Restaurante Casa Rubén.

Restaurante Casa Rubén. Tripadvisor

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Aragón se consagra en el firmamento Michelin: estos son los once restaurantes que aparecerán en la Guía 2026

Aragón pierde una estrella con el restaurante Cancook en Zaragoza, pero suma una nueva con Casa Rubén en el pirineo oscense.

Más información: Un restaurante de tradición familiar del Pirineo aragonés consigue su primera estrella Michelin

Zaragoza
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Aragón volvió a situarse anoche en el mapa gastronómico internacional durante la gala de la Guía Michelin 2026, celebrada en Málaga, donde la comunidad revalidó su condición de territorio de buen comer y confirmó el peso creciente de la provincia de Huesca en la alta cocina.

Bajo los focos del auditorio, mientras se abrían sobres y se retenía el aliento, el nombre de Aragón sonó una y otra vez hasta completar once estrellas Michelin repartidas entre sus tres provincias: ocho restaurantes en Huesca, dos en Zaragoza y uno en Teruel.

No es solo una cifra: es el reflejo de una cultura que entiende la mesa como forma de estar en el mundo.​

La gran historia de esta edición la firma Casa Rubén, en Hospital de Tella, un pequeño pueblo a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido que apenas suma una decena de vecinos. Desde esta esquina del Pirineo, donde el silencio pesa tanto como la nieve en invierno, se ha ganado un lugar en el firmamento Michelin gracias a una cocina que mima la tradición y habla con acento pirenaico.

Su estrella se suma a las ya existentes y simboliza algo más que un premio: demuestra que la alta cocina también nace al calor de los fogones rurales, lejos de las grandes ciudades.​

No todo fueron buenas noticias. En Zaragoza, Cancook apagó su estrella, recordando que el universo Michelin es tan exigente como cambiante.

Once estrellas

En Huesca, el cielo aparece especialmente cuajado de estrellas. Ansils, en Anciles, eleva la tradición aragonesa a un lenguaje vanguardista, con la naturaleza y el producto de entorno como hilo conductor de su relato culinario.

En Villanova, Casa Arcas reinterpreta los sabores de siempre con técnicas precisas y una sensibilidad moderna, como si cada pase fuera una conversación entre memoria y futuro.

La Era de los Nogales, en Sardas, apuesta por la autenticidad y el producto local envueltos en una puesta en escena elegante y contemporánea, demostrando que la sencillez bien entendida puede ser puro lujo.​

También en la provincia oscense, Tatau Bistro convierte la idea de bar en una pequeña revolución: cocina moderna, desenfadada y creativa, que eleva el espíritu de las tapas aragonesas al terreno de la alta gastronomía sin perder frescura.

Lillas Pastia, templo de la trufa, honra este producto emblemático con una cocina que respira finura y respeto por la materia prima. Callizo, en Aínsa, propone una cocina de montaña, reflexiva y viajera, que combina técnicas vanguardistas con producto autóctono para contar la vida del Pirineo en forma de menú.

En la histórica estación internacional, Canfranc Express ofrece una experiencia de lujo envuelta en arquitectura monumental, donde los productos pirenaicos suben al vagón de primera clase. A la lista de los restaurantes oscenses hay que incorporar también al novato en esto de las estrellas Michelin, Casa Rubén.

Zaragoza sostiene su parcela de cielo propio. Gente Rara propone una experiencia creativa, abierta y participativa, en la que el comensal siente que entra en un laboratorio de sabores con alma de casa, marcado por una mirada cosmopolita y juguetona. La Prensa, por su parte, apuesta por la elegancia serena: menús medidos, profundidad de sabor y una creatividad que no necesita levantar la voz para imponerse.​

En Teruel, la Hospedería El Batán actúa como faro solitario y firme: una cocina tradicional reinterpretada, donde la calidad del producto y la creatividad se dan la mano en un entorno rural que invita a alargar la sobremesa.

Con este mosaico de propuestas, Aragón demuestra que su cocina no es solo una suma de estrellas, sino un relato coral hecho de paisajes, productores y mesas en las que, noche tras noche, se celebra algo tan simple y tan importante como el placer de comer bien.​