Vox ha apostado por un afamado jinete como candidato a presidir la Junta de Castilla y León a partir del 13-F. Algunos maliciábamos que Santiago Abascal pudiera inclinarse por un torero, folklórica, cazador o legionario como candidato a presidir la Junta. Pero, finalmente, ha cedido las riendas de la hípica castellana y leonesa a Juan García-Gallardo Frings, un joven abogado de Burgos, miembro de una familia con gran pedigrí en el mundo jurídico y también en el ecuestre.

El perfil de García-Gallardo se ajusta como un traje a medida a la imagen del “caballero español, centauro legendario” que reivindica Vox y a la escenografía de tiempos pretéritos que tanto entusiasma al propio Abascal: la del líder carismático a lomos de un rocín conduciendo a la muchedumbre en defensa de la patria amenazada, como un don Quijote de la posmodernidad.

A primera vista, García-Gallardo parecía un candidato perfecto: joven, deportista, varios idiomas, buena formación… Pero su intensa actividad en Twitter ha delatado una personalidad intolerante, plagada de ideas radicales y términos malsonantes (puta, maricones, negros y así), que no parece la mejor carta de presentación. Aunque quizás sí sea el mejor perfil para los potenciales votantes de Vox. Uno tiene siempre muy presente esa sentencia sobre los pendejos: “Me dan miedo, porque son muchos y entre todos pueden elegir a un presidente”.

El candidato de Ciudadanos, Francisco Igea, exteriorizaba ayer en su cuenta de Twitter sus peores temores: “Ya predije que la campaña de Vox consistiría en recorrer la Meseta a caballo”. Y, claro, nada mejor para ello que poner al frente del escuadrón a un avezado jinete.

Una gran pelotera de caballería

Conque, el 13-F en Castilla y León amenaza con convertirse en una gran pelotera de caballería, como las del Cid contra los infieles o las de los tercios de dragones en Flandes contra los protestantes.

La estrategia bélica caballar crea problemas al principal rival de Vox, Alfonso Fernández Mañueco (PP), actual presidente de la Junta y aspirante a renovar el cargo. Igual que la parroquia de Vox, Mañueco se emociona ante las marchas militares. Y además es taurino y patriota. Pero ni es cazador ni es jinete.

Su gran arma para la contienda le ha llovido del cielo: el chuletón. Y se la ha regalado Alberto Garzón, el inoportuno y grotesco ministro de Consumo. Las banderolas con que las gentes del PP recibían ayer a Mañueco, en la Intermunicipal que su partido había convocado en Salamanca, no llevaban ya las letras azules ni las gaviotas sobrevolándolas. Lo que enarbolaban los fervientes militantes eran chuletones ensartados en palos, listos para la parrilla. “Un día mi viejo dijo: He pensado en poner acá una parrilla”.

Lluvia letal de chuletones

Abascal sueña lanceros valerosos arremetiendo contra las huestes gastronómicas de Mañueco, las cuales no han sido adiestradas ni para atacar ni para defenderse de Vox. Lo que han recibido es entrenamiento apresurado para arrojar contra el rojerío heterogéneo de Pedro Sánchez la lluvia letal de chuletones patrocinada por Garzón.

El drama del PP es que buena parte de la parroquia de Vox es también apasionada de los chuletones y las parrillas.

El PSOE de Luis Tudanca huirá de genealogías carniceras y escenografías equinas. En esta peculiar ‘guerra entre parientes’, se concentrará sobre todo en los presuntos casos de corrupción que se ciernen sobre el PP de Castilla y León: trama eólica, edificio Perla negra, terrenos de Portillo, pago de cuotas de los militantes de Salamanca con dinero de origen desconocido… Y aireará la necesidad de un cambio político en la Junta después de casi 35 años con los populares al frente las instituciones autonómicas.

Un cambio que truncó Ciudadanos en 2019, cuando los naranjas, tras predicar lo contrario durante la campaña electoral, decidieron finalmente apoyar al PP en la Junta. He aquí el pecado del que necesitará redimirse Igea ante su antiguo electorado.

En el fragor de la conflagración de caballos, chuletones y casos de corrupción, será difícil que se oiga el mensaje centrado y liberal de Ciudadanos. Lo que menos importará en la campaña que se avecina serán los programas electorales de cada cual. Asistiremos sobre todo a una brocheta de mensajes simples, con el “y tú más” como nexo común. Con que, Inés Arrimadas e Igea tienen ante sí una misión casi imposible.

Los demás, a roer los huesos

Como en la guerra civil española, donde los totalitarismos enfrentados ensayaron el desastre que vendría después, la II Guerra Mundial, las elecciones autonómicas de Castilla y León se plantean igualmente como campo de pruebas para lo que quizás acontezca a medio plazo en la política nacional.

Serán Mañueco, Tudanca, Igea, García-Gallardo… los aparentes protagonistas. Pero en el fondo el triunfo o la derrota se los colgarán Pedro Sánchez, Pablo Casado, Inés Arrimadas y Santiago Abascal. Alguno se comerá el chuletón; los demás, a roer los huesos, ay.