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Román Álvarez, catedrático y 'Pastor Mayor de los Montes de Luna': "El lobo puede ayudar a terminar con la ganadería extensiva"

2 abril, 2021 09:00

La despoblación de los pequeños núcleos rurales viene siendo tema de actualidad, y recurrente, en los últimos tiempos. En este contexto nos citamos en el Café Novelty de Salamanca con el catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Salamanca y ex director del Departamento de Filología Inglesa y Decano de la Facultad de Filología -entre otros títulos y cargos-, Román Álvarez, un leonés del pequeño pueblo de Abelgas de Luna -en otra época se llamó 'Villa de horca y cuchillo', porque los habitantes administraban ellos mismo la ley-, hijo de pastor y panadero, que reivindica y vive esa situación de despoblación y pérdida de la identidad rural, cuya solución "no se atisba a corto plazo". Y, sobre todo, un defensor y estudioso a ultranza para cuidar lo que fue uno de los emblemas señeros de la montaña de León -Babia y Luna-, la ganadería extensiva con su trashumancia.

P.- ¿Qué son los Montes de Luna para el catedrático Román Álvarez? 

R.- Montes de Luna es de donde yo soy 'Pastor Mayor'. Es la comarca leonesa que se llama así Luna, lindando con Babia. El territorio Babia, Luna, Omaña está en ese punto que coincide con la autopista que va hacia Asturias, más o menos donde está el puente por encima del pantano. Es una zona que consta de varios ayuntamientos y que componen la región de Luna, y ahí, desde hace ya cuarenta y tantos años, en septiembre se celebra la Fiesta del Pastor por ser una de las cunas de la trashumancia de merinas. Todos los años se celebra esta fiesta y se nombra un 'Pastor Mayor' y dos 'Rabadán'. (El rabadán era el pastor responsable del cuidado de un rebaño en las cabañas de ovejas merinas trashumantes). Tiene que ser alguna persona de, digamos, cierta relevancia. Así tenemos gente del mundo de la cultura, de la política, algún ex-ministro, del periodismo como Luis del Olmo, y algunos más. De ellos, algunos tienen una cierta relevancia conectada con la provincia de León y, por supuesto, a ser posible sepan distinguir una oveja de una cabra. 

Por contra, para el nombramiento de rabadanes tienen que ser gentes que han dedicado toda su vida al pastoreo, personas que han estado en la trashumancia o ya se han jubilado, pero de auténticos méritos, de estar al pie del cañón, en la ruta de las cañadas, cordeles, etcétera. El último año nombramos 'Pastora Mayor' a una periodista del Diario de León, Málaga Otero. Hay pocas mujeres. También es verdad que en la trashumancia no ha habido nunca muchas, aunque ahora sí que hay bastantes que tienen sus propios rebaños, lo cual es encomiable y sería de desear que todavía surgieran más. Pero bueno, dadas las circunstancias, no son precisamente las más alentadoras para embarcarse en negocios de ganadería.

En la trashumancia no ha habido nunca muchas mujeres, aunque ahora sí que hay bastantes que tienen sus propios rebaños, lo cual es encomiable


P.- Como gran estudioso del mundo del pastoreo y de la trashumancia, ¿en qué situación se encuentra en este momento esta actividad ganadera?
R.- Hay que distinguir ya muy claramente entre el pastoreo y el llamado trashumante, que está en declive y que ya no tiene nada que ver con la trashumancia que se hacía hace muchos años. Primero a pie, calzados de albarcas y de madreñas, con casi treinta días para llegar a las tierras de Extremadura dentro del recorrido de las sierras del Norte de pastos frescos y las dehesas del sur, no solamente de Extremadura. Y está ahora el pastoreo llamado trasterminante, que es el que se mueve en unos recorridos de unos 100 kilómetros aproximadamente y que, por lo general, una buena parte del año sigue siendo ganado extensivo pero está bajo cubierto en naves. Y ahí es donde hay bastantes pastores jóvenes, que en los últimos tiempos están un poco agobiados por la cantidad de burocracia, por los pocos auxilios de la administración en todos los niveles y, recientemente, por la preocupación que tienen con el lobo. 

