Joan Bentallé: “Muchos niños trans se han sentido muy conectado a la Bruja Lubina de ‘Los Lunnis’”

Joan Bentallé: “Muchos niños trans se han sentido muy conectado a la Bruja Lubina de ‘Los Lunnis’”

Bluper ENTREVISTA

Joan Bentallé: “Muchos niños trans se han sentido muy conectados a la Bruja Lubina de ‘Los Lunnis’”

Entrevistamos al actor, responsable de manipular muchos muppets televisivos, como Bluki de ‘Barrio Sésamo’.

17 mayo, 2022 01:32

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Al pensar en Barrio Sésamo, a la cabeza se nos puede venir nombres como Caponata, Espinete o Don Pimpón, que son los muppets más conocidos de nuestra televisión. Sin embargo, pocas veces se recuerda a Bluki, el monstruo de pelo azul que estuvo acompañando a los pequeños en TVE durante cuatro años, entre 1996 y 2000. Un personaje cuyo nombre fue elegido por una encuesta popular, y al que daba vida Joan Bentallé. Un catalán que descubrió tarde su vocación (“soy un actor tardío, empecé con 26 años”, reconoce) y que gracias a Barrio Sésamo y Bluki ha dedicado buena parte de su vida profesional al arte de manejar muñecos en espectáculos y en televisión.

En estos momentos, Joan está en Estados Unidos, donde acaba de presentar la obra WonderQueers, que forma parte de un taller del también español Carlos Be para abordar, a través del teatro, la escritura y la improvisación, la problemática social LGBT del Nueva York actual.

Aunque le hemos visto actuar tal cual es en series como Los herederos de la tierra, El Cid o Madres. Amor y vida, también es el intérprete que se esconde tras algunos de Los Lunnis, o en las marionetas de programas de laSexta 3 o de la televisión autonómica catalana. Con él vamos a descubrir en qué consiste esa rama de su profesión, de cómo los cambios políticos afectan a los programas infantiles y otras muchas cuestiones.

¿Cómo se despertó tu vocación por los títeres?

Fui actor tardío, empecé a los 26 años, hace ya más de 30, y fue por accidente. Yo me dedicaba a otra cosa, pero tenía un amigo cantante de ópera, que me decía que hacía voces muy divertidas, y me presentó a una profesora de teatro, Txiki Berraondo, y me enseñó a improvisar y las cuatro cosas básicas, y me enganchó. Dejé el trabajo que tenía y empecé a dedicarme a ello. Yo siempre tuve una relación muy fuerte con los muñecos, de pequeño era muy solitario y no me gustaba jugar con otros niños, pero con mi batallón de muñecos de goma disfrutaba muchísimo, y a través de presentarme a casting me di cuenta de que los muñecos son lo mío.

Joan con el resto de compañeros de 'Barrio Sésamo'

Joan con el resto de compañeros de 'Barrio Sésamo'

¿Y cómo llegas a Barrio Sésamo?

Al empezar a dedicarme a la profesión, muy pronto conseguí mi primera película, Tres días de libertad, de José Antonio de la Loma. Que era un director que hoy estaría denunciado, por cómo se comportaba en el rodaje y los ensayos. Gritaba muchísimo, si te equivocabas soltaba cosas como “idiota, te corto la cabeza...”.

Cuando acabé aquella película salió este casting de Barrio Sésamo, a través de la Asociación de Actores. Pedían gente que llevase muñecos, y aunque nunca había manipulado uno, me presenté. Hice una serie de castings delante de los de la compañía Henson, y algunas pruebas eran muy difíciles, como una en la que tenía que actuar como si tuviese el traje puesto, pero sin tenerlo, moviendo la mano para coordinar la boca con las frases y el compás de las sílabas. A otros compañeros les costaba créerselo, o lo veían absurdo; yo lo hice y punto. Me llamaron y me dijeron “estás en Barrio Sésamo”, y fui muy feliz.

Imagino que manejar un muñeco como Bluki sería difícil.

Yo luego he manejado otros muñecos, y reconozco que aquel tenía una factura maravillosa, pero era muy pesado. Para dar volumen llevaba unas argollas, y luego encima el traje de peluche. Yo necesitaba un asistente para vestirme, para colocarme la cabeza hacía falta dos personas. Para manejar los ojos y la boca de Bluki usaba unas palancas, y tenía que hacer un juego con los brazos según tuviese que actuar para sacar o meterlos de la sisa, disimulando, haciendo algún ruido para que no se notase. Yo no tenía campo de visión, y los ensayos eran sin cabeza; miraba dónde estaba, contaba los pasos y luego lo repetía a ciegas. Hasta subía escaleras sin ver los escalones.

Y el calor que haría con el traje, imagino.

De hecho, tenía un código cuando me mareaba o me faltaba el oxígeno. Para salvar lo que habíamos grabado, yo decía “caballito blanco” y el que estaba rodando sabía que había que salvar alli de ahí. No había ventiladores, como dicen que ahora sí tienen otros muñecos; yo no he visto ninguno, aunque un motor también hace ruido y eso puede fastidiar la grabación, porque en Barrio Sésamo el sonido es directo.

