Menos mal que estamos cerca del día de los enamorados y el ambiente está modosito y amoroso, pues con el follón de la ciudad naranja de Castaño, la cosa, en otro momento, hubiera sido aún más dolorosa.

A ver, lo primero que debería de haberse hecho, por parte de todo el mundo (unos por acción, otros por omisión y otros por aceptación), es suspender en funciones al Sr. Concejal y a la gerente de la Sociedad de Turismo, como medida preventiva. No parece razonable que quienes han sido los responsables directos de la gestión de la susodicha ciudad de la paz, o de salam-anca, puedan seguir gestionando la cuestión y sus derivados.

No menos importante hubiera sido que se liderase por el equipo de gobierno una auditoria de la sociedad de turismo, realizada por el interventor municipal en lo económico y por los servicios jurídicos del ayuntamiento en lo documental y jurídico, pues las dudas en la gestión de la citada sociedad son más que sospechosas de una caña de un bar, y contratar auditores externos que nos cuesten dinero no parece lo más adecuado, ya nos está costando dinero y prestigio la bromita como para seguir en esa fiesta que pagamos todos.

Con estas acciones impedimos un uso político de lo que debiera de ser una acción de investigación, depuración y asunción de responsabilidades, si las hubiere, y no un circo político-mediático que sólo beneficia a unos pocos políticos y medios de comunicación. Tras esa investigación, y una vez con los datos encima de la mesa, es evidente que la disputa política se centrará en lo correcto y no será únicamente farfulla y petardos de ruido sin contenido, evitemos la política de plexiglás en la que algunos se mueven en detrimento de los ciudadanos.

En esta culebra preelectoral, con tientes de dinosaurio nacido tras las elecciones anteriores, vemos un PP que ha estado o sometido a la naranjofobia o a una disputa interna que deja sólo al alcalde y sin control del ejecutivo que ha cursado como pollo sin cabeza. Un PSOE sin ideas, sin fuerza, sin presencia, que no asumió la pérdida, una vez más y no parece que sea la última, de la posibilidad de gobernar, que tiene sus divisiones internas en el ayuntamiento y que, con esfuerzo, intenta hacer cosas que se quedan en simples cantos de sirena y que ahora, en este asunto, quiere correr mucho para sacar rédito de lo que ellos mismos tienen sus responsabilidades. Un Podemos, o sus marcas blancas, que no ha existido en la legislatura más allá del colorín y la imagen para, llegado este momento, no saber ni qué carta jugar en un devenir estúpido carente de criterio. Vox, sin presencia en el ayuntamiento, en los medios, en la ciudad, ahora que parece podría decir que existe, ni está ni se le espera en un momento en el que, si realmente quisieran actuar en Salamanca, tenían la obligación de dar un paso al frente, presentar su posición y defender sus postulados con medidas y acciones concretas, pero…

Lo de Cs en este asunto es para nota, pues en primer lugar unos no sabían ni dónde estaban y otros han usado, como ya habían pronosticado, el ayuntamiento como algo propio, de forma que sólo lucrasen los más próximos. Un auténtico dislate para los que se presentaron como el algodón del calvo y acabaron como el mocho de la fregona de un urinario público de los 60. Aquellos que no sabían, ahora no saben cómo actuar y los que sabían se enrocan, amenazan, movilizan y emponzoñan para, finalmente, seguir en el machito.

Al final, no sólo Salamanca, los charritos, nuestro pasado y nuestro futuro, se ven marcados con el estigma de esta idílica ciudad del islam, sino que se ha demostrado, esperemos algún cambio que nos permita modificar la opinión, como la incapacidad de unos políticos pacatos, catetos, cobardes y egoístas que o nos han tomado el pelo, o nos han metido la mano en la saca, o son incapaces de reaccionar en nuestra defensa, pues al final ellos son perecederos y prescindibles, pero Salamanca, los “perritos sin alma” que en ella vivimos, no nos merecemos ni esto ni estos defensores.