada que cubre el paisaje urbano. Ya se escribía, allá por el siglo XVI, en lo que se conocían como cantares de gesta medieval: "Después que el rey don Rodrigo/ a España perdido había,/ íbase desesperado/ por donde más le placía".

Otra noche fría de diciembre, la de este viernes de antesala de la Nochebuena, cuando las luces parpadeantes adornaban las calles, y el espíritu navideño se respiraba en el aire, cinco amigos se reunieron en su pub favorito, 'La penitencia de don Rodrigo', que regenta Orlando desde hace once años, y se ha convertido en un templo de fiesta y paz, casi a la antigua usanza que vivíamos cuando viajábamos a Escocia. O, quién sabe, la reminiscencia de aquel local de moda madrileña, en los años locos de los 80, que se había convertido en el centro inciático cada noche de vigilia festiva, Lord Byron en la calle Villalar, del que Josema Yuste, el de Martes y Trece, o el mismísimo poeta del esplendor y caos en una ciudad feliz de los ochenta, 'Madrid ha muerto', Luis Antonio de Villena, o también Javier Gurruchaga, podrían dar buena cuenta. Como ahora nuestro local charro de sevillanas, rumbas y ritmos del ayer, con algún ron 'Legendario' con hielo. Porque "Lo nuestro duró/ Lo que duran dos peces de hielo/ En un wiski on the rocks", en la ya de por sí masificada noche salmantina, para celebrar la amistad y la alegría de la temporada navideña.

Las risas resonaban mientras los amigos, Clara la bailarina -qué arte en sus manos al son de Chichos y Chunguitos-, Concha, la señora, don Paco, el rey de los mares del sur, y el bailaor Álvaro, la candidez y dulzura de la danza joven más sutil, se acomodaban en la barra junto a la puerta. El local estaba decorado con guirnaldas brillantes, y el murmullo de las conversaciones se mezclaba armoniosamente con la música de rumbas, porque ya se sabe, "nadie se derrumba de rumba y otras muchas rumbas", que fluía de los altavoces. El bullicio del bar no eclipsaba la calidez y la cercanía que sentían entre ellos.

Buena música, buenos músicos: Juan Carlos López Encinas, 'Jimmy' -guitarra y voz-, Antonio González, 'Toño', -saxofón-, y José Luis Patricio, 'Patri', -cajón- con sus villancicos rumberos. Una delicia en la noche salmantina, con los cristales empañados de vaho, la calidez del local y el frío intenso que se colaba con cada cliente que llegaba.

Clara, la artista del grupo, había llegado con una bolsa llena de invitaciones para añadir un toque festivo a la despedida del año. La alegría contagiosa de la estupenda artista se reflejaba en su sonrisa, mientras compartía anécdotas sobre sus últimas vivencias.

Paco, el bromista del grupo, hizo estallar a sus amigos en carcajadas con sus dichos y ocurrencias. No sacó su guitarra, pero sí otro cliente que comenzó a tocar algunas canciones populares, transformando el local en un festivo escenario. Pronto, otros clientes se unieron a la fiesta, cantando y bailando al ritmo de las rumbitas más guapas.

Álvaro, el más joven del grupo, propuso un brindis por la amistad, que se afianza en cada momento que pasa. Levantamos nuestras copas llenas de alegría y gratitud, reconociendo la fortuna de tenerse los unos a los otros en momentos tanto alegres como desafiantes. Y allí, con un palmeo especial, Álvaro, el bailarín y profesor de la Escuela de Baile Clara, donde bailar es aprender y divertirse siendo felices con ritmos flamencos, salseros, sevillanos o caribeños, iba desgranando a ritmo de palmas las más genuinas rumbas de Chicos y Chunguitos, de Rumba Tres y Camarón. Y cómo no, esa rumba guapa de ahora, la de los 19 días y 500 noches, del crápula Joaquín Sabina. "Y yo, para no comprarla con bisutería/ Ni ser el fantoche que va en romería/ Con la cofradía del santo reproche.// Tanto la quería/ Que tardé en aprender a olvidarla/ diecinueve días/ Y quinientas noches". Como la vida misma.

Y las horas pasaban deprisa entre el humo, la risa, bailes y canciones. Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy, Álvaro. "Lleno estoy de razones/ Pa' despreciarte / Y sin embargo quiero/ Que seas feliz", es que Albert Hammond, a ritmo de rumba es lo más, a pesar de que José Ángel Espinoza Aragón, conocido como Ferrusquilla, fue actor y cantante mexicano, fue quien la compuso. Así afirmaba Rosa, "qué bonita y aquello eran letras, no las de ahora". La alegría de la Navidad se reflejaba en los rostros de los cinco amigos, mientras compartían historias, sueños y esperanzas de futuro. En ese rincón acogedor del pub, la verdadera esencia de la Navidad se manifestaba en la calidez de la amistad compartida.

Y así, entre risas y melodías, estos cinco amigos disfrutaron de una noche llena de villancicos rumberos, amistad y la magia especial que solo la Navidad puede traer. Y como cantaban en su día 'los chungos que gustaban al progre', como los bautizó el amigo, paisano y llorado poeta José-Miguel Ullán: "Si me das a elegir/ Entre tú y la riqueza/ Con esa grandeza/ Que lleva consigo, ay, amor/ Me quedo contigo". Pues eso, ay!