Jorge Arias, investigador de la ULE

Jorge Arias, investigador de la ULE ULE

Educación y Universidad

Confirmado: la contaminación acelera el deterioro cerebral y cognitivo, según un estudio en el que participa la ULE

Asimismo, observaron que niveles elevados de óxidos de nitrógeno se relacionaban con una reducción en el volumen del hipocampo.

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La exposición prolongada a contaminantes atmosféricos como el dióxido de nitrógeno y las partículas en suspensión, además de afectar a la salud física, también puede deteriorar la memoria, ralentizar el procesamiento mental y provocar cambios en la estructura cerebral durante la vejez.

Así lo asegura un estudio internacional que ha sido publicado por la revista ‘The Lancet Healthy Longevity’. En él ha participado Jorge Arias de la Torre, investigador de la ULE y profesor en el King’s College de Londres.

Arias forma parte de un equipo internacional que ha seguido durante décadas a la cohorte británica de aquellos nacidos en 1946 (conocida como NSHD).

El estudio se centró en adultos de mediana edad (45–64 años) y evaluó su exposición a dióxido de nitrógeno (NO₂), óxidos de nitrógeno (NOₓ) y partículas en suspensión (PM₁₀ y PM₂.₅).

Posteriormente, cuando los participantes tenían entre 69 y 71 años, se analizaron su rendimiento cognitivo y la estructura cerebral mediante pruebas de memoria, velocidad de procesamiento y resonancia magnética.

Con el uso combinado de datos ambientales y neuroimágenes obtenidas por resonancia magnética, los investigadores han analizado la relación entre la exposición a largo plazo a contaminantes atmosféricos y la función cognitiva en la madurez y en la vejez.

Jorge Arias, investigador de la ULE

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Asimismo, observaron que niveles elevados de óxidos de nitrógeno se relacionaban con una reducción en el volumen del hipocampo, mientras que la exposición a dióxido de nitrógeno y partículas en suspensión se vinculaba con un aumento de los ventrículos cerebrales, indicadores habitualmente asociados a procesos de atrofia cerebral.

De esta forma, la investigación aporta nueva evidencia de que la contaminación atmosférica tiene efectos duraderos sobre el cerebro humano, más allá de sus consecuencias en la salud física.

Según los autores, estos hallazgos refuerzan la necesidad de avanzar en políticas de reducción de emisiones como una estrategia esencial de salud pública para proteger la función cerebral a largo plazo.

El estudio lleva por título ‘Associations between life course exposure to ambient air pollution with cognition and later‑life brain structure: a population‑based study of the 1946 British Birth Cohort’ (Asociaciones entre la exposición a la contaminación atmosférica a lo largo de la vida y la cognición y la estructura cerebral en la vejez: un estudio poblacional de la cohorte británica de 1946’).