Hace algo más de tres años tuve la oportunidad de hablar con un importante líder local del Partido Socialista (y aquí utilizo el indefinido o indeterminado para que no se le encuadre) fue en la plaza del Liceo en el periodo electoral del 19 (si el interesado lee esto seguro se acordará) en esa conversación le advertía, exponía las dudas y temores que me transmitía Pedro Sánchez. Tengo el don -no sé de donde me sale- de acertar, atinar, más o menos, el carácter, personalidad de aquellos que tienen la desgracia de pasar por el tamiz de ese don.

En Pedro Sánchez encontré, aparte de lo evidente, una desvergüenza absoluta. Rasgos que me dirigían a pensar  lo que ha resultado ser, un político muy terco y empecinado, narcisista y engreído; muy centrado a la hora de conseguir sus objetivos, incluso, a costa de intereses secundarios para él, para otros importantísimos y sobre todo un mentiroso patológico y un tramposo sin escrúpulos.

O no se acuerdan del cambio velocísimo de criterio, 24 horas, para llegar a un acuerdo de gobierno con aquellos con los que no podría dormir de llegar al gobierno con su compañía.

A este líder local le hice saber mis temores: que Sánchez iba a ser un peligro para la política y la democracia española y, por relación directa también, para el propio PSOE.

Desgraciadamente hoy los miedos y temores de muchos españoles son algo más que una espantosa realidad pero -mucho más allá de fijar la responsabilidad en una persona- la de Pedro Sánchez; lo ocurrido esta semana con Boris Johnson me recuerda a la primera vez (creo que única) en la que el comité federal del PSOE se posicionó en contra de Sánchez obligándolo a dimitir de su cargo e iniciar el peregrinaje por las sedes socialistas en pos de la reelección como Secretario general del PSOE, me indica tambien, que no es al único al que exigir responsabilidades ante la debacle en todo el orden de cosas que la gestión del PSOE ha puesto a la puerta de este país.

Encuentro similitud entre lo expuesto: como se dio la dimisión de Pedro Sánchez en aquellos convulsos días en Ferraz, el progresivo abandono de miembros del comité federal hasta quedar los justos y necesarios para forzar una gestora presidida por Javier Fernández y lo que le está pasando al gobierno de Boris Johnson que le ha obligado a dimitir de la presidencia del partido conservador y, tras el abandono de más de 50 miembros de su gobierno muy posiblemente, le llevará a ser sustituido por su partido a los mandos del Gobierno  de la Gran Bretaña.

La historia de alianzas posteriores al triunfo como Secretario General del PSOE y candidato a presidir este país tras las elecciones del 19 han resultado ser mucho peor. Más vale que lo hubiesen expulsado tras las más que sospechas de tongo en una urna sin control, en este caso, en un intento de llevar al partido a un congreso y unas primarias que claramente las iba a posicionar a su favor.

Hoy los que despotrican sobre  la condición de personal que ostenta el acta electoral están deseando que esa libertad que le brinda y a la vez blinda el  acta de Diputado se traslade en una desafección progresiva de Pedro Sánchez dentro de la bancada socialista del Parlamento y, si no es ahí, en otras administraciones.

Hoy, tal es el estado del Estado que hay que apuntar, dirigir, conminar, exponer y enfrentar a todos aquellos que, o bien por intereses personales, de partido o de afiliación, por responsabilidad con el cargo, por afinidad en definitiva, hoy el Partido Socialista los que lo componen a distintos niveles deben preguntarse si es acertado sostener a Sánchez Castejón sabiendo que las decisiones presentes y las futuras son contrarias a los intereses del Estado en su conjunto y contrarias a la democracia y a la Constitución que algunos juraron defender.

Tienen una última oportunidad porque ¡mañana ya será tarde! será el fin de un camino de 40 años que comenzó en 1978 y a la vez el inicio de otro, un camino que, sabiendo lo que hay al final, no se debería iniciar.

Hoy hay que dar la cara, porque mañana, la cara  la reflejará  la historia y puede que a algunos no les guste.

Sí, hoy toca retratarse.