Yo no pido que el lobo termine siempre siendo el enemigo natural de los pastores, pero sí que haya un cierto control y, sobre todo, una consideración para aquellos que pierden sus ganados o que se ven afectados por las lobadas. No siempre se paga cada animal que muere, sino que cuando un lobo, como todos lo sabemos, entra en un rebaño, mata algunas ovejas, pero otras muchas quedan tocadas, estresadas, no paren, etcétera, etcétera. Y eso es lo que les preocupa, fundamentalmente ahora, porque temen que la ganadería extensiva esté llamada a desaparecer. Es verdad que la trashumancia desde finales del XVIII, principios del XIX para acá, ha ido en declive, pero todavía existe. Creo que es algo que hay que conservar desde el momento en que las vías pecuarias, que son las cañadas, cordeles, veredas o coladas, que era por donde han transitado durante siglos, ahora, como yo decía en una de mis últimas columnas periodísticas, pueden tener un aprovechamiento y, de hecho, en algunos sitios tienen aprovechamiento turístico para reforzar, sobre todo, la vida de aquellos pueblos por donde pasan, como sucedió durante siglos.


P.- ¿Tiene futuro el pastoreo?
R.- Tiene futuro si se facilitan los cauces para que tenga futuro, es decir, si los pastores también, fundamentalmente tradicionales, se modernizan. Es verdad que yo conozco pastores que se van a los puertos de montaña de mi pueblo, por ejemplo, y tienen su móvil, pero también su ordenador, están en redes, se están organizando, hay escuelas de pastores y todo eso va a hacer que la profesión, los pocos que seguramente van a seguir teniendo este oficio, porque siempre ha habido la duda de si es un oficio, es una profesión, o yo diría incluso si es un arte, que lo hagan en unas condiciones dignas y que no sean considerados como que se meten a pastores porque no valen para otra cosa. De hecho, ahora hay algunos que están empezando a, no solamente utilizar técnicas de reproducción, por ejemplo, sino que puedo decir que he colaborado y he hecho posible que unos ganaderos amigos míos de Australia hayan enviado semen y embriones de carneros Merinos de Australia, donde la raza se mejoró muchísimo con respecto a la lana merina española original, y han inseminado a ovejas en España, y han salido ya unos corderos extraordinarios con una lana muchísimo más de calidad. E incluso yo no sé si el vigor de los carneros australianos, pero ha habido ovejas que han parido hasta cuatro corderos, lo cual yo ni sabía siquiera que podía darse. 

Pero bueno, aparte de eso, que es anecdótico, lo cierto es que se están organizando para que su llegada a la profesión mejore, el ganado mejore y, sobre todo, el mercado de la lana pueda competir en otros países. Ahora sabemos que se está haciendo de lana hasta zapatos, zapatillas, mascarillas como las que llevamos, y en una época en la que yo confío que empezarán a verse con peores ojos cada vez más las fibras sintéticas y todos esos tejidos, teniendo lana como tenemos, que es sana, que no emite olores, que es ignífuga y que tiene cantidad de ventajas. Tengo un jersey de lana de merino australiano y allá hacen hasta camisas de lana merina. ¿Por qué Italia tiene un buen mercado de la lana y España no? ¿Por qué todas las lanas tienen que irse a lavar y comercializar a China? A lo mejor resucitando los más viejos lavaderos, los caladeros, las industrias que hubo aquí durante mucho tiempo, en España puede reivindicarse esa ganadería extensiva que yo creo que conviene mantener y respetar.

El pastoreo tiene futuro si se facilitan los cauces para que tenga futuro, es decir, si los pastores también, fundamentalmente tradicionales, se modernizan  
P.- ¿Y el pastoreo asociado al turismo?

R.- No sé si te refieres a que quieren ver cómo viven los pastores, pero también sería una manera de acercarse a ese mundo sobre el que hay mucho mito, como el tradicional aspecto del pastor con la manta encima, con el gancho, con el zurrón y pasándose la vida entera en los altos puertos de montaña aislados, sin ver a nadie, como en efecto, así sucedió durante siglos. Ahora sería bueno que la gente, para conocer ese mundo, se acercara a las majadas, viera cómo funciona la organización del rebaño. Conociera cómo trabajan los mmastines  y cómo se puede estar en contacto con la naturaleza en una profesión que para muchos es la que quieren. Lo que pasa es que se ven expulsados de ella, porque las condiciones sociales, económicas y demás, no son las que deberían ser. Y es una lástima. 


