No dudo que si un purista del idioma escucha calificar de soliloquio mi columna de hoy y luego lee su contenido me diría que estoy forzando hasta el propio diccionario de la RAE, que define soliloquio como “reflexión interior o en voz alta y a solas”, y también como, en una obra dramática, “parlamento que hace un personaje aislado de los demás fingiendo que habla para sí mismo”.

Pues bien, aunque el contenido de mi artículo de hoy no se ajuste exactamente a la definición de la RAE, estoy convencido de que me lo perdonaréis, y veréis que mucho menos se ajusta al orden del día de las Cortes, el contenido del discurso de Su Sanchidad. Veamos:

El Presimiente ordenó a la presidenta del Congreso que convocara un pleno extraordinario en un mes no lectivo, para que SuperSanchez diera cuenta de las decisiones adoptadas por el Consejo Europeo en sus reuniones de octubre y diciembre, al tiempo que ordenaba a la mesa de las Cortes que rechazara las nueve comparecencias de otros tantos ministros que habían sido solicitadas por los distintos grupos de la oposición, para hablar de temas de la máxima actualidad.

Y haciendo valer aquello de ¿Quién nombró a la presidenta del Congreso? Pues eso, las Cortes se reunieron por la mañana para votar el sexto paquete de medidas socioeconómicas que el Gobierno Sanchezstein presentaba en el Congreso para intentar combatir los efectos de la crisis económica que estamos viviendo, que como es habitual resultaron aprobadas con la novedad de que, por esta vez, se abstuvo la oposición, habida cuenta de que buena parte de ellas habían sido propuestas por el PP hace meses, para rechazadas de inicio,  aprobarse meses después, con lo que se hinchaba la hucha de hacienda y se vaciaban los bolsillos de los españoles.

Pues bien, iniciado el pleno de la tarde subió al Presimiente a la tribuna, para sin límite de tiempo ni de contenido para su intervención, iniciar lo que yo llamaba el soliloquio: comenzó recordándonos que llevamos 11 meses desde que Putin decidió invadir Ucrania, por si alguno no lo recordaba, porque en opinión del Gobierno este es el origen de todos nuestros males, y aunque ciertamente lo sea de una buena parte de ellos, no lo es en modo alguno de los que comenzamos a padecer con la pandemia tan brillantemente resueltos por SuperSanchez.

Hizo referencia a la actitud generosa de España en la acogida de refugiados ucranianos y en el apoyo económico y militar que estamos prestando al gobierno del país invadido, pero sin la más mínima referencia a la división existente en su Gobierno respecto a lo que debe ser la postura española.

Hasta ayer mismo, no sé si incluso hoy por la mañana, seguían en la misma onda las ministras podemitas reclamando una conferencia de paz, como si el resto del mundo, excepto Putin no lo desee.

Y a partir de ahí, su sanchidad se dedicó a pregonar, evidentemente magnificados,  los éxitos de alguna de sus medidas en estos últimos meses, aún cuando muchas de ellas fueron propuestas anteriormente por la oposición y rechazadas por él,  y al mismo tiempo a criticar, cómo no, al Partido Popular y muy especialmente a su líder. Presumió una vez más de sus éxitos en materia de empleo, aunque creo que los datos, que se hicieron públicos ayer, le habrán bajado los humos después de conocer los datos hecho públicos por la EPA, pues seguimos liderando el número de parados superando de nuevo los tres millones a pesar del vergonzante maquillaje a que someten sus datos, que ha crecido el empleo público en 20.000 personas y ha caído el privado en 102.000, y seguimos liderando el paro juvenil, el paro femenino y el número de familias cuyos miembros están todos en el paro, y aún no hemos recuperado la situación económica previa a la pandemia.

Se remitió a los cuatros ejes de su discurso de investidura, recordó una vez más que Cataluña está mejor que en 2017, lo cual es verdad, si tenemos en cuenta todas las concesiones hechas a los independentistas  y las múltiples modificaciones del Código Penal a la medida de los condenados. Ninguna referencia por supuesto a sus promesas preelectorales incumplidas desde el primer día de su acceso a la Moncloa, y sí a sus supuestos éxitos en la gestión de la crisis energética que pagaremos a lo largo de los próximos años.

Presumió de su apoyo a la familia, con los 200 €  para combatir la inflación frente a los 400 € concedidos a los jóvenes que cumplen 18 y por lo tanto accederán por primera vez al voto en este año, y no para pagar el gas, la luz, o la cesta de la compra, sino ir al cine, conciertos, videojuegos, etc. también presumió de haber controlado la inflación, lo cual sería cierto si no fuera por lo que ocurrió el pasado año en que también lideramos la inflación y lo que sigue creciendo la inflación subyacente. Y a continuación un torrente de medidas supuestamente exitosas de pasado, presente y futuro.

Y así, una hora a mayor gloria del Presimiente, al que hay que reconocer que domina la oratoria, o quizás sería mejor decir su capacidad de leer sin que se le note que ni él mismo se cree lo que nos cuenta, como su tesis doctoral o su partida a la petanca con supuestos jubilados que no eran tales sino destacados socialistas de la localidad. Y es que, como trilero, Sánchez no tiene rival.

En la réplica subió a la tribuna Cuca Gamarra, que se arrancó con una referencia a la ley de “sólo sí es sí” y a la negativa del Gobierno a rectificar una Ley al amparo de la cual cerca de trescientos delincuentes sexuales han visto reducida su pena de cárcel, (y lo que te rondaré morena…), y más de una veintena están ya en libertad. Todo un éxito del Gobierno en la protección de las mujeres…

Al continuar la portavoz del PP refiriéndose a la modificación del Código Penal, al retorno de Puigdemont, la desaparición del delito de sedición (él, que lo calificó de rebelión), de la modificación del delito de corrupción y la rebaja de la pena  por malversación, algo que ha causado alarma hasta en Bruselas, la política con Marruecos, y en definitiva, la política errática y caótica que lleva este gobierno, fue interrumpida y llamada a la cuestión por la presidenta, cosa, por supuesto que no hizo con las intervenciones del portavoz socialista, Pachi López, que en ningún punto de su intervención hizo la más mínima referencia al discurso de Su Sanchidad. Menos mal que Cuca Gamarra se despidió diciendo que, a pesar de todo, del Sanchismo se sale…en 2023.

Y esta semana, con su visita a Valladolid se paseaba en bicicleta acompañado de su primo hermano Oscar Puente, circulando por una calle cortada y en dirección prohibida hacia la tan denostada antaño “Cúpula del Milenio”, convenientemente aislada para evitar los gritos de los vallisoletanos y no precisamente para agradecer su visita. Y ahora sí, hasta la semana que viene, salvo que vuelvan a echar mano de la supuesta nueva regulación del aborto en Castilla y León.