Imagen de una de las fábricas de Renault en Castilla y León

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Economía

El IPRI sube en Castilla y León un 2,1% aupado por la imparable escalada de la energía

La región es una de las cuatro en las que más ha crecido este índice en términos anuales, sólo por detrás de Asturias, Canarias y Baleares

27 septiembre, 2021 11:23

Apenas cuatro días después de que el INE corrigiera las euforias de crecimiento que mostraban los informes económicos de las diferentes administraciones públicas, el organismo publica hoy el Índice de Precios Industriales (IPRI), con un preocupante incremento en estos datos.

La imparable subida en los precios de la energía se deja notar también en el IPRI, que en agosto subió en Castilla y León un 2,1% con respecto al mes anterior, y un 13,6% si lo comparamos en términos anuales, casi cinco puntos por debajo de la media nacional.

El IPRI mide la evolución de los precios de los productos industriales fabricados y vendidos en el mercado interior, es decir: lo que cuestan cuando salen de fábrica, excluyendo los gastos de transporte, comercialización e IVA facturado.

Si miramos con detalle el informe, la tasa interanual se disparó en todas las comunidades autónomas, con Asturias, Canarias y Baleares a la cabeza, seguida de Castilla y León.

Murcia, Castilla y La Mancha y Cataluña son las que arrojan datos con un IPRI más moderado con respecto a 2020. 

Por sectores, es la energía la que demuestra un mayor repunte de los precios industriales en nuestra región, con un 8,4% más con respecto a julio de 2021, mientras que en España no llegó al 5%.

Pero si medimos el dato en relación con las cifras de hace un año, es decir, de agosto de 2020, observamos que la imparable escalada del precio de la energía, que ayer batió nuevo récord con el más alto de la Historia, se tradujo en una escalada de un 50,8% en Castilla y León, casi diez puntos por encima del aumento nacional, que se apunta así la tasa más alta desde 1981.

El único sector con un comportamiento negativo en este aspecto fue el de bienes de consumo no duradero, cuyos precios cayeron dos décimas, por la caída de los costes en el procesado y conservación de la carne, y de la fabricación de aceites y grasas tanto animales como vegetales.