P.- ¿No cree que el pastoreo puede ser uno de los factores importantes en la lucha contra la despoblación en el mundo rural?

R.- Es fundamental. De hecho, en mi pueblo, como tantos pueblos que han perdido población, de los 400 habitantes que tenía a mediados del siglo XX a los cuarenta que tiene ahora, mucha de la gente sobrevive por el pastoreo, porque tienen ganado, unos ovino, otros caballar, otros vacas, otros incluso colmenas. Es decir, es una de las formas que podían atraer gente hoy. Hay muchos inmigrantes también por muchas zonas, de los que se ha tenido que echar mano, que han venido de países africanos donde el pastoreo les resultaba más familiar, y están felices y contentos al cargo de un rebaño con una vida digna, con unos recursos sanitarios y médicos alcanzables y a mano. No veo inconveniente en que eso pueda contribuir a que muchos pueblos vacíos se llenen así, por lo menos no se desplome la demografía mediante estas profesiones que tuvieron su tiempo de fulgor y de vida. Y en los últimos tiempos, por las circunstancias sociales, económicas e históricas, han ido en declive.

La inmigración, sobre todo la población africana donde el pastoreo les resultaba más familiar, puede ser una de las soluciones para la despoblación rural

P.- ¿Cuál es el momento de la trashumancia en Castilla y León?
R.- Muy escasa. La trashumancia, tal como se entendía antiguamente, que era salir de los puertos de montaña del norte, de la Cordillera Cantábrica, del norte de León, bien sea de la zona de Riaño, la zona de Luna, Babia, etcétera, a pie hasta Extremadura, ya no existe. Posteriormente, ya a principios del siglo XX, este viaje lo hacían en tren y, de esta manera, había que recorrer dos o tres días a pie y dormir al raso antes de llegar al embarcadero de Astorga, y luego en Extremadura, después de bajar del embarcadero más próximo a Cáceres. Ahora la vida se ha orientado de otro modo, y los pastores tienen una vida mucho más cómoda. Ahora la gente sube el ganado en camiones, y lo que antes tardaba dos días de tren, ahora en ocho horas de camión colocan las ovejas en Extremadura desde cualquier puerto del norte de León, donde ese ganado aprovecha los pastos frescos en verano y luego los pastos de Extremadura en la época de invierno. 

En tiempos, los pastores se pasaban siete u ocho meses en Extremadura, lejos de las familias, con las mujeres a cargo de toda la administración del hogar, del cuidado de los hijos, de los abuelos, de la ganadería, de las compras, porque eran todas viudas temporales. Ahora eso ya no tiene por qué existir. La vida de la trashumancia en ese sentido es más escasa, porque trashumancia como tal hay menos. Pero si sí se da lo que te decía antes, la trasterminancia. Es decir, gentes que tienen rebaños de 500 o 600 ovejas, algunos llegan a mil, e incluso algunos más. Pero la trashumancia como tal, ha descendido inevitablemente. Aunque los puertos de montaña siguen siendo un recurso económico para los pueblos, para las juntas vecinales o para los ayuntamientos, que son los dueños. Los pueblos pequeños reciben dinero en las juntas vecinales del arriendo de los puertos, de los pastos en verano y de los cotos de caza en invierno. 

P.- Román, todo un mundo de historia.

R.- Un mundo que yo me resisto a que se pierda. No hay que estar añorando continuamente lo antiguo, aquello que decía la vieja, ver cómo lo antiguo no hay nada, cuando le hablaban de la inseminación artificial. Tampoco vamos a llegar a eso, pero sí hay que tener una capacidad de adaptación a los tiempos, a las tecnologías. Una de las imágenes típicas en los años 50 y 60 era el pastor con el transistor colgado. Ahora ya tienen el móvil. Yo he visto majadas en las montañas del norte de León, donde tienen una placa solar que les da la suficiente energía como para cargar un teléfono móvil o incluso tener un frigorífico. Los tiempos cambian y hay que adaptarse a ellos y no renunciar al pasado, que cada vez va quedando como algo más histórico y pintoresco. Hay tratar de aprovechar lo que la tecnología moderna, que ayuda en todos los campos, puede ayudar también en el campo del pastoreo. Y sobre todo, que los responsables sociales y políticos no lo olviden.

Román Álvarez con los ganaderos australianos invitados a visitar Abelgas, en la comarca de Luna