Los apicultores María del Río y Víctor Ruiz en sus colmenas de la provincia de Burgos

Los apicultores María del Río y Víctor Ruiz en sus colmenas de la provincia de Burgos

Economía

María (41), apicultora de Burgos: "Estamos al límite por las plagas, el cambio climático y el aumento de los precios"

Esta emprendedora alerta de los "graves problemas derivados de la globalización" y del coste de los tratamientos contra los ácaros que están poniendo en jaque a un sector fundamental para mantener los ecosistemas.

Más información: La miel se agota y se fijan precios mínimos en Castilla y León: advierten de un futuro incierto para los apicultores

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En un mundo donde las abejas desaparecen a un ritmo alarmante, la apicultura se ha convertido en mucho más que una tradición rural: es un baluarte silencioso contra el colapso alimentario global. Estos pequeños insectos polinizan cerca del 75% de los cultivos que terminan en nuestros platos, desde almendras californianas hasta manzanas gallegas o café colombiano. Sin ellos, los supermercados se vaciarían de frutas, verduras y frutos secos, y los precios de los alimentos básicos se dispararían.

En España, las cerca de tres millones de colmenas manejadas por unos 35.000 apicultores profesionales y aficionados generan un impacto económico directo que supera los 500 millones de euros anuales entre miel, polen, jalea real y cera, pero su valor real como seguro de vida de la agricultura multiplica esa cifra por diez.

El sector vive, en la actualidad, un momento delicado ante el incremento de los costes de mantenimiento de las colmenas, que se han disparado un 50% desde el comienzo del conflicto de Ucrania, en febrero de 2022, las consecuencias del cambio climático y las enfermedades que sufren las abejas. La elevada mortandad de estos insectos provoca una disminución de la producción y, con ello, una baja rentabilidad que ha puesto en riesgo la viabilidad de un sector clave por su labor medioambiental y para fijar población en el medio rural.

Los estragos de la globalización

La apicultora burgalesa María del Río Mena, de 41 años, atiende a EL ESPAÑOL de Castilla y León y explica la "situación límite" que vive el sector derivada de las plagas, el cambio climático y el incremento de los costes. "La globalización nos está provocando graves problemas, están entrando además otras avispas grandes por el sur y el precio de la miel no se rige por normas de mercado de demanda y oferta", lamenta.

Del Río reside en la localidad de Arconada, en el municipio de Carcedo de Bureba, del que es natural su pareja, Víctor Ruiz, y ambos son apicultores profesionales desde 2019. Cuentan con unas 500 colmenas y entre 200 y 300 núcleos nuevos cada año y venden unos 5.000 kilos al año de su miel, 'Apimara'. "Es un nivel ya un poco al límite para la capacidad de una persona", resalta.

Esta apicultora explica que la mayor parte de apicultores profesionales de España llevan a cabo la trashumancia. "Van moviendo las colmenas a lo largo del año por distintas zonas de España buscando las floraciones que hay en cada momento, eso también trae sus desventajas y aumentos de costes. Nosotros no las movemos, siempre están aquí, la cosecha la hacemos una vez al año y durante los meses de verano, almacenamos entre junio y agosto y en septiembre cosechamos", señala.

La miel 'Apimara' se vende directamente al consumidor o a tiendas locales de la zona, teniendo un gran protagonismo las ventas online. Y apunta a que producen entre 10 y 30 kilos por colmena, llegando a producir unos 10.000 kilos al año.

"Hay colmenas que pueden llegar a dar incluso 60 kilos de miel, pero no son todas iguales, hay algunas que producen más y otras menos. Se nos va conociendo poco a poco y van aumentando las ventas pero es un camino a largo plazo, una gran parte de nuestra venta es online, esto es un trabajo a largo plazo", apunta. La empresa tiene una facturación de unos 30.000 euros a los que habría que sumar otros 10.000 o 12.000 euros de subvenciones.

La merma en la producción

Del Río alerta a este medio sobre la problemática de la "inestabilidad productiva" vinculada al cambio climático. "Las olas de calor en verano hacen que las flores sufran un estrés que dejan de producir nectar en seguida y la producción se ve bastante mermada", señala. Además, hace hincapié en el brutal incremento de los costes a raíz del inicio del conflicto de Ucrania, en febrero de 2022.

María del Río y Víctor Ruiz trabajando

María del Río y Víctor Ruiz trabajando

"Empezaron a subir los costes a raíz de la subida de los combustibles, nosotros dependemos de todoterrenos para llegar a donde están las colmenas y eso es un trabajo continuo, tienes que estar yendo continuamente a visitar los colmenares y nosotros tenemos 18 y tenemos que ir de uno a otro, con el coste que ello implica", lamenta.

Entre otros factores, esta apicultora burgalesa destaca también la subida del precio del azúcar. "Estaba a 0,90 céntimos el kilo y ahora está a 1,30 euros y así se ha quedado", apunta, y hace hincapié, por otro lado, a la importancia de los tratamientos para las colmenas.

La lucha contra los ácaros

"Necesitamos mantenerlas vivas y tenemos que tratar contra el ácaro varroa, que es la principal causa de muerte de las colmenas. En cuanto a los tratamientos, se recomienda no usar siempre el mismo, rotar para evitar generar resistencias, pero tenemos poca variedad y no hay muchos productos y algunos de ellos son bastante más caros y no son fáciles de usar", señala.

Además, asegura que los tratamientos están incluidos en las subvenciones pero que "los precios son elevados". "Si lo usas en un momento en el que no es efectivo al final tiras el dinero, es complicado", señala.

Y alerta de que cada vez se encuentran en la zona más nidos de avispa velutina y de la amenaza de otro ácaro, llamado tropilaelaps, que es "bastante más agresivo que la varroa" y que "llegará tarde o temprano". "Este ácaro se carga las colmenas en cinco meses y nos lo va a poner todavía más difícil. La globalización nos está provocando grandes problemas", insiste.

"Que no nos abandonen"

Del Río recuerda también que el de apicultor es un trabajo "muy físico". "Ahora mismo estoy de baja por la espalda y llevo varios años en los que la espalda me está dando problemas. No sé si lo podré sostener en el tiempo pero de momento has invertido y te ves un poco obligado a seguir adelante", asegura.

Los dos apicultores en su jornada de trabajo

Los dos apicultores en su jornada de trabajo

Esta apicultora pide más apoyo a las administraciones. "Pedimos un aporte por su parte en forma de ayudas, que colaboren en la lucha contra las plagas, que no nos abandonen, tiene que salir de todas las partes, no se nos puede dejar todo el peso de controlar estas plagas solo a nosotros", señala.

Y recuerda el papel crucial que juega el sector apícola. "Los apicultores estamos ayudando a la polinización y somos un eslabón fundamental para que se mantengan los ecosistemas y los cultivos", zanja.