El joven zaragozano Cedida.
Juan (20), voluntario zaragozano, viaja a la India y no da crédito: "No es para todo el mundo"
Trece aragoneses han ido a ayudar a chavales de barrios pobres de Bombay con la ONG Cooperación Internacional.
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Mientras muchos estudiantes aprovechan los meses de verano para descansar, viajar o disfrutar de la playa y la montaña, otros deciden dedicar ese tiempo a los demás. Es el caso de Juan Rocafort, un joven zaragozano de 20 años que estudia Administración de Empresas en inglés y que este verano ha viajado a Mumbai (India) como voluntario con la ONG Cooperación Internacional.
Estuvo desde el 13 hasta el 31 de julio en Govandi, Sate Nagar y el barrio Kamathipura, tres de las zonas más pobres de la India. Junto a un grupo de trece jóvenes de Zaragoza, Juan empezaba la jornada temprano: "Por las mañanas íbamos a dar refuerzo escolar en dos escuelas y en un colegio en un vertedero. Allí dábamos clase en el suelo o en barracones de chapa. Era durísimo, pero los niños venían con una sonrisa y con muchas ganas de aprender”, cuenta.
La dificultad de las condiciones le impactó desde el primer día: “Llegamos justo en plena época de lluvias, pero aquel día no llovía y hacía un calor insoportable. Una de las profesoras se desmayó y un voluntario también. Yo estaba en shock, pero luego mirabas a los niños y estaban felices, alegres, preguntando, queriendo aprender. Eso me marcó muchísimo”, recuerda con emoción.
Juan y sus compañeros de Cooperación Internacional en India. Cedida.
Por las tardes, el grupo compartía tiempo con adolescentes y jóvenes del barrio, algunos casi de su misma edad. “Con ellos trabajábamos temas de liderazgo social para que fueran referentes en su comunidad. Queríamos que vieran que pueden cambiar realidades en su barrio”, explica Juan. Después llegaban los partidos de fútbol, que no eran solo un juego: “El fútbol servía para enseñar valores: el esfuerzo, el respeto, el trabajo en equipo”, aclara el zaragozano.
Una de las cosas más especiales del viaje fue poder compartir la experiencia con Mohamed, un joven de 24 años del barrio de San Pablo (Zaragoza) que de pequeño participó en el proyecto local de la ONG. “Mohamed es el primero que ha vivido las dos caras: antes fue ayudado, ahora es él quien ayuda. Me emocionó mucho conocer su historia”, destaca Juan. “Eso resume lo que busca Cooperación Internacional: que después de haber recibido apoyo seas capaz de darlo a los demás” concluye.
El voluntariado tuvo un gran impacto en Juan. “He aprendido mucho de ellos y de mis compañeros. Me ha ayudado a valorar lo que tengo y a darme cuenta de que la felicidad no está en lo material. Allí no tienen nada, pero saben disfrutar y ser alegres”, reflexiona.
Para él, estas experiencias son muy distintas del llamado “volunturismo” (voluntariado-turismo) criticado en redes sociales: “Sé que hay voluntariados que son más postureo, que la gente va por la foto, pero este no era el caso. Aquí trabajábamos desde las ocho de la mañana hasta la tarde sin parar. No era un voluntariado de turismo, era un voluntariado de ayudar”, aclara.
Juan jugando al fútbol con los chicos de la escuela en la India. Cedida.
Ante la imagen negativa que a veces se proyecta de los jóvenes, Juan reivindica la implicación de su generación: “Se dice que los jóvenes somos egoístas, pero yo no lo veo así. Los trece jóvenes que fuimos estábamos implicados al cien por cien. Cuando eres joven no te importa tirarte al barro, ponerte a jugar al fútbol o darlo todo con los niños. Esa energía engancha”, asegura con orgullo.
El balance de Juan es positivo, aunque advierte de que no todo el mundo está preparado para algo así: “Es una experiencia enriquecedora y la recomendaría, pero también es dura. La comida es siempre la misma, el calor es sofocante y corres el riesgo de ponerte enfermo. Ha habido voluntarios que tuvieron que volver antes o que incluso pasaron días ingresados en el hospital”, admite con sinceridad.
La experiencia que más le impactó fue el día que acudieron a una casa de mujeres de las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta. Él apenas estuvo dos días y acabó 'fundido', las hermanas sin embargo están allí siempre: "No es para todo el mundo", reconoce el aragonés. Cuando llegó al lugar no daba crédito a lo que veía, mucha enfermedad, pobreza y necesidades, y las hermanas de la caridad trabajando con total naturalidad, sin dar muestras de enfado o cansancio.
Aun así, tiene claro que le gustaría repetir: “Yo volvería, quizá no el año que viene, pero sí más adelante. Vas a echar una mano, pero sobre todo ellos te ayudan a ti”, concluye.