¿Por qué esa etapa de Barrio Sésamo no caló como sus predecesoras?

Barrio Sésamo arrancó de tarde, a las seis, que era muy buena hora. Cuando llevábamos como medio año hubo cambios, y se lo cargaron, llevándoselo a las siete de la mañana, te hablo del año 96. Entonces no había programación matinal, y los niños no lo vieron. Y a las seis de la tarde comenzaron a reponer El chavo del 8, una serie mexicana antigua. 

Esa etapa de Barrio Sésamo se adelantó a su tiempo incluyendo diversidad racial en el elenco.

En el barrio había un chico guineano, uno magrebí, una gitana… Seguro que más de uno se pensó que qué clase de barrio era ese, que no había un panadero o un camarero como los de antes. Se grababa en Barcelona, y éramos muchos actores catalanes, había mucho acento catalán. Allí estaba Jordi Revellón, que era el alcalde, fue su primer programa como actor, jovencísimo. Y mucha gente que ya ha fallecido, como Gloria Roig, que era la actriz de doblaje de Tangina de Poltergeist

¿Qué te llevaste de aquella experiencia?

Muchas cosas. La amistad, por ejemplo, con Rosa Pous, que hacía de Vera, y que es mi mejor amiga, nos hicimos íntimos allí, y ahora es Lupita en Los Lunnis. Que a Los Lunnis entramos a través de un casting, no porque ya hubiésemos trabajado en TVE. Se hacía con mucho respeto, recibió un premio al mejor decorado, que era un mercado precioso, aunque si lo ves ahora tiene muy poco ritmo, parece un Shakespeare, pero es que te lo pedían así. Los americanos nos decían “el humor lo ponemos nosotros, vosotros encargaos de ser educativos”. Tenían mucho control en la producción, y sucedían cosas como que grabamos un capítulo en el que se celebraba un cumpleaños y se colocaban como 20 globos. Pero ese segmento tuvimos que repetirlo, tienen prohibidos los globos, porque varios niños han muerto ahogados, y tuvimos que repetirlo. El de Barrio Sésamo es el sueldo más grande que he tenido en mi vida, y el esfuerzo que hice, también.

Será muy diferente manipular a Bluki y a un Lunni.

Como te decía, Bluki no tenía referencia de visión. Sin embargo, cuando manejas un muppet en televisión como Los Lunnis lo haces mirando un monitor, para que cuadre mirada a cámara. La imagen te la da en espejo, y tienes que moverte al revés. Los Lunnis fue lo segundo que hice con muppets, empecé con la Bruja Lubina, y luego tuve que manipular a Lublú, porque el actor anterior lo dejó, pero no me conecta emocionalmente como Lubina.

Lubina es casi una heredera directa de la Bruja Avería

En parte sí, aunque su comportamiento es totalmente distinto, la Bruja Avería tenía un discurso muy maduro y muy interesante, y Lubina es una petarda, casi una drag queen, con ese acento casi sudamericano. Ha sucedido algo muy bonito, y es que me han escrito personas jóvenes que son transexuales, que están haciendo la transición, que han descubierto que soy yo quien interpretaba el personaje, y me han escrito dándome las gracias porque sentían algo que les unía mucho a Lubina. Me cuentan que había algo especial, que solo ellos entendían, y que les hacía sentir bien consigo mismos. Me han enviado fotos de ellos de pequeños con muñecos de Lubina, que dormían con ella... Es muy bonito, y me siento muy orgulloso por ello, por haber podido ayudar en un momento tan complicado como la infancia. Es muy gracioso cuando actuábamos por ahí, muchos niños preguntaban “la señora que hace de Lubina quién es” y tenía que decir “la señora soy yo...”.

¿Te abrió puertas Los Lunnis?

Hice un casting para ser la Bruja Lubina, y luego ya me salieron otros proyectos, como el perro de Samson y Fer, que era para Atresmedia, del programa Big-Box, que no lo he encontrado nunca. Grabamos 150 capítulos, de 10 minutos cada uno, en solo una semana, con un actor canario majísimo, Jaisiel Ramos. En TV3 estuve en Rat Ranck, que interpretaba a una rata, con un ranking musical, y como anécdota, no nos dejaban hacer más de dos pedos por días, porque eran muy guarras. También hice de un policía en esta misma cadena, en unos teleñecos a la catalana, que solo duró un verano, y con Daniel Domenjó estuve en Urbe TV, donde manipulaba al Toro Fermín. Hacía entrevistas, me iba a los Ondas, y tenía que hacerlo todo agachando, pidiendo al entrevistado que mirase al toro y no a mí. Recuerdo, por ejemplo, la vez que entrevisté a Carmen Machi, divertidísima.

En Homozapping hiciste imitaciones de personajes como Jorge Javier Vázquez. ¿Crees que este formato podría volver a la televisión?

Solo estuve en la primera temporada, pero los guiones eran mágicos y funcionaban muy bien. Tenía mucha actualidad televisiva, pero es que la gente veía mucho la televisión, y ahora el consumo ha cambiado. Casi tenían que centrarse más en el contenido de las plataformas o en las series que en los programas de actualidad.

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