Las elecciones municipales asoman ya la patita en el horizonte, previstas para el 28 de mayo de 2023. El mes de agosto es para los políticos como esa calma chicha que precede a la tormenta, días de asueto para recuperar fuerzas y volver hacia finales de mes con las pilas recargadas para afrontar el trabajo arduo de las listas, que es siempre asunto complicado.

Son frecuentes los encontronazos entre correligionarios de cada partido cuando llega el momento crucial de las candidaturas a los ayuntamientos más grandes o las diputaciones provinciales, que es donde se hallan las dedicaciones exclusivas, las dietas, los coches oficiales, etcétera.

Sin embargo, encontrar candidatos dispuestos a concurrir a las alcaldías en los pueblos más pequeños es labor que se ha ido poniendo cuesta arriba conforme se suceden las legislaturas. Ahí no hay dinero que llevarse al bolsillo, solo problemas que resolver y dar la cara ante el vecino que te aborda por la calle o en la barra del bar y te reconviene si no has solucionado lo suyo.

El trabajo de estos abnegados cargos municipales sí es verdaderamente un servicio público desinteresado. El único pago es la vanidad de convertirte en el alcalde de tu pueblo por un tiempo y sentarte en el palco de la plaza de toros durante las fiestas.

En los últimos veinticinco años han cambiado mucho los hábitos de los políticos. Los caciques de antaño pisaban el barro de los pueblos para convencer al confiado pueblerino de que organizara una candidatura a cambio de colocarle al hijo y así.

Luego esas promesas casi nunca se cumplían. Los aldeanos han aprendido y se han vuelto desconfiados, de modo que ya saben distinguir perfectamente entre el valor político de la palabra y el valor de la palabra de un político.

Además, ya no quedan politicones como los de antaño, que se metían en la cocina del potencial postulante, gesto de confianza que este valoraba, y acababan bebiéndole el vino y merendándole el queso y el embutido.

Ahora la política se hace desde la comodidad de las redes sociales, sobre todo desde la del pajarito, o sea, Twitter. Hay políticos de guante blanco que ignoran que es llevar sirle o boñigas incrustados en la suela de los zapatos. Su labor política consiste mayormente en lanzar tuits y en convocar a los medios de comunicación para que amplifiquen sus cuitas.

Pero una cosa es el universo virtual y otro muy distinta la cruda realidad, sobre todo la dura realidad del mundo rural. Así, suele ocurrir que, cuando llega la hora de la verdad, los políticos tuiteros, que, por lo general, viven alejados de la gente corriente, son incapaces de conformar lista municipal alguna. El caso más notorio es el de Podemos, cuyos dirigentes despliegan una intensa actividad en las redes sociales, pero han sido incapaces de crear una infraestructura política en el ámbito rural.

Los resultados de Podemos Castilla y León en las elecciones municipales -me atrevo a augurarlo sin temor- serán desastrosos, porque en ocho años han sido incapaces de pasar de las musas virtuales de Twitter al teatro canalla de la realidad de carne y hueso. Yolanda Díaz lo sabe perfectamente. Por eso se ha puesto la venda antes de la herida y ha anunciado que su marca aditiva no estará lista para las elecciones municipales del año que viene. O sea, excusa de tuitera.

En Ciudadanos mantienen la esperanza de la recuperación (la esperanza es lo último que se pierde, según se dice), pero mucho nos tememos (y lo lamentamos) que no saldrán del hoyo profundo en el que los dejaron las elecciones autonómicas del pasado mes de febrero.

El campo de batalla municipal se lo disputarán PP y PSOE, que deberán competir esta vez con formaciones políticas localistas de nuevo cuño, en pleno auge desde hace algún tiempo (UPL, Soria Ya, Por Ávila y otras que surgirán en cada provincia), y también con Vox.

Lo mismo que Podemos, Vox sigue siendo aún un partido de redes sociales, una formación política tuitera, sin una infraestructura consistente. Las redes sociales han sido y siguen siendo su principal teatro de operaciones; además, con muy buenos resultados. Pero su talón de Aquiles es también esa falta de infraestructura humana en el ámbito rural. Y ello a pesar de su vehemente apoyo oral a cazadores, agricultores y ganaderos.

La formación de Abascal presentará candidatos en los municipios más grandes, pero no conseguirá competir con PP y PSOE en los pequeños. Sin embargo, probablemente se convertirá en la llave de gobierno en muchos ayuntamientos y diputaciones, igual que lo ha sido Podemos en esta legislatura.

A pesar de que estamos a nueve meses vista, a finales de agosto arrancará de lleno la parafernalia de buscar candidatos y organizar las listas municipales. En mi pueblo andan los cazadores como locos tratando de localizar y abatir al corzo macho autorizado por el coto. Pero el corzo es esquivo y ninguno ha conseguido verle los cuernos. Esto mismo sucede en la política de los pueblos más pequeños. Los posibles candidatos son cada vez más corzos huidizos casi imposibles de cazar para la listas, ay.